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Seis Naciones 2020: Destroy & Enjoy!

Fermín de la Calle

Actualizado 30/01/2020 a las 13:49 GMT+1

Arranca una nueva edición con cuatro seleccionadores nuevos y hasta cuatro capitanes estrenando brazalete en las selecciones. Toca ver las nuevas propuestas. Irlanda e Inglaterra apostarán por la continuidad, Gales cambia el paso, Galthie quiere dotar a Francia de una identidad con la pelota en la mano, Escocia debe frenar sus carreras sin sentido, y de Italia... pues eso, Italia.

Seis Naciones

Fuente de la imagen: Eurosport

Aún mancha la tinta del libro autobiográfico que Eddie Jones ha publicado con ayuda de Donald McRae en el que asume la derrota en la final del Mundial ante Sudáfrica como error propio. Apenas han pasado dos meses de la cita de Japón y a su conclusión se ha producido un relevo generacional de dimensiones colosales. Un cambio de ciclo que celebra su puesta de largo en este Seis Naciones. Algunos banquillos han cerrado ciclos exitosos como el de Warren Gatland con Gales o el de Joe Schmidt con Irlanda. Por la puerta de atrás se han marchado Jacques Brunel de Francia y Connor O’Shea de Italia. Y aún es difícil explicar por qué no lo ha hecho Towsend en la caótica Escocia.
Sea como fuere, la salida de los dos primeros abre una atractiva incertidumbre en torno a sus sucesores. Gales ha elegido cambiar el paso y abrazarse al espíritu libertino de los Scarlets, a la histórica impronta de Llaneli que aparece grabado a fuego en sus Estatutos: “La filosofía de Llanelli RFC será propocionar entretenimiento y emoción a sus seguidores jugando un rugby con un estilo ganador, efectivo y aventurado, que será agradable tanto para el jugador como para el espectador”. Un noble propósito de un romanticismo impropio en el profesionalizado rugbísto actual.

RECUPERAR LA SONRISA

La Gales de Gatland y la de Pivac son, a priori, antitéticas. Estos últimos doce años Gales ha exprimido el llamado ‘Warrenball’, estilo rocoso adelante mientras atrás jugaban con las pelotas de los rivales y con sus errores. Un rugby que hacía de la debilidad (rival) su fortaleza. Industrial delante, emboscado atrás. Pero ahora Pivac quiere la pelota, quiere arriesgar con ella, prefiere dar profundidad al juego antes que trabajar dentro de las defensas rivales. Y tiene jugadores capacitados para ello como Jonathan Davies, Liam Williams o la irrupción de Rees-Zammit.
El nuevo seleccionador salta con red porque mantiene adelante a clásicos como Alun Wyn y a una 3ª sobresaliente que volverá a divertirnos con Wainwright, Faletau, Moriarty, Navidi, Tipuric... Todos ellos, además de aparecer en el eje, se asomarán lejos de los agrupamientos para romper la línea de ventaja por sorpresa. Pivac se asegura con el regreso de Gareth Davies y Rhys Webb el frenesí que pretende inculcar a unos dragones que habían mutado en rinocerontes de trote cansino. Sin embargo, Gatland llevó a Gales dos veces a las semifinales del Mundial y conquistó tres Grand Slams, lo que no es un botín desdeñable. No obstante, Pivac defiende ese peregrina hipótesis que entiende el resultado como la consecuencia del proceso del juego. Y siempre es mejor ganar con una sonrisa en la boca. Divertimento.

DESTROY & ENJOY

Otro que propone divertimento, pero con un concepto peculiar es Andy Farrell, nuevo seleccionador de Irlanda. La máxima de Farrell, como buen jugador de XIII, que lo fue, tiene que ver con el contacto y la defensa: Destroy and Enjoy!. Destruye y Disfruta. Con la elección de Andy, Irlanda apuesta por la continuidad. Seguiremos viendo la preferencia, sello de Schmidt, por el rugby metalúrgico con ‘ball carriers’ como CJ Stander, Ryan, O’Mahony, Furlong... Farrell asegura una mejora en las líneas de carrera y en la sincronización de la línea al cargar en la línea de ventaja. Perderá quizás algo de ese Kicking Game tan kiwi que Schmidt implementó en Murray y Sexton poniendo en juego a Stockdale, Larmour, Ringrose y el resto de la caballería.
Pero más allá de ser un experto en la línea y un virtuoso defensivo, aportará iniciativas inteligentes como esos placajes a los All Blacks bloqueando las descargas o el trabajo de los centros como terceras en el mediocampo. Sin Best, Furlong debe asumir los galones en el front row junto a Healy y Sexton dará un paso adelante con la capitanía. Hay dudas sobre esto último por la fragilidad mental del apertura. Irlanda necesita una melé fiable y su sobresaliente touch para seguir sometiendo a los rivales. Es un minotauro, de cintura para arriba poderoso como un toro, y de cintura para abajo veloz como un caballo.

SACAR AL RUGBY INGLÉS DE SU ZONA DE CONFORT

En Inglaterra se mantiene Eddie Jones, el hombre que llegó a Londres desafiando a los puristas del rugby inglés. Jones tiene una tarea ingente, casi utópica: sacar a Inglaterra de su zona de confort. Históricamente los jugadores ingleses han sido duros competidores, pero poco dados a arriesgar. Conservadores, previsibles y con un déficit en la lectura de los partidos y a la hora modificar la hoja de ruta sobre la marcha. Si quieres ganar a un jugador inglés, hazle pensar. No está mentalmente predispuestos a tomar decisiones en ese escenario de incertidumbre. Por contra, la permanencia de Jones asegura un equipo repleto de soluciones y versatilidad, y buenos titulares la sala de prensa.
Eddie ha asumido la derrota de la final en Japón como propia. Y parece que planea resarcirse rejuveneciendo el equipo, dotándole de más profundidad técnica y táctica y, quizás, de descaro y desapego en el juego. Cuenta con la baja capital de Billy Vunipola, pero ha decidido no suplirle con un 8 clásico como Alex Dombrandt, Sam Simmond o Teimana Harrinson. Jones es un técnico "de jugadores" y prefiere mantener el equilibrio del grupo reposicionando a alguien como Curry, Lawes o el joven Earl antes que alterar el ecosistema creado.
Libra por libra tiene la mejor plantilla del Seis Naciones, pero la pregunta es si Jones sabrá sacarles de su zona de confort, desacomodarles para que sean más flexibles y sepan adaptar su rugby al contexto de juego, cosa que sus vecinos los galeses hacen a la perfección. Inglaterra circula confortablemente en un Ranger Rover, pero debe entender que a veces debe hacerlo en Roll Royce y otras en Aston Martin. Pese a todo, son los favoritos por su inercia y por mantener el grupo y al seleccionador.

EL DOLOR DE CABEZA FRANCÉS

Francia tiene un problema de difícil solución. Al menos mientras esté al mando Bernard Laporte, el Robespierre del rugby francés y futuro compañero de viaje de Beaumont para gobernar el rugby mundial y no de Pichot (como me apuntan y se lo agradezco Javier Señaris y José Antonio Vera). El asunto es que Laporte quiere resultados. En concreto, uno: ganar el Mundial. Francia ha perdido tres finales y eso corroe a los bleus, especialmente a sus dirigentes.
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Francia, Galthie y Shaun Edwrds.

Fuente de la imagen: Eurosport

La urgencia histórica de resolver esa deuda justificó en su día la aparición de Laporte, quien en nombre de la competitividad enterró el rugby francés en la más tenebrosa etapa de su historia. Y ahí sigue Francia, que ha perdido su rugby, pero sobre todo su alma, o como decía Herrero su “excepcionalidad cultural”. Francia ha dejado de ser un tres cuartos exuberante con la almendra en las manos y se ha convertido en un delantero que choca y se le cae la bola de las manos. Un segunda que no se entiende con su talonador en el lanzamiento de touch. Un equipo sin apertura.
El XV del gallo ha sido en la última década un equipo vulgar, indigno de un país de su tradición oval. Su liga se ha saturado de extranjeros que cobran sueldos obscenos mientras los jugadores franceses se han convertido en relleno: kilos de carne en delantera y secundarios sin protagonismo en la línea. No toman decisiones ni tienen roles de jerarquía. Y todo eso lo nota su selección. Pero ha aparecido Galthie en escena y parece tenerlo claro: pelotas rápidas afuera para salvar la inferioridad delante, apoyo al portador y leer lo que hay delante. Penaud ha enseñado el camino apareciendo siempre en el momento preciso y tomando la decisión acertada. El problema sangrante de Francia es la defensa y para solucionarlo Galthie ha reclutado a la mano derecha de Gatland, Shaun Edwards. Mito del rugby XIII es el hombre que debe devolver al Gallo su histórica ferocidad.
Comienzan con un partido que marcará su torneo, ante Inglaterra un Le Crunch en París. La victoria pasa por el trabajo delante donde sus gordos deben conquistar los balones con los que deben romper sus tres cuartos. Decía Jo Maso que "un centro debe salir del campo con dolor de cabeza. Y no por percutir precisamente, si no por pensar mucho". No descorcharán champagne, pero puede que Dupont, Serin, Ntamack y compañía abran alguna botella de un buen borgoña. No sería un mal comienzo.

ENTRE EL VÉRTIGO Y EL CAOS

Escocia ha apostado por mantener en el cargo a Gregor Towsend, cuyo golpe de timón apostando por el ‘rugby running’ después de décadas de rugby tradicional de delantera hizo temblar los cimientos del rugby caledonio. A medida que ha puesto el acento en la línea, su delantera ha perdido competitividad en los puntos de conquista, lo que le ha hecho sufrir e incluso sucumbir en la fase de grupos del Mundial ante Sudáfrica y Japón, país que está claramente por encima de los del cardo en estos momentos.
Towsend debe recuperar la contudencia delante y lograr que atrás el vértigo no derive en caos. Si quieres jugar como el Súper Rugby necesitas delanteros de Súper Rugby y tres cuartos con los fundamentos del Súper Rugby. Aumentar el volumen de juego exponencialmente, -más carreras, más descargas, más roturas de línea- tiene también una mayor exigencia y aún hay que confirmar que Escocia tiene jugadores para asumir ese reto.
Sumen a eso el incidente de Finn Russell, el jugador perfecto para esta propuesta de juego de Towsend, quien se saltó el toque de queda en la concentración y siguió tomando cervezas sin atender a las reglas de comportamiento. Ha sido apartado y su baja pesará mucho a los del cardo ante Irlanda en un partido en el que sufrirán delante.

TODO A UN PARTIDO

Franco Smith es un sudafricano que conoce bien el rugby italiano, en el que lleva diez años instalado primero como jugador y luego como entrenador. Por eso ha sido nombrado entrenador interino con la misión imposible de ganar un partido cinco años después. Por ahí pasa su éxito. Ganar un partido justifica todo.
Parisse se marcha y sus compañeros tratarán de honrarle sacándose de encima la Cuchara de Madera. Para ello Smith ha realizado una convocatoria a caballo entre el cambio generacional y el continuismo. Si el técnico bokke tiene alguna intención de seguir en el banquillo, en algún momento debe dar un paso adelante y ser valiente porque seguir como están solo le servirá para mantenerse a la deriva.
Parten de muy abajo y las expectativas pasan por ganar un partido, a priori el que les medirá a Escocia el 22 de febrero en Roma. No estará Campagnaro, jugador fundamental, así que otros jóvenes tendrán que asumir más responsabilidad. Lo bueno es que nadie espera nada de ellos. Lo malo es que nadie espera nada ellos.
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