Lectura recomendada: La verdadera historia que hay detrás del bronce de Regino Hernández

Tanto tienes, tanto vales. Ese refrán trasladado al deporte tiene muchas aplicaciones: la diferencia de presupuestos de clubes de fútbol, la tecnología en la Fórmula 1… la lista es interminable. Esa diferencia también se puede aplicar a los deportes de invierno. Lo sabe bien el flamante medallista de bronce en Pyeongchang Javier Fernández, que tuvo que marcharse a Canadá porque en nuestro país los recursos para patinar eran limitadísimos.

Algo similar le ocurrió a Ander Mirambell, que también emigró para labrarse una carrera en el skeleton, disciplina que empezó a practicar de la manera más rudimentaria. Su carrera ha cambiado mucho, pero sigue estando a años luz de sus rivales en cuanto a material. Y eso se nota, como reconocía en un tuit tras acabar en PyeongChang su tercera participación olímpica.

Tan importante es tener un buen material, como poder sacarle el mejor rendimiento. En los deportes de nieve el cuidado de los esquís o las tablas de snowboard requieren de un mimo especial. Y ahí es donde entran en escena los skiman, esos trabajadores en la sombra que resultan imprescindibles para que los esquiadores o riders puedan sumar buenas actuaciones.

Estos mecánicos son auténticos artesanos. Al igual que un lutier cuida con mimo los instrumentos de cuerda, un skiman trabaja al detalle cada milímetro de tablas o esquís. Limar los cantos, poner cera para tapar grietas, plancharla, cepillarla, acertar con el producto para cada ocasión... Se trata casi de un trabajo de orfebrería en el que hay que compaginar la destreza para preparar tablas, con la intuición para dar con los materiales que mejor les van a adaptar a cada situación de la nieve.

Todos en el circuito saben que muchas de sus opciones de victoria pasan por el acierto que tengan los responsables de su material, y eso provoca un vínculo muy especial entre deportista y ‘skiman’. Un buen ejemplo de esta estrecha relación ha tenido una curiosa intrahistoria en la histórica medalla de Regino Hernández. El rider andaluz y el skiman del equipo español Luca Trionte hicieron una apuesta. Si Regino ganaba un metal en PyeongChang se tatuaría la cara de ‘Trio’ y el italiano haría lo propio con el rostro de Hernández. Al final ganaron los dos. Bueno, ganamos todos.