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El 'Esto es durísimo' de Jorge Lera: Un reino en expansión con el trono vacío

Jorge Lera

Actualizado 20/03/2024 a las 12:36 GMT+1

Con la retirada de dos enormes figuras como Conor McGregor y Khabib Nurmagomedov, la UFC parecía descabezada y sin un referente claro. Se quedó huérfana de esa figura hegemónica que, a modo de locomotora, tira del resto de vagones y hace que se mueva todo el tren.

Conor McGregor y Khabib Nurmagomedov, UFC 229

Fuente de la imagen: Getty Images

De pronto, la compañía se quedó en los últimos años sin una imagen definida, sin un buque insignia. Sin embargo, como veíamos en un interesantísimo artículo de Enrique Sánchez, en estos años, no ha dejado de crecer.
Tradicionalmente, los deportes de combate han contado siempre con una gran figura hegemónica que se convierte en la gran referencia. Se trata del deportista franquicia, el que es capaz de atraer a nuevos aficionados y se convierte en el gran moneymaker”, el rey del pay per view, el que genera más dinero y gana las más grandes bolsas y, al mismo tiempo, hace ricos a todos los que le rodean, incluidos sus oponentes. Es el Rey Sol en torno al que gira todo el universo. Por su mayor historia y tradición, el boxeo sirve de referencia. Muhammad Ali fue ese astro. Era el más popular y el que batió todos los récords. Todo el mundo del boxeo giraba alrededor de Ali, que ganó millones e hizo millonarios a todos los que estuvieron en su órbita, como Frazier o Foreman. Su figura fue tan grande que muchos agoreros incluso vaticinaron la muerte del boxeo cuando Ali se retirase: el boxeo no podrá sobrevivir a la ausencia que va a dejar una figura tan grande”, decían. Pero no fue así. Surgió un nuevo astro, Sugar Ray Leonard, que fue el encargado de llevar esa antorcha y que también batió récords y enriqueció a quiénes le rodearon: Durán, Hearns y Hagler. Después vendría Mike Tyson, al que sustituyó De la Hoya, que batiría récords de ingresos. Al Golden Boy le sustituiría Mayweather, que pulverizó todos los registros habidos y por haber. Ahora nos encontramos en la era Canelo.
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Aunque hubo otros grandes campeones, este fenómeno en la UFC apareció de forma evidente con la gran eclosión protagonizada por Conor McGregor, el primero que realmente fue capaz de trascender a las propias MMA, el archifamoso irlandés que elevó a la UFC a una nueva dimensión, de la que la mayor compañía de artes marciales mixtas ya no ha descendido. Le seguiría, aunque con distintos matices, la enigmática pero atractiva figura de Khabib Nurmagomedov. Pero desde que ambos se retiraran, el puesto de peleador franquicia quedó desierto y no ha habido nadie capaz de hacerse con el trono. El buque insignia no tiene por qué ser el mejor peleador del planeta, el número uno libra por libra. No siempre coinciden. Es, sencillamente, el más popular y carismático, el que revoluciona las taquillas y se convierte en el gran generador de dinero y de interés mediático.
¿Y quiénes son los aspirantes a hacerse con ese título honorífico, sin duda el más importante? Con todo lo buenos que han sido, ni Adesanya, ni Usman ni otros campeones lo lograron anteriormente. Islam Makhachev es un portento y ocupa el número uno como mejor peleador libra por libra, pero le falta algo para ser el gran moneymaker”. Los que aparentemente más papeletas tienen en estos momentos son Sean O’Malley y nuestro Ilia Topuria. Aúnan una indiscutible calidad y un estilo atractivo con un especial magnetismo y una personalidad carismática. Evidentemente, para llegar a esa cima aún les queda mucho recorrido, pero ambos están en la senda. Un duelo entre ellos dejaría al vencedor en la mejor de las posiciones. Otro pretendiente al gran trono podría ser el inglés Tom Aspinall, aunque de momento su situación titular se encuentra injustamente bloqueada. O tal vez la compañía tenga puestas muchas esperanzas de futuro en una figura emergente como Bo Nickal y de ahí su chocante inclusión en UFC 300 como excepción en una cartelera rebosante de campeones. Si es capaz de refrendarlo con resultados, Nickal parece tener el magnetismo suficiente como para convertirse en la gran superestrella. Pero de momento no es más que un recién llegado. Y en este estado de anarquía, como suele ocurrir cuando no hay un referente indiscutible, es cuando más se suele tirar de viejos campeones a los que se pretende sacar de su dorado retiro. Aparentemente, es lo que ha pasado con un ilustre veterano como Jon Jones. Su reaparición y su irrupción como nuevo campeón, después de más de tres años retirado, pareció tratarse de una maniobra de la UFC, ideada por Dana White, de eclipsar y superar la marcha de Francis Ngannou. Pero lo cierto es que, desde su victoria por el título del pesado ante Ciryl Gane, ha pasado más de un año y, de momento, ni está ni se le espera. Otra maniobra parecida ha sido un regreso de Conor McGregor a la UFC, vía The Ultimate Fighter”, que a día de hoy sigue presentando serias dudas.
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Y en todo este maremágnum, y a pesar de que el gran trono se encuentre vacante, la UFC sigue creciendo. Los dos últimos años, han sido de imparable ascenso. A pesar de no tener a una estrella hegemónica como McGregor, el mayor vendedor de PPV, la UFC sigue aumentando sus cifras en este período de transición. Y es este, sin duda, su mayor éxito: haber sido capaces de superar la necesidad de tener un mascarón de proa definido, porque el principal valor y lo que más vende, a día de hoy, es la propia marca.
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