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Mortero, año 100

Rubén Uría

Publicado 28/05/2015 a las 16:57 GMT+2

A caballo entre la década de los locos años veinte y los treinta, el football se abría paso a través de las fronteras, y aquel juego que arrasaba en los campos de Inglaterra llegó a cruzar el charco, para causar furor en Argentina.

Eurosport

Fuente de la imagen: Eurosport

Eran los tiempos en los que los futbolistas eran amateurs, en los que los jugadores no llevaban dorsales en las camisetas, y en los que sólo se distinguía a unos de otros por la posición que ocupaban en el campo. Eran los tiempos en los que en toda La Argentina sólo se hablaba de un center-forward (delantero centro) bajito, de aspecto liviano, que tenía un pie de acero. Ariete de Tigre primero- equipo popularmente conocido 'Matador'-, y de River Plate después, aquel center-forward de Santa Fe se convirtió en el hombre de moda del país. Los porteros contrarios le tenían pánico, y los defensas rivales no osaban ponerse en su camino cuando armaba la pierna para ensayar su mortífero disparo. Su espectacular potencia en el chut le valió el sobrenombre de 'El Mortero de Rufino', y su leyenda como goleador implacable estaba más que justificada: Anotó 206 goles en 194 partidos. Él fue el pionero de los goles de falta, uno de los precursores del profesionalismo, y uno de los primeros héroes del fútbol sudamericano. Aquel pie de acero, aquel santafesino que disparaba obuses y rompía redes, se llamaba Bernabé Ferreira.
Sus primeros pasos con la pelota fueron en la ciudad de Junín, para ser más exactos en el Club Newberry, donde demostró sus admirables condiciones y un insaciable olfato de gol. Fue entonces cuando Tigre, el Matador, decidió poner toda la carne en el asador para conseguir sus servicios, algo que finalmente consiguió en el año 1927. Fue allí, en el vestusto campo del Matador, cuando el joven Bernabé alcanzó su fama por todo el país gracias a su extraordinario disparo, que no sólo dejaba aterrorizados a los porteros, sino que también sembraba el pánico entre las defensas contrarias. Dos años más tarde, en 1929, debutó con Argentina en partido frente a Uruguay, aunque en aquellos tiempos el gran ariete de la albiceleste era otro genio, Guillermo Stábile. Un año después, en 1930, fue integrante de lujo de la exitosa gira que realizó Vélez Sarsfield por Chile, Perú, Cuba, México y Estados Unidos. Su paso por el primer Mundial de la historia, el de Uruguay, en 1930, motivó que su fama fuera aún mayor.
Consagrado como gran goleador, merced a su disparo terrorífico, Ferreira se convirtió en el oscuro objeto de deseo de los grandes argentinos. Tuvo ofertas de Independiente, de Rácing de Avellaneda e incluso de Boca, pero acabó fichando por River Plate en 1932, en una operación que se convirtió en el mayor escándalo de la época. Los Millonarios de Buenos Aires pagaron 32.000 pesos por el fichaje de 'El Mortero de Rufino', una cantidad desorbitada, prohibitiva, que se convirtió en el primer fichaje sonado del profesionalismo. Bernabé Ferreira y su cañón hicieron historia en el equipo bandasangre. Jugó para River durante casi ocho temporadas, hasta 1939, llevó al barrio de Núñez al título nacional en tres ocasiones (1932, 36 y 37). En 1932, Bernabé, El center-forward de los 32.000 pesos consiguió ser el máximo goleador de Argentina. Lo hizo a base de goles imparables, de pelotazos cósmicos, de bolas de fuego que salían disparadas de su pie a velocidades imparables. Gracias a un cañón que tenía en el pie, cuyos proyectiles llegaban con tanta fuerza a la portería que, en muchas ocasiones, destrozaban las redes del enemigo. Su potente shot a portería le sirvió para ser conocido como 'La fiera' primero, 'Balazo' más tarde y 'El Cañonero' después.
Su capacidad para devastar porterías era tal, que un periódico de la época decidió premiar con una medalla honorífica al portero que lograra mantener su puerta a cero durante un partido contra Bernabé Ferreira. Los libros de historia cuentan que sólo dos porteros consiguieron la hazaña: Sangiovanni (Independiente) y De Nicola (Huracán).
Cuenta la leyenda que el gran secreto de la potencia del cañón de Ferreira y sus violentos remates consistía en la pelota. En aquella época, el balón ya era pesado de por sí, pero cuentan que, cuando su equipo jugaba de local, la pelota era sumergida durante horas en un balde con agua, para endurecerla y convertirla en una auténtica piedra. Quizá por eso, cuando el bueno de Bernabé conectaba su pie de acero contra la pelota, las barreras de las defensas se abrían, atemorizadas, para no recibir el salvaje impacto. Fiel reflejo de aquella situación fue el tango de Agustín Paredes, con letra de Carlos Deamici, cuya estrofa más célebre rezaba así:
[...] A todos los rivales les entra el desconcierto / Cuando ven que ha caído la ball en su poder / Se plegan en la valla, la ponen a cubierto / Porque saben que un 'quite' es un vano pretender [...].
Cuentan las memorias de Ferreira que su fama de cañonero despertó tanta expectación que, en cierta ocasión, el argentino más universal de todos los tiempos, el rey del tanto, Carlos Gardel, se acercó a verlo a la cancha. Cuando acabó el partido de River, Gardel se presentó ante 'La Fiera' y le dijo:
-Así que vos sos La Fiera... Quería conocerte.
El goleador, asombrado del interés de Gardel, tiró de modestia.
-No, maestro - contestó Bernabé- Cuando canta, La Fiera es usted.
Bernabé Ferreyra fue el primer gran goleador de Argentina, fue el primer gran ídolo de River Plate y tan famoso en el país, que le dedicaron varios tangos y hasta una película. En 1939 se vio obligado a retirarse, debido a los múltiples golpes recibidos por los zagueros contrarios, que le habían provocado demasiados desgarros musculares en sus potentes piernas. Ferreira, que había consagrado toda una vida dedicada al gol, decidió acabar sus días alejado de la pelota, y pasó el resto de sus días en una oficina, trabajando como notario. Falleció un 22 de mayo de 1972, a la edad de 63 años.
Los más viejos del lugar sigue contando, de abuelos a nietos y de padres a hijos, la historia de un mito al que se conoció como 'El Mortero de Rufino'. Siguen relatando que una vez, allá por los locos años veinte, hubo un goleador tan respetado como temido. Que una vez hubo disparos a puerta con alma y corazón. Que nadie tuvo semejante potencia en la patada. Que una vez existió un tipo que se llamaba Bernabé. Que una vez, allá a finales de los locos años veinte, existió un futbolista que tenía un cañón por pie. El mito nació en febrero de 1909 en la ciudad santafesina de Rufino. Han pasado cien años desde que existiera un tipo que tenía un cañón en el pie. Un siglo.
Rubén Uría / Eurosport
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