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Los viernes de Iván Castelló: Más del Cholo que nunca

Iván Castelló

Actualizado 25/11/2021 a las 21:43 GMT+1

Sigue el acoso a uno de los mejores entrenadores del fútbol moderno. Sí, el argentino Diego Pablo Simeone. Y continúa la presión con no se sabe qué fin. Bueno, quizás sí. Minar, porque minar es fácil cuando nada se debe a un rival directo de Real Madrid y Barcelona, sino una vigilancia constante para que no emerja; y saldar cuentas pendientes.

Diego Simeone (Atlético)

Fuente de la imagen: Getty Images

Que lo pendenciero está a la orden del día, que el quite del perdón no se lleva más y que nadie olvida el qué hay (había) de lo suyo.
Es por eso que en las derrotas, que las hay (y más de las previstas), aparecen los aguerridos defensores del viaje hacia ninguna parte, pero del viaje, del cambio. Aunque sin red. Porque la pregunta ciertamente es siempre la misma cuando aparecen los oscuros que se comen a los claros: ¿Habría un plan mejor que con Simeone en un club de la idiosincrasia mercantilista del Atlético de Madrid? Pues a los hechos, y a las sensaciones (que importan, al menos, a buena parte de la masa social), hay que remitirse y saludar en posición de bien cuadrados a la década prodigiosa del Cholo. Nada, ni nadie, no sólo lo podrá superar sino igualar.
No hay más que ver el permanente vaivén de otros banquillos. El último, el Manchester United, que no ha querido aguantar a su hombre de la casa, OGS (Ole Gunnar Solskjaer), y se trae a un adusto alemán cuyo mejor momento pasó, Ralf Rangnick. O el PSG (pesgé, París San Yermán, así debe pronunciarse, que no se pronuncia así), que echa pestes de Pochettino y que ni ganó la última Liga granjera.
Pues el Atlético de Madrid, sí, sí ganó la suya, no granjera sino industrial, la Liga española, la que dicen que es la mejor del mundo aunque puede que cuando la ganan otros. Y fue el vencedor por justicia, con un serio liderazgo mantenido partido a partido con ambición de campeón y no por una pausa de hidratación como adujeron los botarates del levante las palmas, que no es un partido sino un acto de genuflexión ante el de siempre.
Así que no, no hay mejor plan en el horizonte. El camino lo marca Simeone, quien probablemente volverá a abrir las aguas del mar rojo y blanco. Porque también se trata de amor a unos colores. Y pocas historias más apasionadas se pueden encontrar que la de Simeone y la hinchada rojiblanca. Será envidia entonces.
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