Blog Olímpico: El salto más largo de la historia

El espectáculo de los saltos de esquí nos lleva a lo largo de la temporada a diferentes lugares del planeta (mayoritariamente por Europa) y a distintos tipos de trampolines. Y es que las estructuras que sirven de rampa de lanzamiento de los saltadores pueden tener diferentes tamaños. El conocido como trampolín normal puede tener entre 85 y 109 metros, mientras que el trampolín largo debe medir más de 110 metros. El Centro de saltos de esquí de Alpensia que acogerá la competición olímpica cuenta con uno de 140 metros y otro de 109 metros, escenario de la única prueba femenina de los Juegos.

Los resultados de la temporada hacen presagiar un bonito espectáculo en PyeongChang, donde seguro que no veremos un récord del mundo. Esas marcas para la posteridad se firman en los trampolines de vuelo, unos recintos específicos que se encuentran con cuentagotas por la geografía europea y que llegan a alcanzar los 240 metros de longitud. Recientemente pudimos disfrutar en Oberstdorf (Alemania) de los mundiales de la especialidad. El noruego Daniel Andre Tande se llevó la victoria tras firmar tres grandes mangas, sin embargo fue el polaco Kamil Stoch quien logró el salto más largo: 230 metros. La marca del ganador del Cuatro Trampolines se quedó a 23 metros y medio del récord del mundo, en poder del austriaco Stefan Kraft.

La prueba disputada en Vikersund (Noruega) el 18 de marzo de 2017 pasará a la historia de los saltos de esquí. “Fue un día perfecto, porque se daban las condiciones ideales en el único (o casi único) trampolín donde a día de hoy puede batirse el récord del mundo”. Son palabras del maestro José Luís Corral, que ese día tuvo la fortuna de cantar en directo en Eurosport dos plusmarcas de este deporte con el que tanto vibra y nos hace vibrar a los demás. El primero en hacerlo fue el noruego Robert Johansson, que superó en medio metro el registro conseguido en este mismo escenario por su compatriota Anders Fannemel dos años antes. El nuevo récord del mundo pasaba a ser de 252 metros.

Pero ahí no acabó la cosa. Poco después le tocaba el turno a un Stefan Kraft que, como recuerda Corral, “estaba disfrutando de la temporada más completa de su carrera y venía de ganar los dos oros individuales en los Mundiales de Lahti”. Todo encajó a la perfección para el austriaco, que estiró el aterrizaje como si fuera un chicle para acabar posándose en el suelo 253 metros y medio después de despegar.

Stefan Kraft sumaba un nuevo éxito en una carrera en la que ha conseguido Copa del Mundo, Mundiales de Saltos, Mundial de Vuelo y Torneo de los Cuatro Trampolines. En ese currículum tan sólo falta una guinda, el oro olímpico, y en PyeongChang el austriaco es uno de los máximos candidatos.