8-M: El deporte femenino español, con salud de hierro y un crecimiento imparable

Pasan los años y el deporte femenino español demuestra que el salto de calidad experimentado en su momento continúa en la actualidad. Los éxitos se suceden año tras año, con grandes figuras internacionales en auge y deportes en los que somos potencia por derecho propio. Los repasamos en este 8 de marzo.

Es el más seguido, el que tiene mayor perspectiva de futuro y el que cuenta con algunas de las mejores jugadoras del planeta. En efecto, el fútbol, al igual que en el masculino, es el deporte que mayor salud goza en el panorama nacional, sobre todo por los éxitos del FC Barcelona, vigente campeón de la Champions League, pero también por una Selección española que ya es considerada una de las grandes favoritas a conquistar el título de la próxima Eurocopa.

En los dos equipos juega una Alexia Putellas que el pasado año recibió todos los títulos individuales posibles, entre ellos el primer Balón de Oro que recibe una futbolista de nuestro país. Con la liga profesional a punto de hacerse realidad (será la primera femenina de la historia) y los récords que siguen batiéndose (se espera un Camp Nou con más de 90.000 personas ante el Madrid en Champions), hace tiempo que el #futfem dejó de ser una simple moda.

El fútbol no es el único deporte colectivo con éxitos notables. Mirando a las selecciones absolutas, muchas de ellas suben al podio con bastante frecuencia en la última década. En baloncesto se han logrado siete medallas en Juegos, Europeos y Mundiales en los últimos nueve años. En waterpolo, nueve desde 2018, la última de ellas en los pasados Juegos de Tokio. Las Guerreras de balonmano se quedaron a las puertas del metal en el Mundial celebrado el pasado diciembre en casa, pero ha logrado dos terceros puestos y dos subcampeonatos en la última década. En hockey sobre hierba, las Red Sticks fueron bronce mundial en 2018 y bronce continental en 2019. Y las leonas del rugby XV ganaron la pasada semana su noveno título de campeonas de Europa, el sexto consecutivo.

Es más fácil triunfar cuando compites en un deporte con arraigo en tu país. Pero cuando lo logras en un terreno sin sembrar, en un deporte sin apenas licencias y en un país sin condiciones para ser potencia mundial, entonces el mérito se multiplica. Pasó con Carolina Marín en bádminton (ultima su recuperación de una grave lesión de rodilla), con Lydia Valentín en halterofilia (tres medallas olímpicas, dos oros mundiales y cuatro europeos), Cristina Gutiérrez y Ana Carrasco en motor... y recientemente Queralt Castellet en snowboard. A sus 32 años, y tras toda una vida peleando, la de Sabadell logró en Pekín su primera medalla olímpica. Aquella plata en halfpipe la convirtió en la segunda de una mujer española en unos Juegos de invierno en toda la historia.

Los pasados Juegos Olímpicos de Tokio nos enseñaron una valiosa lección: que la edad es solo un número, y la gloria se puede alcanzar con 17 años o con 39. El único oro individual femenino en tierras niponas fue el de Sandra Sánchez, considerada la mejor karateca de la historia. Con su misma edad ganó Teresa Portela su primera medalla olímpica en piragüismo, después de intentarlo en seis ediciones consecutivas. Con uno menos, 38, logró Maialen Chourraut su tercer metal en unos Juegos, probablemente el más meritorio teniendo en cuenta el lastre de lesiones y problemas de salud mental sufridos en los últimos años.

Sin embargo, el relevo también está garantizado, y figuras como Mireia Belmonte, Ona Carbonell o la propia Lydia Valentín han dado paso a diamantes en bruto como la joven prodigio Adriana Cerezo (campeona de Europa y plata en Tokio sin cumplir la mayoría de edad) o una Ana Peleteiro que ha adquirido la condición de estrella mediática por sus éxitos dentro de la pista (bronce en triple salto en los pasados Juegos) y también fuera de ella. En otro estatus están las dos mejores tenistas de nuestro país: Gabiñe Muguruza, doble campeona de Grand Slam y vigente ganadora de las WTA Finals; y Paula Badosa, campeona de Indian Wells y actual primera raqueta nacional a sus 24 años. Las dos están llamadas a liderar el tenis femenino nacional por muchos años, al estilo de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez en el pasado. A disfrutar de su talento.