Mbappé o cómo Ramos cocina a fuego lento su venganza de Florentino

Florentino Pérez había perdido muchas partidas de ajedrez con los hermanos Ramos. En realidad las había perdido todas. Cada renovación de Sergio por el Real Madrid se saldó con un triunfo de los sevillanos, logrando en la mayoría de las negociaciones, que tenían más de guerra sucia que de otra cosa, las demandas del futbolista. Pero una dolió más que el resto al presidente. Fue aquella que concluyó con Sergio renovando por el Real Madrid por cinco temporadas a razón de diez millones netos por temporada.

Aquella negociación fue especialmente cruenta para René, al que atacó con crueldad la prensa del Florentinato, la misma que ha callado con obediencia lasaliana durante la publicación de las escuchas del presidente. Sergio se tomó aquello como algo personal y el tira y afloja llegó a vivir episodios altisonantes en el reservado de algún conocido restaurante. Pero ganó Sergio. Ganó dinero, demasiado para el presidente, y un estatus que le convirtió en el capitán y mito del madridismo y en el vestuario en el último lustro, por no decir década.

Pero Florentino esperó su momento para cobrarse una venganza al altura de la animadversión que había ido acumulando estos años. Y el momento llegó hace poco más de un mes. El pasado 17 de junio Sergio Ramos fue despedido con honores del Real Madrid por orden del presidente. Pérez manejó la negociación con inteligencia y aprovechó la suficiencia del sevillano para dejarlo sin contrato y literalmente en la calle. El estado de shock de Ramos y su familia esa mañana en el palco del Bernabéu retrataba la indignación por la maniobra de Pérez. A Sergio no le despedió un Bernabéu con las gradas llenas, se marchaba del Madrid despedido por el silencio metálico de una colección de trofeos alineados para despedirlo casi con la resignación del condenado que va al cadalso. Ramos se marchó con el mismo gesto desorientado que Iker Casillas, Raúl, Vicente del Bosque o la larga nómina de leyendas del club a las que Florentino ha descalificado de forma gruesa en las escuchas publicadas por El Confidencial.

Florentino había ganado. O eso creía el "ser superior". La salida precipitada de Zidane despertó inquietud en las altas esferas del Real Madrid porque Zizou era el interlocutor del club con Kylian. Era el mentor del delantero y el entrenador que el delantero quería tener en Madrid tutelando su desembarco. Zidane se fue y se rompió ese puente. Pese a ello, el Real Madrid parece haber jugado bien sus piezas y Mbappé se mantiene firme en su negativa a renovar por el París Saint-Germain. Al menos hasta ahora.

Sin embargo, en la ecuación de Florentino solo había una variable por despejar, la presión por renovar de Al-Khelaifi. Y la realidad es que ahora en la ecuación Mbappé hay otra incógnita que el Madrid no domina: la irrupción de Sergio Ramos en escena, sumada a la presencia de Pochettino. El sevillano tiene claro que Mbappé acabará vestido de blanco, pero si logra convencerle para que retrase su fichaje por los blancos un par de temporadas, las mismas que él tiene firmadas con los parisinos, entonces se habrá cobrado cumplida venganza de Florentino. Ramos conoce los códigos del vestuario y es un tipo con suficiente carisma para convencer a un Mbappé que ha perdido la referencia de Zidane en Madrid, que sabe que a Benzema no le queda mucho, y que ahora sabrá de primera mano por Ramos que ninguna estrella sale bien del Madrid de Florentino. Porque la única estrella del Madrid es él. A Ramos le ha costado entenderlo, tanto que al final se quedó en la calle. Veremos si Mbappé hace más caso a Sergio Ramos o al lenguaraz Florentino.