Los viernes de Iván Castelló: La adictiva e incomparable emoción del deporte

Max Verstappen ha sido el último deportista en dejar para el recuerdo de la memoria colectiva un instante inolvidable: su adelantamiento a Lewis Hamilton. Entra así el piloto neerlandés de Fórmula 1 en el rico imaginario que nos lleva dejando la práctica deportiva desde que todo queda registrado por las cámaras de televisión.

Son decenas los momentos que no olvidaremos, los recuerdos de esas situaciones que marcaron las diferencias, que sirvieron para decantar partidos, valieron títulos o, simplemente, emocionaron por su dificultad dentro de lo que, además, dignifica al deporte para hacerlo imbatible: el efecto imprevisible.

Es un empezar y no acabar, cada uno con su lista almacenada en las páginas del libro de su memoria. Ya sea por lo vivido en directo o por lo presenciado posteriormente. En modo live o bajo demanda, en directo o en VOD: Nadal y Roland-Garros (así, como concepto I), la canasta de Serguei Belov en Múnich 72, el Dream Team del 92, la escapada de Perico Delgado con Pepe Recio, la contrarreloj que perdió Fignon, Arantxa Sánchez-Vicario ganando su primer Roland-Garros, el Black Power del 68, el salto de Bob Beamon, el descenso de Induráin en el Tourmalet con Chiapucci, el arquero de Barcelona 92, el “trata de arrancarlo” de Luis Moya a Carlos Sainz, el Mundial de Schumacher por el golpe con Damon Hill, Usain Bolt adelantando desde atrás, el 10 de Nadia Comaneci, el 20º Grand Slam de Federer, Pau Gasol celebrando con muletas el Mundial de Japón, Tallada narrando en Eurosport el bronce de Regino…

Y luego está el fútbol, que daría para una enciclopedia con un primer capítulo para El Diego, el más grande con Lionel Messi: la Mano de Dios de Maradona, el gol de Maradona a Inglaterra, la sentada de Maradona a Juan José, la falta de Maradona con el Nápoles a la Juventus, el “hijos de puta” de Maradona a los alemanes por pitar su himno…

Seguimos con fútbol: el 3-6 de Hungría en Wembley, el gol de Ghiggia para concretar el Maracanazo del 50, el gol de Zarra en ese Mundial a la Pérfida Albión, el gol fantasma de Bakramov en la final del 66, el cabezazo de Pelé que salvó Banks en México 70, el gol de Rubén Cano a Yugoslavia camino de Argentina 78, los regates de Cruyff marca de su casa, el “Rafa no me jodas” de Mejuto, la cola de vaca de Romario, la Lambretta de Djalminha, el cabezazo de Zidane a Materazzi, cualquier gol de Messi (así, como concepto y II), el mordisco de Luis Suárez, el gol de Iniesta en Sudáfrica, el 1-7 de Alemania en Brasil, el 4-0 del Atleti al Madrid, la chilena de Cristiano en Turín, el 8-2 del Bayern al Barça, el gol de puntín de Correa, el Balón de Oro de Alexia Putellas y mil más, los que se quieran.

El deporte son momentos, y qué momentos.