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Juegos Olímpicos Tokio 2020 | El nacimiento de los Juegos Olímpicos modernos: El sueño de Coubertin

Pablo Sarmiento

Actualizado 20/07/2021 a las 10:11 GMT+2

Una idea en la cabeza de Pierre de Coubertin que acabó por materializarse hace 125 años. Ese fue el comienzo de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna, que tuvieron su primera edición en Atenas en 1896, cuando un 6 de abril se inauguró un evento que recuperaba los ideales y valores clásicos del deporte y cuya grandeza en el presente esta fuera de toda duda.

Siete de los miembros fundadores del Comité Olímpico Internacional, entre ellos Pierre de Coubertain y Demetrius Bikelas

Fuente de la imagen: Getty Images

No se entiende la historia del nacimiento del movimiento olímpico sin el impulso del aristócrata, pedagogo e historiador francés, Pierre de Coubertin. Desde sus primeros estudios siempre estuvo preocupado por la educación de los más jóvenes en su país, sobre todo en términos de la integración de la actividad física. Pero lo que comenzó siendo una manera de que el deporte estuviera presente entre los niños galos, llego a contar con un gran calado internacional, gracias en parte a un atenuante histórico.
El inicio de la excavaciones arqueológicas en Olimpia, que tendrían lugar entre 1875 y 1881, encendieron la mecha en el pensar del barón, que ya estaba plenamente prendado de la posibilidad de volver a dar vida a los Juegos Olímpicos, tal y como los entendían en la cultura clásica, y que fueron prohibidos en el 393 d.C. Aunque realmente no se perdió del todo la idea, teniendo algún antecedente antes de que en 1894 se pusiera en marcha la primera edición. Este fue el caso de los Juegos de Much-Wenlock, que desde 1852 se celebraban en Inglaterra por iniciativa del Dr. William Penny Brookes, que llegó a tener contacto con Coubertin, dándole a conocer la existencia de distintas pruebas deportivas en Atenas en la segunda mitad del siglo XIX.
Pero el pensamiento en la cabeza de Pierre de Coubertin había llegado antes, en su época escolar, gracias a las enseñanzas de su profesor de asignaturas clásicas en el colegio de los Jesuitas en París, el padre Caron, siendo en 1892 cuando por primera vez dio a conocer su plan de resucitar tan importante cita, con el objetivo de que los ideales de la armonía entre cuerpo y mente volvieran a renacer dentro de la población, sobre todo entre los más jóvenes.
Dos años más tarde, se celebró en la Universidad de la Sorbona un congreso que acabaría por devolver a la vida a los Juegos. El 18 de junio de 1894 se aprobó la primera edición, aunque en un primer momento la fecha y la ciudad elegida no tenían en sus planes la cita griega, pretendiendo Coubertin que fuera París en 1900, con motivo de la Exposición Universal que estaba prevista en la capital francesa. Finalmente, debido a que se creía que seis años eran demasiados de cara a que no muriera el pensamiento nacido por aquel entonces, se decidió llevar los Juegos Olímpicos a Atenas.

Los Juegos de Atenas en peligro

Demetrius Bikelas en ese sentido fue una figura clave para dar forma a la decisión, siendo el encargado de liderar el comité organizador tras proponer a Atenas como la sede y elegido como primer presidente del Comité Olímpico Internacional. El griego fue el delegado de su país en el congreso que dio vida al olimpismo, dado que estaba afincado en Francia y se encontró con más de un problema de cara a arrancar el evento, sobre todo en términos de inestabilidad política, pero sobre todo económica.
La celebración de los Juegos de Atenas estuvo en entredicho sobre todo por los problemas en el gobierno que reinaba en un país que había conseguido la independencia en 1829 y que se encontraba en una situación económica muy precaria. El príncipe Constantino fue su principal valedor, aunque tras conocerse que la estimación de coste hecha por Coubertin no terminaba de corresponderse con la realidad, Bikelas tuvo que buscar financiación de cara a poder hacer frente al fuerte desembolso que tenía por delante el país heleno.
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El estadio Panatinaikón, sede de los Juegos Olímpicos de Atenas 1896

Fuente de la imagen: Getty Images

Fue un empresario griego el que dio carpetazo al problema del dinero con una donación altruista de alrededor de 1.000.000 de dracmas. Gracias al gesto del millonario George Averoff, se pudo reformar el estadio Panatinaikón, con capacidad para unos 80.000 espectadores, lo que llevó a la organización a erigir una estatua en su honor, y permitió alcanzar los más de 3 millones y medio de dracmas de presupuesto (un poco menos de medio millón de dólares), que fue lo que acabó costando la realización de los Juegos.

Atenas 1896, una realidad

El 6 de abril de 1896 se dio el pistoletazo de salida a los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna en Atenas y se eligió esa fecha por dos motivos. El primero, ser lunes de Pascua, el segundo, para conmemorar el aniversario de la independencia griega, que tenía lugar en 1829. La ceremonia de inauguración carecía del tradicional encendido de la antorcha, que se incorporaría más adelante, y fue el rey Jorge I el encargado de dar comienzo a tan importante cita histórica.
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Spiridon Louis con su medalla de oro de la maratón olímpica de los Juegos de Atenas de 1896

Fuente de la imagen: Getty Images

241 atletas, todos ellos hombres, pertenecientes a 14 países diferentes, conformaban el grupo de primeros deportistas olímpicos de la historia, todos amateurs, que se repartían a lo largo de los nueve deportes de los que constó el programa en Atenas en 1896. Atletismo, ciclismo, esgrima, gimnasia, halterofilia, lucha, natación, tenis y tiro que englobaban un total de 43 disciplinas en las que se repartieron las medallas.
Varios deportistas pasaron a la historia de los primeros Juegos pero solamente uno estrenó el medallero en forma de presea dorada, el atleta estadounidense James B. Connolly, que se impuso en el triple salto. Su mejor técnica le permitió batir a los griegos que a priori contaban con más opciones de conseguir la victoria, sin embargo, el norteamericano tuvo el gran honor de inaugurar para los Estados Unidos su cosecha de metales.
Sin embargo, dos nombres dentro de las disciplinas pertenecientes al atletismo resaltan por encima de los demás, cuando viene a la mente la edición de Atenas 1896, el maratoniano local Spiridon Louis y el velocista norteamericano Thomas Burke. Del primero ha quedado su gran gesta a pesar de su menuda estatura y del halo de misterio que siempre le ha rodeado tras la victoria, el segundo se hizo famoso por ganar los 100 metros utilizando una salida a cuatro apoyos, más acorde con la que se realiza en la actualidad, y que por aquel entonces fue catalogada de incómoda.
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La salida a cuatro apoyos de Thomas Burke, ganador de los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896

Fuente de la imagen: Getty Images

De Spiridon Louis se desconoce realmente cuál fue su trabajo, aunque se asegura que fue pastor, aguador o mensajero. Quizás este último es el que más épica añade al hecho de que un griego cubriera en el menor tiempo la distancia que separa a Maratón de Atenas, como hiciera Filípides para anunciar la victoria frente a los persas, según reza la mitología clásica. Esta historia inspiró la creación de una prueba que encumbró al fondista heleno como gran héroe de su país en los Juegos, siendo el único oro ganado dentro del atletismo para su delegación.
Pero el deportista más laureado de la primera edición fue el gimnasta y luchador Carl Schuhmann que conquistó hasta cuatro medallas de oro. El alemán subió a lo más alto del podio en salto de potro, barras paralelas, barra fija y lucha grecorromana. Curiosamente, también participó en halterofilia y algunas disciplinas dentro del atletismo, pero no pudo subir al podio.
Arnold Guttmann, aunque mayormente conocido como Alfréd Hajós, fue el primer campeón olímpico de natación, un deporte que en 1896 se celebró en las aguas abiertas del Mediterráneo y que probablemente dejaría una de las frases más conocidas de los Juegos de Atenas, al explicar que consiguió ganar gracias a su deseo de no morir ahogado. Las duras condiciones que tuvieron que soportar en la prueba de 1.200 metros, cuando el húngaro tenía solamente 18 años, le llevaron a temer realmente por su vida, “mi deseo de vivir era superior a mi deseo de ganar”, sentenció al terminar. A la pregunta del rey Jorge I de dónde había aprendido a nadar así, su respuesta también fue de lo más simple, “en el agua”. Además fue oro en los 100 metros.
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Georgios Tsitas y Carl Schuhmann, finalistas de lucha grecorromana en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896

Fuente de la imagen: Getty Images

La cita fue un auténtico éxito, y a pesar de que los griegos quisieron que los Juegos se celebraran siempre en su territorio como sucedía en la antigüedad, se impuso la máxima de que la sede fuera rotando, siendo París en 1900, la siguiente ciudad en acogerlos. Los Juegos Olímpicos de Atenas 1896 sentaron las bases del acontecimiento más grande e importante en cuanto a deporte se refiere que existe hoy en día, que comenzó siendo el sueño de Pierre de Coubertin y que en Tokio 2020 vivirá su 32ª edición. Un evento que ha trascendido las barreras de lo meramente físico y de la competición y que cada cuatro años paraliza el mundo.
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