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Los jueves de Luis Villarejo: El 4 de Ramos

Luis Villarejo

Actualizado 17/06/2021 a las 14:24 GMT+2

El periodismo cumple retos. Uno de mis objetivos siempre fue participar en ver juntos a Pirri y a Sergio Ramos. Lo pude disfrutar en la revista del Real Madrid. Fue una foto simbólica en el año 2007.

Sergio Ramos

Fuente de la imagen: Getty Images

Los dos sentados, con el 4 en la espalda de sus camisetas. Era entonces un Sergio imberbe, pelo largo, con ganas de comerse el mundo, al lado de un ídolo como Pirri, leyenda auténtica, que también lució el 4 toda la vida. Ese tipo de reportajes dan identidad a una institución. Y por eso se hizo.
Maestro y alumno. Consejos de veterano. Dos tipos mediáticos, cada uno en sus época. Pirri se casó con la actriz Sonia Bruno y fue portada de las revistas del corazón. Igual que Sergio Ramos en el siglo XXI. Su enlace con Pilar Rubio acaparó todas las tapas que dirían en Argentina. La popularidad no cambia. Y el 4 del Madrid sigue siendo un personaje de documental. Y es que sus vidas son de cine. Es la fuerza de un capitán del Madrid. Pirri puede presumir de la laureada, la máxima condecoración del club. Jugó una final de la Recopa en 1971 con el brazo en cabestrillo; y una final de Copa en 1975 con fiebre y la mandíbula rota.
Dos tipos con coraje, que han sentido la camiseta del Madrid. Porque Sergio dio su corazón siempre. Y sabe también lo que es jugar infiltrado. Desde el primer día que llegó del Sevilla FC, sin duda uno de los fichajes más rentables en la historia del Real Madrid. Los dos, grandes capitanes, líderes soberbios, gente que contagia entusiasmo a la tropa, con una personalidad apabullante.
El futbolista heroico del Madrid suele acabar su carrera con heridas de guerra. Con cornadas de doble trayectoria. Es el precio de la jerarquía, del mando, de andar con los brazos atrás cuando saltan al césped en los entrenamientos, como los militares con graduación. Suelen dejar el club con una cascada de lesiones interminables que les acompañan el resto de sus vidas.
Un buen día conocí a Pirri en persona. Me tocó casualmente al lado en un bus de un viaje con vuelo chárter con bus posterior incluido en algún partido de la selección española. Le confesé la inquietud que mostraba en su día cuando uno de chaval escuchaba a García en la radio y Pirri siempre era duda de última hora por una lesión mal curada. Habrá prueba minutos antes del partido, se escuchaba en la radio. Pepe Pirri jugó siempre al límite. Y llevó mucho angustia a los aficionados al fútbol con tanta duda. Eso ahora no se lleva. O estás o no estás. Las plantillas son ejércitos donde hay suplentes infinitos.
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Ramos, la enésima leyenda en marcharse del Madrid por la puerta de atrás

Sergio Ramos anuncia este jueves su marcha del club con una colección de récords. Los títulos y las condecoraciones se le caen del bolsillo. Se va en medio de una negociación extrema, televisada por ambas partes y entornos, y con un aroma a culebrón que ya resultaba cansina en los últimos meses. Ramos, por un lado, no ha tenido suerte a la hora de pedir el aumento de sueldo. Lo hizo en un mal momento. Una pandemia atroz ha puesto patas arriba los balances de los clubes, caninos todos, a la espera del regreso del público a los estadios.
Porque Sergio, en un paisaje normal, habría blindado de oro su cuenta corriente en el Madrid o en cualquier club del mundo con su nuevo contrato. Los clubes grandes europeos andan tiesos. Salvo los clubes estado. Con el tiempo además, todo esta negociación se fue deteriorando y llegó un momento donde el Real Madrid miró para otro lado.
Hay una asignatura pendiente en el mundo del fútbol, que es la aplicación de la renovación descendente. El futbolista debe cobrar su gran contrato en la hora feliz. Cuando está con la sartén por el mango. No al final de sus carreras. Es un error que no resuelve ninguna Escuela de negocios. En ese escenario de final de carera todo se vuelve confuso, la toma de decisiones están llenas de dudas. Se mira el DNI y el rendimiento. Y la ecuación no sale nunca bien. Sólo hay que mirar la hemeroteca de agraviados. El FC Barcelona conoce bien las hipotecas que tiene con futbolistas que rebañan salarios fuera de mercado justo en sus últimas bocanadas, cuando ya no tienen la fuerza de antaño.
Sergio Ramos mereció llevarse la banca el día que ganó la Décima en Lisboa. Su gol no fue uno más. Fue el gol del Madrid de este siglo. Las partes, clubes y jugadores, deben acostumbrase a que esos puntos de inflexión marcan el futuro. Ahí, el jugador manda. Y el club debe ser generoso.
Con Sergio Ramos se va una manera de entender el Madrid. Una cadena de mando que en su día comenzó Pirri y que heredaron en este último tramo Hierro, Raúl, Iker Casillas, gente con influencia, futbolistas con galones, con una manera especial de entender el vestuario del Madrid. Hoy comienza otra era. Ramos era el último bastión de ese perfil de liderazgo español, de gran reputación por ser campeón del mundo. Deja un legado imborrable. Y la vitrina llega de títulos. El ruido de estos días se apagará con el tiempo y como dice Guti y además han hecho todos los demás capitanes en algún momento, volverán al club a echar una mano y expandir la marca Real Madrid.
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Sin renovación, sin Euro, sin títulos y lesionado: el amargo final de Ramos en el Madrid

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