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Blog De la Calle: Rugby 'sexualizado'

Fermín de la Calle

Actualizado 03/07/2016 a las 17:27 GMT+2

Jamás cuestionó el rugby la condición sexual. Hoy brotan, en nombre del rugby inclusivo, equipos que buscan visibilidad discriminándose por su homosexualidad.

Melé gay

Fuente de la imagen: Eurosport

En tiempos de 'buenismo' como los que vivimos, esto que van a leer no me hará popular. Pero resulta más incómodo soportar el cinismo social que nos rodea. De un tiempo a esta parte asistimos a la proliferación, en nombre del carácter inclusivo del rugby, de equipos que se definen por su condición sexual, concretamente homosexual. Algo que en su génesis es una contradicción: discriminar, por la condición sexual, en nombre del carácter inclusivo de nuestro deporte.
El rugby nunca ha puesto barreras a sus practicantes. Así, en un equipo uno encuentra jugadores altos, bajos, flacos, gordos, lentos, rápidos, zurdos, diestros... De un tiempo a esta parte se ha puesto el foco en la condición homosexual o heterosexual de sus jugadores, algo absolutamente irrelevante para la práctica de este deporte. Personalmente nunca me han preguntado mi orientación sexual al entrar en un equipo. He tenido compañeros homsexuales y heterosexuales que trabajaban igual por el equipo en el campo y rivales de diferente condición sexual tan duros como el peor de los adversarios.
Ha habido reconocidísimos jugadores internacionales que han salido del armario al colgar las botas, como el capitán de Gales Gareth Thomas. Hay árbitros como el galés Nigel Owens que hicieron pública su condición sexual para tratar de ayudar a quienes no se atreven a dar el paso, pero no lleva su activismo al césped. Hay jugadores de condición homosexual en selecciones de primer nivel o de nivel medio como España. Hubo, ha habido y los habrá. Pero nadie pregunta a un jugador cuando llega a entrenarse por su condición sexual. Por eso estoy en contra de esta proliferación de equipos que en muchos casos buscan ganar visibilidad al discriminarse ellos mismos poniendo el filtro de su homosexualidad.
Hace años, en junio de 2002, participé en Puerta de Hierro en la organización de un partido entre un equipo gay, los chicos del gimnasio Villaverde, y uno heterosexual, el Madrid 2M12 de División de Honor, para dar visibilidad al colectivo en las fiestas del Orgullo Gay. El propósito era demostrar como la condición sexual no era obstáculo para integrarse en el deporte, ejemplarizándolo con uno tan viril como el rugby. Y allí estuvo nuestro deporte junto a gente tan activa como Pedro Zerolo (q.e.p.d.) o Chicho Castillo. Del 28 al 30 de abril de 2017 se jugará en Madrid la Union Cup, la mayor competición de rugby para equipos LGTB europeos. Buscan dar visibilidad y normalidad al colectivo en una sociedad en la que aún hay mucho que trabajar para su completa integración. Personalmente ando echándoles una mano en lo que puedo, como hice en 2002. Creo que allá donde se le ha necesitado, el rugby, como deporte y como dinámica de integración social, siempre ha respondido. Apoyo estos eventos para la sensibilización social y la integración, pero no entiendo esta moda de la discriminación de jugadores por su condición sexual cuando nunca se ha hecho nunca. Por norma general el rugby nunca ha cuestionado a los jugadores por su procedencia, por su raza (salvo en Sudáfrica), por su religión o por su condición sexual.
El rugby tiene una asignatura pendiente por aprobar, la de la igualdad de género. Debemos dar al rugby femenino el protagonismo que hasta ahora se le ha negado. Equipararlo al masculino, por más que los puristas del rugby clásico lo vean con recelo. Por cuestiones físicas son y serán diferentes, pero el rugby femenino merece un sitio que hasta ahora ni el mundo del rugby, especialmente sus instituciones, ni los medios de comunicación le hemos dado. Ahí sí existe discriminación.
La palabra "inclusivo" deberíamos dejarla para tareas tan importantes como la integración social de personas con algún tipo de discapacidad. Y en eso tenemos un magnífico ejemplo en nuestro país con el equipo pionero en esta labor: el Gaztedi Rugby Taldea. El club vitoriano tiene alrededor de 150 jugadores, de los cuales hay casi una veintena que pertenecen al equipo inclusivo: jugadores con Síndrome de Down y con autismo. El equipo mezcla jugadores con discapacidad y jugadores que no lo tienen, los llamados ‘dinamizadores’.
La iniciativa surgió en 2012, en colaboración con la Asociación Down Araba Isabel Orbe. La intención inicial era aunar esfuerzos entre el club Escor Gaztedi Rugby Taldea y el programa Ocio y Tiempo de la asociación Down Araba. Desde los valores del esfuerzo y la superación constante, la colaboración permitió encontrar un escenario para unir rugby, discapacidad y espíritu deportivo. El proyecto se ha convertido en uno de los más exitosos exponentes de inclusión deportiva en España, hasta el punto que el año que viene se celebrará en Vitoria el Mundial de Rugby inclusivo con equipos de una docena de países. El ejemplo de los vitorianos está siendo seguido por otros clubes como Silverstorm El Salvador, XV de Hortaleza, Industriales Las Rozas, Les Abelles, San Isidro RC, Rugby Cullera, Rugby Egea, Vigo…
Por todo ello me permitirán recelar de esa nueva ola de rugby 'sexualizado', que no inclusivo, que poco o nada tiene que ver con el espíritu de un deporte que fomenta la diversidad, la integración y el respeto. No discriminen, integren.
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