Los viernes de Iván Castelló: Messi, Ibai y la encrucijada del periodismo deportivo

Pero qué digo la semana. El mes, el año, la década, el siglo. Es lo que tiene el deporte profesional con su enjambre de medios de comunicación de todo tipo para hacer de altavoz de sus dimensiones. De amplificador de su eco, de transmisor del ruido que demanda un público millonario en número. Que millonario, pero en sueldo, es el protagonista del deporte, ese al que encumbra su talento, por supuesto, pero también al que ayuda el relato de sus hazañas por parte de una prensa que pide muy poco a cambio. Y ahora,ni eso, que el grifo se selló con silicona hace tiempo.

Porque un medio que produce información deportiva es como un estadio, donde la noticia es el gol, la entrevista es el fair play (que ya no existe) y la opinión (esa misma que se ha impuesto en algunos sitios en su manera más grotesca) es el VAR, la sala VOR, la polémica, el árbitro, el fuera de juego, el presidente furibundo de finales del siglo pasado ejemplificado en vergonzantes sobreactuaciones inventadas por la prensa feliz pero frentista. Ya sabemos que si el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes (Valdano dixit, ¿o fue Arrigo Sacchi?), el periodismo deportivo es la manera de informar probablemente con menos trascendencia pero que a más audiencia llega.

Y ahora está Ibai, en el Olimpo por su entrevista a Lionel Messi en pleno día grande del argentino en su odisea de oro hacia el Paris Saint-Germain. Este chaval de Deusto es un loco maravilloso que cae bien. Es una cuestión de empatía. Y no es periodista, no, pero sí comunicador. Cree en lo que hace, conecta con una audiencia que de tan joven está moldeando a través de la pasión en lo que pone. Y el conocimiento. Que lo hemos constatado en sus narraciones de baloncesto olímpico para Eurosport.

Todo esto, culminado en su acceso ya permanente a los futbolistas top, contrasta con el desierto actual que es el contaminado proceso fratricida entre periodistas y jefes de prensa aterrorizados por el qué dirán sus futbolistas.Ese muro que tanto daño le hace al fútbol, que tanto le separa de su afición. Así que de intrusismo, cero. Esa invasión, en todo caso, será la de otros. Sí, la de esos.