¿Para qué sirve… el tercer tiempo en rugby?

Y es que el tercer tiempo es, sin duda, el desenlace natural de todo partido que se precie. Cuanto más duro y competido, mejor regado. Pero el pub no sólo es el sitio donde los guerreros se reconfortan tras la batalla, donde uno se hidrata tras perder litros de sudor en el campo. El pub es el hábitat natural en el que cualquier aficionado se atrinchera para ver un partido, un torneo o un Mundial, la madre de todas las guerras.

Cuando uno habla de bares y rugby suele asociarlo inmeditamente con pubs irlandeses, ingleses, galeses, escoceses... Pubs donde uno está cómodo porque la cerveza sabe a rugby y la persona que te la sirve mira la televisión con fundamento. Salimos huyendo del típico bar futbolero en el que se celebran estruendosamente los cabezazos y las carreras del polinesio de turno cuando ven rugby, deporte que suelen confundir incomprensiblemente con el fútbol americano. No hace falta ir acompañado a ver un partido de rugby porque uno va a tomarse unas cervezas... y a ver el partido. A los del rugby nos gusta el rugby. Puede parecer una perogrullada, pero no lo es. Cuando uno entra al pub, entra a la iglesia de nuestra religión cual feligrés, y se topa con otros que profesan la misma fe. Suele ocurrir que el pub está abarrotado y entonces toca quedarse de pie. En esas situaciones suele diferenciarse bien a los rugbiers de los foráneos. Los que no lo son, se arriman impacientemente a la barra, donde un guiri despacha pintas que deja reposar convenientemente. El foráneo en cuestión trata de ganarse el sitio, se mete por un hueco, trata de colarse para ganar tiempo... Mientras que los habituales conversan con tranquilidad esperando su turno sin desesperarse, porque en el rugby todo tiene sus tiempos. Otra cosa que delata a los 'nuevos' es su indumentaria. Cuando estos personajes vienen a ver rugby, además de hablar de rugby como si supieran, tratan de parecer jugadores de rugby. Los clásicos lucen polos amplios, remendados, de colores sobrios, huyendo de esos diseños histriónicos que se visten ahora. Los nuevos van embutidos en camisetas chirriantes como la del Stade Français o la tercera camiseta de los North Harbour nosequé... ¡Alguno hasta la personaliza con su nombre!

Si uno va solo al pub, mediada la primera pinta suele establecer contacto con algún lugareño que comenta un buen off load, elogia la superioridad de una primera línea la melé o aplaude una patada clavada a cinco de la zona de marca. Detalles que suelen pasar indavertidos a quienes no juegan o disfrutar del rugby. ¿Cuál es el ritmo idóneo en el pub? Recuerdo que George Gregan, el medio melé australiano que jugó contra España en el Central en noviembre de 2001, nos dijo tomando cervezas en el tercer tiempo de aquel partido, que "se sabe que uno está viendo un buen partido de rugby si los delanteros beben de tres a cuatro pintas en cada parte y los tres cuartos entre dos y dos por tiempo. Si es aburrido se bebe más rápido". Eso, según él, denota que en el partido están pasando cosas y la conversación es entretenida. Finalizado el partido, hay dos opciones: tomar la última y comentar el partido o apurar la que se tiene entre manos y partir tras el pito final.

Pero uno de los problemas que nos encontramos siempre es dónde ir a ver el rugby. Aceptando como comodín el pub irlandés de turno, servidor ha visto partidos en diferentes ciudades acudiendo a otro viejo truco. Buscar en internet un club de rugby de la ciudad, llamar y preguntar dónde ven los partidos y acercarse hasta allí, con la esperanza de encontrar cierto ambiente rugbístico que permita ver tranquilo el partido en cuestión. En Madrid, sin embargo, lo tenemos más fácil. Servidor tiene una sede social habitual con una larga historia a sus espaldas.

Mi buen amigo y compañero de Canal + Manolo Moriche, uno de los históricos aperturas de la selección española, regentaba el histórico SCRUM, uno de esos bares de rugby que dan para escribir un libro. Un sitio con sabor británico y mucha retranca en el que nunca se hacía de día. El SCRUM cerró sus puertas en su anterior localización para abrir la nueva sede en la calle Aviación Española 3, cerca de la zona Universitaria. Es un bar de rugby, para gente de rugby, llevado por gente de rugby y montado por 34 socios, todos jugadores de rugby vinculados a Arquitectura. El SCRUM es, a la vez pub y local social de muchos equipos que organizan allí sus terceros tiempos. Lo cual asegura la animación del sitio. Cuando uno entra, queda claro que es un local de rugby. Hay corbatas, fotos, metopas, camisetas y gobierna el pub un esplendoroso sprinbok traído por el legendario Lino Plaza de Sudáfrica en la segunda gira de Arquitectura por aquellas tierras. Un springbok, al que es costumbre saludar al entrar, colgado sobre una chimenea que confiere al sitio cierto aroma a biblioteca de colegio mayor. El pub tiene una abrumadora mayoría de población rugbística, que por las noches mezcla a universitarios y veteranos. Y estés en el sitio que estés del bar, tienes perfecta visión de alguna de las pantallas de televisión que se encuentran distribuidas por él. Lo cual es muy de agradecer ante las aglomeraciones en las grandes citas. Premier, Heineken, Championship, VI Naciones, Mundiales... Incluso se ve rugby nacional. Más de una vez se han proyectado partidos locales grabados por los propios equipos que se exhibían luego durante los terceros tiempos. Un sitio perfecto para pedirse una pinta, ya sea Guinness, Mahou o incluso de Tetflis, abrir las orejas y escuchar a los que saben, los veteranos. Que son muchos en el SCRUM. Así que si andan por Madrid el viernes a las 14:00, servidor y su pinta les esperan por allí para celebrar el Kick Off del Mundial 2015. En el SCRUM, un sitio en el que he aprendido mucho de rugby. Y confío en seguir haciéndolo...