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Los viernes de Iván Castelló: Mi amigo Mou

Iván Castelló

Actualizado 22/10/2021 a las 09:36 GMT+2

La vida, siempre incierta, te lleva también por caminos inescrutables y te pone en sitios que ni soñados. Y tampoco está tan mal que así sea. Que lo previsible no es top, ese término corto, directo, muy reconocible en el todavía entrenador de fútbol José Mourinho.

Jose Mourinho, perplejo en la derrota de la Roma por 6-1 en la Conference League

Fuente de la imagen: Getty Images

Son esos vaivenes inesperados, decíamos ayer, los que, en realidad, ponen a prueba una realidad: se puede ser ‘hater’ y fan a la vez de otro ser humano, en esta oportunidad de un protagonista del deporte rey. Es mi caso con Mou, un prestidigitador de las emociones que despierta, una montaña lusa del cero al cien.
El caso Mourinho me viene a la inspiración de la columna de los viernes aquí en mi casa, Eurosport, porque un mismo personaje me ha llevado a los dos extremos gracias al redondo de nuestras vidas, a la pelota de fútbol, a la circunferencia sin ‘terraplanismo’ del bendito balompié. Y porque el portugués más universal tras Cristiano Ronaldo (y que me perdone, por favor, José Saramago) vuelve al podio de la actualidad por entrar en la historia del Bodo/Glimt noruego (atención, todos sus partidos siempre cada finde en directo en el Player de Eurosport).
Un 6-1 (set y partido) una helada noche de Conference League (si lo sé no vengo) en Noruega (3 grados, que lo miré en Google) para una Roma que es algo más que un representante de la capital de Italia. Es una forma de vida, la orgullosa vida romanista, ahora vapuleada por un resultado insultante: ¿Ma che cosa hai fatto?
Sobre José Mourinho ya se dijo casi todo. Como para necesitar a un abogado defensor. O como para formar parte de la acusación particular. Se comentó toda la paleta de colores y nunca con indiferencia. Ese fue su gran éxito, su sello personal, la poción mágica de un fenómeno ya extinto, el ‘mourinhismo’. Porque su decadencia como técnico (cada temporada un poco menos) ya no lo permite más.
Comandante en jefe de la guerra civil más cruenta de nuestro fútbol, Mou alcanzó el paroxismo como entrenador del Real Madrid y llenó de razones miles tanto a sus críticos como a sus aduladores. Fue mi momento de desapego extremo con alguien que quiso ganar de cualquier manera con los palmeros de su lado, los ‘fanas’ de la desinformación.
Y, después, llegó mi momento sirope cuando lo entrevisté individualmente una mañana sin niebla en Londres para Eurosport. Un momento de tal cercanía que me dejó una imagen bien distinta del genio de Setúbal, ahora fascinante. Así que entre esas dos aguas he navegado hasta el 6-1 del Bodo sin Illgner. Ahora ya lo tengo un poco más claro: Mou, nunca y siempre. Y que viva la ceremonia de la confusión.
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