Los jueves de Luis Villarejo: La palabra de Mbappé

Y por tanto, aquellos futbolistas con ofertas descomunales para cambiar de empresa, deben exprimir el limón este verano, lo antes posible. Y así poder regalar a sus padres, montañas de oro.

Los niños futbolistas guardan gran respeto y cariño por aquellas personas que durante años han ejercido de conductores en sus coches, llevándoles a los entrenamientos. Me cuentan que Fayza Lamari, la madre de Mbappé, ejerció de choferesa abnegada en Mónaco hasta que el chico fue mayor de edad y tuvo carnet de conducir. Eso nunca se olvida. Y como buen hijo, intentará compensar a su madre.

Su influencia es decisiva en el futuro del futbolista. Su historia, su culebrón de si ficha o no ficha por el Real Madrid pasará a los libros de historia del fútbol. Ya entra el asunto en su recta final y el suspense y la inquietud se ponen de manifiesto porque el chico envía en las últimas horas mensajes extraños.

Mbappé dio su palabra al Madrid. Pero la visita del Emir de Qatar esta semana a Madrid y las asiduas visitas del presidente del PSG, Al Khelaifi, a restaurantes del barrio de Salamanca y los comentarios que se oyen en las furgonetas de lujo que trasladan a los VIPS del fútbol estos días, han contaminado algo la euforia que había en la ciudad por este fichaje.

El hartazgo es considerable ya en el personal. Y esperemos que el laberinto, el desgaste emocional que tiene en vilo al mercado acabe cuanto antes. Este sábado juega Mbappé su último partido del año con el PSG ante el Metz a las 21 horas. La expectación es máxima. Y habrá una lupa sobre Mbappé que fiscalizará todos sus gestos. Su celebración en sus goles, si surgen; sus miradas de complicidad a sus compañeros, todo su lenguaje corporal a estudio para escrutar pistas que ayuden a iluminar su futuro.

Al final del partido en la zona mixta, si anuncia que va al Madrid, enhorabuena; pero si finalmente sucumbe a la presión social y política de Francia y Qatar, y Kylian Mabppé anuncia que se queda, dejará vía libre por fin al Real Madrid para preparar su final, un partido que ha pasado inadvertido estos días, y que Carlo Ancelotti ultima con mimo al detalle.

Porque hay una final en París. Y la plantilla optimista del Madrid merece trabajar con calma. Un título de Champions ante el Liverpool pondría al Madrid en un status de supremacía absoluta. Una final donde Mohamed Salah aguarda su hora con ganas de revancha absoluta. Un duelo que Ancelotti plantea con cautela y humildad sabiendo que Jurgen Klopp ha encontrado en el Liverpool posiblemente a dos de los mejores laterales del mundo con Alexander Arnold y Robertson, dos piedras en el zapato para Vinicius, Rodrygo o Asensio.

La final de Champions en París, por cierto, reunirá un puñado de leyendas en la grada. Será uno de los planos hermosos de la noche. Echaremos de menos a Paco Gento, habitual en la fan zone estos años la mañana de la gran final. El Liverpool acudirá con todas sus leyendas. Máquinas de facturar, por cierto. La camiseta más cara que vende el Liverpool en su web oficial es la Steven Gerrard. Enmarcada y con su firma, una réplica de la final de Estambul en 2005, la que ganó al AC Milán de Ancelotti, cuesta 520 euros. Puro fútbol, mientras esperamos si Mbappé cumple con su palabra.