Cuando los Juegos se celebraron por primera vez en Tokio, en 1964, los japoneses solo tenían ojos para el judo, una disciplina que se había incluido por primera vez en el programa oficial. Los judocas japoneses estaban llamados a lograr las cuatro medallas de oro, pero un gigante neerlandés se iba a cruzar en su camino. Disfruta la historia completa de Anton Geesink en Grandes Relatos Olímpicos.