Copa del mundo de rugby, Gales-Sudáfrica: Los bokkes abrasan a los dragones (16-19)

Sudáfrica jugará la final del Mundial ante Inglaterra. Los springboks hicieron bueno los pronósticos y sobre todo hicieron buena la superioridad física ante una Gales que extrañamente aceptó el reto en los puntos de contacto con la delantera bokke en lugar de proponer desde el talento de jugadores como Jonathan Davies, North, Adams o Halfpenny. Los sudafricanos fueron fieles a sus señas de identidad rugbística, los galeses dieron la espalda a ese gen lúdico que inocularon en su días aquellos dragones de los 70.

Warren Gatland era el hombre en el que estaban puestas todas las miradas. El seleccionador galés, que deja la selección tras 12 años exitosos en el banquillo de los rojos, había estudiado el partido al detalle. O eso se esperaba. Sin embargo, no propuso nada sorprendente que pudiera sacar de su zona de confort a Sudáfrica. Mandó chocar una y mil veces a sus sacrificados delanteros, que se veían arrasados en cada ruck por el hambre de los gigantes de verde. Y regalaba patadas, una tras otra, para buscarle las cosquillas a un dubitativo Le Roux.

Se intercambiaron golpes de castigo para marcharse al descanso 6-9 para los africanos. Dominaban delante y no tenían problemas atrás. Erasmus tenía el partido donde quería. Así que se limitó a desgastar a la delantera galesa, replicando la labor de demolición que realizó con los japoneses. A falta de media hora el marcador indicaba un inquietante 9-9 y Gatland seguía sin proponer nada diferente, algo que pudiera sorprender a los bokkes.

Tan cómodos estaban los springboks que en una jugada con la delantera renovada e animaron a darle velocidad a la bola y De Allenda terminó posando un ensayo que condenaba a una Gales sin colmillo. Gatland reaccionó por fin cambiando la bisagra y metiendo una marcha más al juego. Y el equipo lo agradeció con un ensayo tras una agónica carga de 20 fases de su delantero. La jugada acabó en golpe entre palos y Alun Wyn pidió melé, para sacar de la ecuación defensiva a los delanteros rivales. Clavaron el scrum y sacaron rápido a un lado generando una ventaja que significó el ensayo y el empate (19-19).

Pero al final el físico pasó factura y la demolición sudafricana le dio el triunfo ante una Gales que dejó pasar una oportunidad histórica de meterse en la final. Gatland eligió morir asfixiado. Fiel a su mentalidad metálica, no desató a su línea temeroso de pagar caro los errores. No arriesgó y Gales terminó demolida y de forma previsible. Gales no fue fiel a su historia con la excusa de salir a ganar. Sudáfrica hizo su trabajo y Gales le puso la alfombra. A la final. Con Inglaterra será otra historia.