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Blog De la Calle: Pablo y la manada de Pozuelo

Fermín de la Calle

Actualizado 24/05/2017 a las 10:12 GMT+2

El próximo fin de semana se producirá la mayor concentración de la historia del rugby español en Pozuelo: 2.950 jugadores, 210 equipos, 37 clubes y 65 árbitros.

Marianistas Rugby

Fuente de la imagen: Eurosport

En Jerez el rugby nunca fue opción real. Hasta que apareció un tipo llamado Pablo Vallejo, el Apóstol oval. Poca gente puede exhibir el compromiso por este deporte que ha demostrar él en las últimas décadas. En los 80 un grupo de chavales se reunían en un descampado del jerezano barrio de San Joaquín para jugar a un deporte “raro” del que les habían hablado. Pablo, además de uno de los promotores, se convirtió en medio melé o medio apertura, tanto da, y en el primer presidente del CRUXE.
Hoy, 25 años después, Pablo se montará el viernes a las 10:30 en un autobús en una céntrica plaza de Jerez rumbo a Madrid. 650 kilómetros por delante acompañado de una pandilla de excitados Sub-12 que representarán a la Escuela Marianista de Jerez en el Campeonato de España de Rugby en Pozuelo. Es el único colegio inscrito ante otros 58 clubes. Sin pretenderlo han señalado el camino: llevar el rugby al colegio. Y el resultado es asombroso: con menos de cinco años de trabajo, subcampeones de España en el reciente campeonato Sub-14.
El equipo es una mezcla de alumnos del colegio de los Marianistas, que entrenan martes y jueves, y de alumnos de otros colegios como el Guadalete, del que llega una parte importante del equipo. La labora ‘apostólica’ de Pablo ha obrado un milagro en una localidad influenciada rugbísticamente por la jerarquía el CARP del Puerto de Santa María. Cuando salten al césped del Valle de las Cañas todos se acordarán de Wilo, otro de los que tanto ha hecho por el rugby fuera y dentro del campo que la semana pasada perdimos tras desvanecerse inesperadamente. Descanse en paz.
Más allá de los resultados, los Marianistas habrán cumplido una función en ese grupo de chicos que nunca olvidarán este viaje a Pozuelo. Hace cinco años Pablo comenzó a sembrar la fe oval en Jerez y apenas reunía una decena de niños. Hoy más de un centenar de críos se enfundan la camiseta negra y amarilla que patrocina Majuelo, la empresa de Joaquín Gómez, un dinámico talonador de finales de los 90 que se destrozó el hombro jugando contra Alberto Malo en División de Honor siendo un pipiolo.
La constancia de Pablo y sus incondicionales (Caco, Ángel, Manolo o Frosky), de la que soy testigo y a veces cómplice ha vencido la resistencia de unas madres temerosas que han acabado encontrando en el rugby un deporte en el que educar a sus hijos. El boca a boca ha hecho lo demás. Por eso este fin de semana un autobús procedente de Jerez llegará a Pozuelo para formar parte de la mayor concentración de jugadores de rugby jamás vista en España. Pero esta historia no es ajena a lo que ocurre en muchos otros lugares.
Desde el viernes 2.950 rugbiers de 6 a 12 años se concentrarán en la localidad madrileña para confirmar la buena saluda del rugby español. Mientras en la élite clubes y Federación se pelean estérilmente entre ellos por un puñado de euros o por ajustar cuentas pendientes, incluso entre los clubes, el rugby español presumirá de una salud de la que jamás ha disfrutado. Y la razón más que con las instituciones tendrá que ver con los Pablos que habitan nuestro territorio. Gente que disfrutó del rugby en su día y hoy trata de devolverle lo que recibió. Personas que hipotecan su tiempo, y muchas veces su dinero, para educar a los niños en un deporte en el que enseñan que puedes perder sin salir derrotado del campo o que eres tan bueno como el peor de tus compañeros. Lecciones de vida.
El boom del rugby ha obligado a segregar de este encuentro los campeonatos Sub-16, que se jugó el pasado fin de semana en Valladolid con casi 60 clubes, y el Sub-14, que se jugó en Oliva hace dos fines de semanas. En este último Marianistas llegó a la final de la categoría de promoción. Entonces Pablo, fiel a la filosofía que impregna cada viernes en el campo de tierra del colegio, tomó una decisión que explica porque hoy más de cien niños han apostado por el oval en Jerez. En realidad, más que ellos sus padres. “Hemos llegado a la final disfrutando y eso vamos a seguir haciendo. Vais a salir a jugar todos, independientemente de lo que diga el marcador. Disfrutad del rugby como lleváis cinco años haciéndolo”, apuntó antes de la final.
Por culpa de todos los Pablos que riegan nuestro país, este fin de semana Pozuelo tiene previsto acoger a 2.950 jugadores de 210 equipos provenientes de 37 clubes, que estarán a las órdenes de 250 entrenadores y 210 delegados. Jugadores que serán dirigidos por 65 árbitros que en este caso se convertirán en educadores para seguir enseñando a nuestros hijos lo que es el rugby. Jamás el rugby reunió en nuestros país a tantos jugadores y eso es culpa de Óscar, Diego y compañía que desde el primer día pensaron en grande para organizar la mayor concentración de rugbiers de la historia del rugby español. Lo mejor es que tienen de 6 a 12 años. Gracias a todos los Pablos Vallejos por insistir a la madres, por no desfallecer cuando llueve y solo aparecen tres niños a entrenar o por convencer a primos y amigos en lugar de tirar la toalla ante el fútbol y las videoconsolas. La manada llega a Pozuelo. Disfruten de lo nunca visto.
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