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Opinión | Los jueves de Luis Villarejo: Mbappé y Haaland, juntos en un 1-4-2-3-1

Luis Villarejo

Actualizado 06/01/2022 a las 09:20 GMT+1

Viene Kylian Mbappé de marcar tres goles en la Copa de Francia contra el Vannes, un modesto club de cuarta división. Tiene valor siempre marcar tres goles, sobre todo si son hermosos, con desmarques de ruptura de regalo y disparo a la escuadra.

Kylian Mbappé lors du 16e de finale de Coupe de France entre Vannes et le PSG

Fuente de la imagen: Getty Images

Nunca es fácil firmar un triplete. La pasada noche no pudo nadie del Real Madrid marcar tres goles, sin ir más lejos, al Alcoyano (1-3). Tampoco un jugador del FC Barcelona al Linares (1-2).
Dos partidos animados de Copa del Rey con este formato tan competitivo, que han puesto este año a los grandes con las orejas tiesas para no repetir el caos de la campaña anterior.
Es una temporada atípica. Mientras llega la Supercopa de Arabia donde vuelve el ruido, el fútbol mundial mira el futuro de Mbappé y de Haaland.
Haaland se ha perdido estos días de Navidad en Marbella. Ya puede aprovechar. El día que fiche por el Madrid se le acabó la calle. Las fiestas ya serán privadas o en un reservado. Llama la atención que se mezclara con la gente según cuentan los testigos de fiestas estos días.
Los puristas preguntan a menudo. Pero ¿Cómo jugaría el Madrid con Mbappé, Haaland, Vinicius y Benzema? ¿Caben todos? La respuesta es sí.
Ancelotti tendría que cambiar su 1-4-3-3 tradicional y convertir su módulo en un 1-4-2-3-1, blindando el medio centro con Casemiro y Kroos o Modric, dejando por delante a Mbappé, Benzema y Vinicius; y Haaland en punta arriba. Todos, con libertad de movimientos.
Es una opción para que entren todos en un once inicial. No suena mal. Porque es un equipazo. Más de uno tendría que correr por otro. Y se plantearía un juego de egos apasionante.
No se acuerda mucha gente, pero el Real Madrid llegó a jugar de forma mucho más asimétrica en la época famosa de los galácticos. Aquello sí que era un milagro. Un puzzle. Era difícil encontrar la armonía. Jugaban Beckham, Zidane, Guti, Figo, Raúl y Ronaldo.
Beckham y Figo se movían en el mismo puesto en el flanco derecho. Se solucionó sin estridencias. Figo pasó a la izquierda. O incluso Beckham de medio centro. Era una colección de medias puntas, Zidane, Guti, Raúl. Pero cabían todos. Con un lateral largo como Roberto Carlos. Y con una defensa de menos fuste que la actual donde hay tipos como Militao, Alaba y posiblemente Rüdiger el año que viene.
El fútbol del siglo XXI se juega todos los días. No sólo el ‘match day’. El nuevo estadio va a facturar todos los días. El Gugghenheim de titanio que será el Bernabéu va a ser un enorme escaparate comercial. Y ahí encaja Mbappé y por supuesto Haaland si apuesta por el Madrid. Una dupla así de fichajes en el mismo mercado sólo lo ha ejercitado el PSG con Neymar y Mbappé al llegar de una tacada.
La pantalla curva infinita en forma de anillo más grande del mundo la disfrutan en Los Angeles, en el SoFi Stadium en Inglewood, con la NFL. También en el recinto de los Dallas Cowboys, con esa pantalla de cine gigante que cuelga en el aire en el medio del césped. Son enormes estructuras, que necesitan actores para que el público pague entradas y consuma en el perímetro.
Siempre fue el gran reto del Real Madrid. Que el público coma, cene y consuma en el entorno. Ahora sí habrá un imán, una atracción especial con esta remodelación faraónica.
Pero con Mbappé y Haaland, a poder ser, dentro del campo. El Real Madrid es una multinacional espectacular. Desde su zona de márketing siempre se ha comparado al Madrid con Disney a la hora de hacer un análisis de la industria del entretenimiento.
¿Qué se hace con los personajes Disney?. En el Madrid siempre se dice que a Mickey Mouse se le cuida, se le quiere y se explota su imagen en Disneylandia y en la tele. Ese será el plan del Madrid. Proteger a Mbappé para convertirle en una locomotora que va a liderar la explotación del nuevo estadio.
Uno de los grandes retos de Ancelotti sería que Mbappé y Haaland no quisieran ser un Michael Jordan de la vida y llevarse el balón a casa. Y para LaLiga, como patronal, sería un golpe espectacular.
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