Real Madrid | Los jueves de Luis Villarejo: La luz de Carlo Ancelotti

Ancelotti tiene un punto de inflexión meritorio en su vida. Un instante que pone de relieve su alto nivel de resiliencia. Dirigía al Milán que perdió la Champions League en Estambul ante el Liverpool de Rafa Benítez en, posiblemente, la final más emocionante de la historia. Ganaba el Milán 3-0 al descanso. Pero el Liverpool dio la vuelta con tres movimientos tácticos.

Ancelotti fue capaz de levantarse, volver a ganar, levantar títulos y ser un entrenador grande y codiciado en Europa. Un técnico amable, exigente y cercano. Desde su entorno más próximo, cuentan que una de sus grandes virtudes es ser normal. Sí, ser normal. Es un atributo en alza. Mirar a los ojos del interlocutor. Una cualidad clave en el fútbol de hoy, donde el entrenador vive a menudo encorsetado en la sala de prensa. Dominar esa suerte, te hace ganar 1-0.

El nivel de preparación de los entrenadores y sus equipos técnicos hoy en día es enorme. Y similar. Los ejércitos de analistas son de primer nivel en todos los grupos de trabajo profesionales. Hay un buen número de jefes tácticos con capacidad para dirigir al Madrid. Las diferencias entre unos y otros está en la forma de comunicar. Las cuatro comparecencias semanales que sitúan al entrenador en la portavocía del club, convierten a Ancelotti ahora mismo en una persona clave para dar calma a la institución.

Ancelotti lo bordó en su presentación. Echó agua al fuego con maestría. Mensajes repletos de naturalidad, cordiales, que muestran agradecimiento por permitirle disfrutar de la vida en un club del fuste mundial del Madrid. Ancelotti, con la vida hecha, viene a disfrutar, no a sufrir y vivir amargado. Es una ventaja de saque.

Elegir entrenador es una de las elecciones básicas en la hoja de ruta de un club. El Real Madrid no tiene reparo en repetir cargo históricamente. Siempre hay un final agrio. Los resultados mandan. Pero cuando todo cicatriza, todos pueden volver. Hubo segundas oportunidades para Del Bosque, John Toshack, Leo Beenhakker, Fabio Capello, Zidane y ahora Ancelotti. En caso de incertidumbre, mejor lo ya conocido.

El técnico italiano siempre tuvo las puertas abiertas del Madrid. José Angel Sánchez, su director general, creyó en él desde el primer día. Y ahora se enfrenta a un proyecto nuevo donde su sensibilidad y mano izquierda serán claves para recuperar futbolistas en horas bajas. Y si puede, poner en valor a chicos de Valdebebas, una fábrica que da dividendos positivos en las cuentas del club todos los años. Valdebebas es una fuente de ingresos importante.

Ancelotti, de futbolista, jugó en el gran Milán de Arrigo Sacchi. Cuenta en su libro Marco Van Basten, su compañero de equipo, que su labor, a pesar de la debilidad de sus rodillas era encomiable para sujetar el balance ofensivo de aquella máquina de hacer fútbol. Italia, con Ancelotti al frente, enseñó a los holandeses a vivir diferente. A vestir mejor y quitarse el chándal, a llevar sus enseres de baño en un neceser de piel y no en bolsas de plástico como iban él y Ruud Gullit. Y sobre todo, a mantener conversaciones de todo tipo, especialmente de cocina, preparar pasta y cortar jamón de Parma, donde como narra Van Basten, Ancelotti era el número uno.

El Real Madrid ficha con Ancelotti al hombre de empresa. Un tipo discreto, enamorado de la ciudad de Madrid, de la Puerta de Alcalá, y que cautiva con su felicidad infinita. Será difícil que se irrite. Su experiencia en inteligencia emocional le da margen de maniobra. Ahora le toca ganar.