Los miércoles de A. Sanz: El hastío de Suárez, la desazón de Joao y la responsabilidad del Cholo

Pintan bastos en el presente del entrenador. Simeone atraviesa el momento más crítico de su larga, larguísima, etapa rojiblanca. Cuando cumple diez años al frente del equipo madrileño, el recorrido se escribe con mayúsculas con eterno agradecimiento por parte de seguidores, propietarios y hasta gran parte del gremio periodístico. Se siente que se ha recuperado un grande para redondear la causa futbolística y hacerla más distraída, rompiendo así el duopolio con que arrancó el nuevo siglo. Hubo algunos clubes (Deportivo y Valencia) que alteraron la monotonía que presentaba el campeonato con la eterna disputa entre los dos colosos, pero poco más hasta la llegada del argentino. Por eso, la resurrección atlética se ha guiado con buen tono desde muchas atalayas sociales y mediáticas. El Cholo se ha ganado el respeto y la admiración de los críticos gracias a la cosecha de buenos resultados adquiridos. Su leyenda ha crecido en esta década, al tiempo que se asentaba una figura de intocable.

El Atleti cierra en Granada un 2021 donde ha celebrado el segundo título de Liga en ocho temporadas. Con una primera vuelta incontestable, el año natural lo ha escrito entre grises. Arrancó cayendo eliminado de la Copa por el Cornellá y se despidió pronto de la Champions (le tocó medirse al posterior campeón). Pero la energía se centró en salvar el título gracias a la inercia del gran primer giro del torneo, logrando superar al Valladolid en la última jornada en lo que resultó otra final más superada. En este nuevo campeonato, el técnico argentino no ha terminado de mostrar las mejores cartas de su equipo, que se ha mostrado dubitativo, fallando en defensa de manera inesperada, frágil a balón parado y rotando el sistema de juego con demasiada incoherencia inclusive durante el transcurso del mismo choque. Demasiadas dudas y mucha montaña rusa. La leyenda del ‘partido a partido’ también ha quedado sacudida por las urgencias, como las modificaciones tácticas que han sido una constante para debilitar los buenos argumentos que siempre arroparon el estilo primitivo: defender como primer y casi único mandamiento. Por aquí nació la fortaleza que le condujo a éxitos y trofeos.

Pero Simeone no sólo encadena derrotas, debe afrontar una crisis de vestuario, algo que le irrita profundamente. Sin un núcleo duro que controle a los díscolos, le nacen dos problemas públicos: las ganas de Joao Félix de abandonar el club y el buen hacer para domar el mal carácter de Luis Suárez. Las dos acciones deberían ser manejadas con mano firme, pero sus opiniones chocan frontalmente con la dirección. Si el entrenador pondría al portugués en el mercado para dejarle volar porque no encuentra encaje en la manera que uno y otro sienten el fútbol, la propiedad estima todo lo contrario como demostró en verano cuando negó el traslado al FC Barcelona. Entre medias, el asesor deportivo del ‘7’ coloca picante a la ecuación filtrando, a través de sus trompeteros de cámara, las ganas del luso de buscar un mejor destino, más acorde con las condiciones que lo llevaron a ser el joven más prometedor del continente, algo de lo que queda ya muy poco y que ha provocado la desazón que hoy lo acompaña. En la rueda de prensa previa a Sevilla, el Cholo tuvo que contestar la mitad de las preguntas del día sobre el futuro de Joao. Algo que también le irrita.

Con Suárez ha rememorado episodios del pasado. Muy pocos jugadores se han significado en contra del entrenador en esta década, tal y como lo hizo el uruguayo en Nervión. Otra vez choca Simeone con un delantero centro. Si el supuesto insulto para el técnico es producto del calentón, el estilo de juego es lo que marca el hastío en la relación. Ya le sucedió con Mandzukic, a quien no pudo domar y solicitó el traspaso a la cúpula. No por el estilo, pero sí por el protagonismo llegó el pique con Diego Costa, con quien se llegó a fotografiar durante una cena siendo éste ariete del Chelsea. Esa buena sintonía quedó rota por los pocos minutos que, a entender del brasileño, aparecía sobre la hierba. Ahora la sequía de goles de Luis, unida a la irrupción de Cunha, delantero más al espacio, provoca que el goleador charrúa explote tras ser cambiado por enésima vez. Siete partidos seguidos sin anotar es duro para quien logró 21 tantos en el curso de campeón. La impresión, desde fuera, es que no sólo es culpa del atacante. Si el balón no llega al área en disposición de remate, mejor prescindir de él…porque agranda su aburrimiento en el césped. A todo esto, la propiedad cuenta con la patata caliente de renovarlo o dejarlo salir.

Koke, Llorente, Oblak, Savic, Trippier, Lemar… son algunos de los futbolistas rojiblancos cuyo rendimiento dista mucho de su capacidad. Por aquí nace la responsabilidad del técnico, que debe ser capaz de recuperar la mejor puesta de escena de todos estos internacionales. Entre lesiones y bajo rendimiento, el Atleti vive en un vaivén desconocido. También es anormal que el equipo se despiste en el tramo final del partido como sucedió en las dos visitas a Valencia, ante el Mallorca o el propio Sevilla. Falta contundencia y tranquilidad, explicó el entrenador argentino, como reflexión a una nueva derrota. Precisamente la falta de estos argumentos es la faceta que atestigua que el Atleti de Simeone habita herido. El orgullo del campeón saldrá porque mimbres existen. Falta saber si ese coraje y corazón que dicta el himno podrá aplicarse en este tiempo de incertidumbre. Es asunto de todos, del técnico y de la plantilla.