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Atlético de Madrid | Los miércoles de Antonio Sanz: Los días más amargos de Simeone

Antonio Sanz

Actualizado 19/01/2022 a las 07:30 GMT+1

La cúpula del Atleti vive afectada tramando soluciones, pero sin comprender dónde encontrarlas. El técnico se siente amargado porque tras salir campeón de Liga ahora siente frustración. El vestuario trata de aceptar la cruda realidad del mal momento. La derrota en Arabia ante el Athletic podría no ser la más funesta del mes de enero.

El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone

Fuente de la imagen: EFE

Se siente desabrido que durante las previas, los descansos y el final de los partidos en las televisiones se promocionen, a todo pulmón, el ritual de avances del documental sobre la vida de Diego Pablo Simeone. Una producción que recorre la intensa carrera como jugador y entrenador, pero cuyo estreno coincide con las horas más críticas del técnico en el Atleti. Después de diez años, y bajo su absolutismo, el Cholo ha devuelto el glamur a la historia contemporánea del club. Pero como nada es eterno, el actual tiempo de sinsabores resta con el presente más ingrato. Y hasta la eliminación en la semifinal de la Supercopa se canaliza como un sonado resbalón entre gran parte de la opinión pública, pese al reciente éxito de primavera. Si bien, la sangre no contamina el río entre la fiel hinchada, que rendirá al personaje eterna pleitesía. Pero sí entre quienes, también atléticos, no terminan de comprender alguno de los extraños movimientos que se provocan desde la dirección del banquillo.
La dirigencia se siente inquieta, desde la propiedad hasta el presidente. Tratan de analizar, alejándose de la vía temperamental, cómo un equipo que en el mes de mayo levantó el título de Liga atraviesa ahora por esta cacareada crisis de identidad: a dieciséis puntos de la cabeza en el campeonato de la regularidad, colándose in extremis en los octavos de la Champions, cayendo antes de tiempo en el primer trofeo en juego y con la intención de solventar la eliminatoria copera para cruzar otro tramo buscando la felicidad por el camino más corto. Más allá de los resultados, que nunca mienten, el equipo se encuentra con un entrenador que ha perdido algunas de los rasgos característicos que lo han acompañado durante esta década. Tampoco le ayudan gran parte de los componentes de la plantilla, que atraviesan por una falta de motores, de esfuerzo y de capacidad. Pocos se salvan del pobre rendimiento general, lejos de aquella calidad mostrada y demostrada sólo unos mesesantes y que condujo a la plantilla a completar una de las mejores primeras vueltas de la historia del Atleti.
El mensaje de Simeone no cala ya en el camerino, son muchos años y eso se nota, argumentan algunos de sus más leales para defender la intocable figura. Sin embargo, no parece que sea una cuestión léxica o de comprensión porque poco o nada se ha modificado en la táctica respecto al curso pasado, por ejemplo. Tampoco los jugadores se han cansado de ser guapos, parafraseando a Ancelotti, y no se ha dado la ocasión de empacho de victorias. Cuando uno rasca en la caseta, se da cuenta de que los futbolistas moran sin un líder (o dos, o tres) que magnifiquen su posición frente al resto y sirvan de enlace entre las doctrinas del técnico y el compromiso que debe agrupar para que todos caminen a la misma en el camerino, y después sobre el césped. Cuando tocan mal dadas, deben surgir y aparecer las personalidades de aquellos que presumen de liderazgo en el vestuario, cuya misión es doble: tirar de los que dudan y arrastrar a los que no creen, sin olvidar tender puentes con quien posee la llave maestra donde se desnuda la plantilla. En ese mismo espacio, se deben cerrar filas para encontrar la mejor fórmula para que todos se sientan sanos, algo que preocupa y mucho a la dirigencia. No vale señalar sin titubeo al preparador físico porque no se olviden, que éste también trabaja a las órdenes del jefe de todo.
El partido de Copa del Rey frente a la Real Sociedad debería ser un punto de inflexión, no de ruptura. La derrota contra el Athletic ha dado un duro golpe a la línea de dirección de Simeone. Precisamente, el técnico se crece en los momentos más adversos, en aquellos donde más cuesta levantarse. El argentino cuenta con los arrestos suficientes como para salir de este túnel oscuro. Recientemente, en un reportaje en El País Semanal explicaba sentirse con la fuerza de un toro ante las incógnitas que aparecieron cuando alguien que formó parte de su entorno más íntimo deslizó observar, bajo su perspectiva, un agotamiento en la persona del técnico. La respuesta del Cholo resultó combativa, pero lamentablemente todo ha ido a peor. En el duelo copero cuenta con la oportunidad de evitar lanzar más gasolina al fuego de la crisis. Para eso, en estos tiempos de amargura que le toca vivir, debe conseguir una buena puesta en escena para recuperar viejos principios.
Prácticamente casi nadie duda de Simeone entre los seguidores rojiblancos. Ningún dirigente le busca, ni le buscará, las cosquillas. Son conscientes de que nunca encontrarán mejor protección externa ni mejor elemento estable en la defensa de la sociedad anónima deportiva. Con el sudamericano, han logrado cambiar de estadio y de escudo sin dramas sociales, y eso también se reconoce. Por eso, larga vida al absolutismo del Cholo. Que esta desilusión con que hoy transita sea pasajera. Por si acaso, el ego del técnico recibirá un impulso de gloria con el cúmulo de protagonistas que agrandarán aún más la figura del argentino en la historia de su vida.
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