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Asier Peña, en Oslo

Eurosport
PorEurosport

Publicado 13/03/2009 a las 04:00 GMT+1

La única ficha de federado internacional español de patinaje de velocidad pertenece a un gestor de Recursos Humanos navarro afincado en Oslo, Noruega. Asier Peña Iturria, a sus 31 años, se convirtió hace dos en el primer y único español en participar en una prueba de la Copa del Mundo.

El deporte esta plagado de grandes historias escondidas tras personas anónimas y la de Asier es una de ellas. Un joven navarro a quien el empeño y amor al patinaje de velocidad le colocó un día en la élite de la competición.
De Navarra al extranjero
Nació hace 31 años en el norte de España, Navarra. Allí compaginaba los estudios con una de sus mayores aficiones, el patinaje sobre ruedas. Posteriormente cambió de aires y se trasladó a Alemania para completar su formación realizando un máster en Recursos Humanos y allí continúo patinando, pero en esta ocasión tuvo la oportunidad de hacer un par de escapadas y probar el hielo. Hasta aquí, nada fuera de lo común, pero su estancia en el país teutón sería el pistoletazo de salida, "tras Alemania me apetecía salir de España y por qué no Noruega".
El azar es en muchas ocasiones quien va dirigiendo el destino, "casualidades de la vida, conocí a una chica noruega en Alemania y me mude con ella a Oslo". Si no hubiese marchado a Alemania a estudiar, o quizá si allí no hubiese encontrado pareja nunca habría llegado hasta Noruega para convertirse en el único español inmerso en el patinaje de velocidad al más alto nivel.
Una alternativa al aburrimiento
En el norte de Europa los inviernos son muy duros y el deporte sobre hielo se presentó en un principio como la mejor alternativa al tedio, "la intención era sólo pasarlo bien y disfrutar de los casi seis meses de invierno, me apasiona el hielo. Y lo cierto es que el primer año fue muy duro, sobre todo sin conocer el idioma".
Poco a poco e impulsado por las circunstancias, bajo sus pies, las ruedas comenzaron a ser sustituidas por las cuchillas. Las retransmisiones de estos eventos, en especial los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer, hicieron mella en este español, que desde entonces no ha dejado de competir.
El cambio de un patinaje a otro no ha sido tarea sencilla, "es cierto que si te fijas en la trayectoria de uno de los mejores patinadores del mundo, Chad Hedrick, todo parece más fácil. Como patinador sobre ruedas ganó 52 medallas de oro y en sólo dos años se proclamó campeón del mundo en patinaje sobre hielo. Pero para la gente terrenal eso es muy complicado. Fíjate, el noruego como idioma es complicadísimo y me ha costado mucho más patinar sobre hielo que aprender a comunicarme. Es lo más difícil que he hecho en toda mi vida".
En España, complicado competir
Lo más difícil, según el mismo Asier apunta, y lejos también de su país natal donde es imposible competir. De hecho, en España no hay ni una sola instalación dedicada al patinaje de velocidad. La búsqueda de clubes, pistas donde practicarlo o entrenadores fue un callejón sin salida, "una vez intenté entrar en una pista para probar y me dijeron que estaba prohibido llevar patines tan largos, las cuchillas sobresalen mucho de la bota".
Asier Peña suma a día de hoy su cuarto año en Noruega donde de verdad arrancó su carrera profesional, "empecé a practicar con los veteranos, simplemente por pasar el tiempo, pero cada vez me veía con más ganas hasta que entré en un equipo senior y ahora compito en la Copa Noruega donde hay muy buen nivel".
Calgary le da un empujón en su carrera
Los Europeos, la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos exigen unas determinadas marcas y cuando en 2006 se le invita a Torino lo cierto es que este joven deportista no llegaba a los tiempos. Lejos del desánimo, este navarro se empeñó en participar con los mejores y, "en 2007, en Calgary, necesitaba bajar 20 segundos para llegar a los tiempos. Se lo platee a la Federación, que en un principio se mostraron reticentes a hacer tal inversión, sonaba estrambótico, pero al final les convencí, me mandaron, recorté mi tiempo en 25 segundos y desde ese momento ya he participado con todas las de la ley sin necesidad de ser invitado". Sin más, llegó, vio y venció.
No había precedente, ningún español se había enfrentado a una Copa del Mundo. En Canadá se sentía como un pez fuera del agua, "allí todos son profesionales, todos menos un húngaro y yo. Miras a tu alrededor y ves como cada patinador está rodeado todo un equipo; fisioterapeutas, entrenadores…el nivel es altísimo". Pero cuando uno nada espera, nada tiene que perder, "a mí todo esto me llega como un regalo, me lo he pasado muy bien, he mejorado, aprendido y siempre he recibido la ayuda del resto de competidores". Entonces acabó en trigésimo tercera posición.
Afición y segunda profesión
Cuando uno convierte una afición en una profesión, las satisfacciones personales son muchas, pero también se acumulan las facturas y zapatero a tus zapatos como suele decirse. Este contable hoy convertido en consultor de recursos humanos se puso manos a la obra, "las cuchillas necesitan afilarse y la mesa donde lo hago me la costeó la Federación, la ropa es carísima por el estudio aerodinámico y el traje que cuesta unos mil euros me lo financia un patrocinador holandés, los viajes corren a cuenta de la Federación, entrenar con el equipo cuesta unos tres mil quinientos euros pero el equipo en el que empecé se convierte para esto también en un nuevo patrocinador, así sacó de aquí y de allá, lo importante aunque no ahorre es no perder dinero". Las becas ADO son otra de las salidas a la financiación deportiva, sin embargo, sólo se otorgan una vez se ha logrado la clasificación para los Juegos Olímpicos, "en junio se establecen las marcas mínimas. Se que es difícil, pero no imposible".
Así, gracias en parte como él mismo apunta a la Federación Española de deportes de hielo, a la Fundación Miguel Induráin y al patrocinador holandés Sport Navigator, ha logrado colocarse hoy donde está.
Noruega, un país muy diferente
No hay mal que por bien no venga. Asier Peña, emigró a lo que los suecos coloquialmente denominan el lugar de los "campesinos ricos". "Es un país que ha sido muy pobre hasta el año &lsquo69 que se descubrió el petróleo. Ahora el lujo es desorbitado. Aquí no puedes quedar en mitad de la tarde para tomar unas cañas y unas tapas, parece más un evento programado, es un extra".
Un nuevo hogar con muchas ventajas "la cultura es muy distinta, el humor también es diferente, pero lo que más se agradece son las condiciones laborales. No creo que un puesto intermedio en España me hubiese dado para comprarme un piso y aquí he podido. Oslo es carísimo, pero los salarios son también el doble que el salario medio en España. Cuando nieva bastante no tengo más que coger el metro y en 15 ó 20 minutos salgo esquiando del metro. Lo que más me impresiona es que la gente incluso a partir de los cincuenta años es muy activa físicamente. Tienen una fortaleza que yo nunca podría ver en mi padre ni de lejos.", pero también con marcados inconvenientes, "la gastronomía es posiblemente el punto más flojo de Noruega. No hay tradición culinaria, se come mucha patata y, por supuesto, el salmón ahumado".
Cuántas veces habremos escuchado eso de que en el extranjero nos creen a diario vestidos con traje de luces y bailando flamenco en nuestro tiempo libre, pero nada más lejos de la realidad, "he escuchado un poco de todo sobre nuestra cultura, hay gente incluso que piensa que todos los días se sueltan toros y campan a sus anchas por Pamplona. Hay gente que incluso se plantea la posibilidad de ir por la calle aquí en España tan tranquilo y que de repente un toro pueda matarle".
Holanda, el país del patinaje
Pero no sólo el día a día presenta marcadas diferencias entre estos dos países. El impacto mediático del patinaje de velocidad y su aceptación es completamente diferente, hay incluso quien puede dedicarse exclusivamente a ello, "el público aquí te lleva en volandas, te pide autógrafos, te anima…Tanto la televisión holandesa como la noruega me han entrevistado en alguna ocasión, incluso me hicieron una en medio de la pista, ante 15.000 personas, alucinante. En Holanda, por ejemplo, el patinaje de velocidad es el segundo deporte del país. Kramer, el mejor patinador del mundo, está cada dos por tres en los diarios, es una estrella con sólo 22 años y tiene el mundo a sus pies. Él si puede vivir de este deporte, gana más o menos un millón de euros".
Un deporte en ocasiones convertido en arte "la bota está hecha a medida y suelen hacerla en Holanda o Canadá, los mejores países en esta industria, cuesta unos mil doscientos euros y suele durar tres o cuatro años. La cuchilla suele durar dos, pero es importante saber afilarla, para ello cada uno de nosotros tenemos una pequeña afiladora y es todo un arte, me costó más de un año aprender a hacerlo", que ya cuenta con dos aventureros españoles en su haber "de momento, soy el único federado, pero hay dos patinadores que también provienen de las ruedas ahora en Holanda y en Calgary que lo están intentando. De momento, y toco madera, no hay peligro, pero si sus tiempos fuesen mejores a los míos la Federación tendría que decidir porque España por su posición en la clasificación mundial sólo tiene una plaza."
Se dice que estos deportistas son los más rápidos del mundo sin impulso mecanizado en terreno llano, pero lo cierto es que el recorrido es lento y no fue hasta pasados tres años cuando logró por fin un hueco en la Federación Internacional e inscribió a España en la historia de este deporte en el que nunca antes había tenido cabida.
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