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El Torneo de los Cuatro Trampolines (IV): Españoles en la “Tournee”

José Luis Corral

Publicado 28/12/2023 a las 15:01 GMT+1

Aunque el torneo no puede renegar de sus profundas raíces centroeuropeas, y, a pesar de que España se quedó sin equipo de saltos de esquí en la década de los 90, fueron varios los jóvenes saltadores de nuestro país que sufrieron, pero sobre todo disfrutaron, la enorme tensión del torneo y el mágico ambiente de sus sedes.

El equipo español de saltos de esquí

Fuente de la imagen: Eurosport

Hay que recordar, porque la inmensa mayoría lo desconoce, que desde los años 70 del pasado siglo hubo saltadores y trampolines que pasearon el nombre de nuestro país por todo el mundo. Con modestia, con una desbordante juventud, sí, pero ahí estuvieron, incluso en Oberstdorf, Garmisch, Innsbruck y Bischofshofen durante las Navidades y el Cuatro Trampolines.
Su aventura por la Tournee les provocó un carrusel de sensaciones que nunca olvidarán: buenos y malos saltos, amistad en otros idiomas y un sinfín de anécdotas mientras disfrutaban ojipláticos de la atmósfera inigualable de la competición. Son los recuerdos de unos pocos, los saltadores Bernat Solá, Angel Joaniquet, Tomás Cano, Jesús Lobo, José Rivera y el entrenador Luis Fajardo.
José Rivera, Bischofshofen 1985

Algo que nunca se olvida

Tomás Cano: “Uno de mis mejores recuerdos es la primera vez que participé, junto con el entonces equipo yugoslavo. Vasja Bajc, Miran Tepes y yo éramos los novatos, y recibimos por parte de los demás miembros del equipo, ya veteranos en el torneo, una patada en el culo. Era la tradición en el equipo. También recuerdo que, a pesar de mis saltos bastante cortos, recibía una fuerte ovación de los espectadores por ser España la primera vez que participaba en el torneo (1977), máxime cuando yo era el único saltador español.”
Angel Joaniquet: “Mi mejor recuerdo en la Tournée es, sobre todo, el primer año. Fue en la temporada 79-80 y fue increíble estar allí porque el año anterior me quedé en Eslovenia sin poder ir y viendo cómo saltaba Tomás Cano. Y la verdad es que me dio mucha envidia. Pero al año siguiente lo conseguí y fue brutal. No diré que fue inesperado, pero sí un premio a todo el sacrificio anterior.”
Bernat Solá: “Como recuerdos siempre estarán las risas y el buen rollo con la mayoria de los saltadores, así como el hartón de frankfurts que nos zampábamos entre salto y salto, hoy en dia impensable. Deportivamente, el hecho de codearse con las figuras del momento en una competición de tanta tradición y envergadura compensaba cualquier esfuerzo, lesión, miedos, viajes eternos, frío, y demás que hubiéramos pasado.”
Jesús Lobo: “Sólo participé en 1987, acababa de cumplir 17 años, era mi primer año en Copa del Mundo, sólo había saltado en cuatro trampolines grandes (Lake Placid, Thunder Bay, Sapporo y Oberstdorf) y el ambiente que se vive alrededor de la competición es impresionante. No falta nadie, están los mejores y la cantidad de público que hay es increíble. Hay mucha gente pidiendo autógrafos sin importar de qué país eres, todos animando, no importa el nivel. ¡Es muy emocionante!”.
José Rivera: “Tengo muy grabado el ambiente del día de la competición, toda la multitud que se agolpaba en el estadio, cada uno con sus banderas y letreros tifando a su saltador preferido. Cuando se iba acercando el final de la prueba, con los saltos de la última serie que deciden el ganador, el estadio entraba en ebullición. Cada vez que se acercaba un saltador al punto crítico el estadio rugía. El público era incondicional, ya podía hacer un frio helador, niebla o lluvia que ellos estaban ahí, siempre con los puestos de “wurstel” caliente para combatir el frio”.
Luis Fajardo: “Mi mejor recuerdo fue en la temporada 1987-88. Yo era entrenador y solo participaba Bernat Solá. En la prueba de Oberstdorf, ‘Berni’ hizo 103 metros en el salto de prueba oficial (el salto más largo fue de 109). Tenía muchas posibilidades de meterse entre los 15 primeros. Recuerdo que en la torre de entrenadores todos tenían incluso más ganas que yo de que Berni repitiera un salto como aquel, pero en la primera manga se quedó en 96 metros y ya no tuvo ninguna opción.”
El saltador español Tomás Cano

La complejidad del Cuatro Trampolines

Angel Joaniquet: “Ganar el Cuatro Trampolines es muy difícil. Es la competición más exigente y más difícil, incluso más que unas Olimpiadas. En los Juegos Olímpicos hay más tiempo, son dos semanas entre un trampolín y otro. Pero en los Cuatro Trampolines todo pasa muy rápido, es muy complejo y es muy difícil, es un reto de primerísimo nivel.”
José Rivera: “El saltador que tiene el título de haber ganado una “Vierschanzentournee” es conocido y venerado por todos en la zona de los Alpes centrales. Se pueden encontrar recortes de periódico enmarcados y postales firmadas en prácticamente todos los rincones, cafeterías, Gasthof-Pensión… El público es incondicional. También en España este torneo ha calado de una forma especial, todos se acuerdan de los saltos de año nuevo en Garmisch”.
Bernat Solá: “Yo destacaría la gran diferencia del perfil de los trampolines y de sus estadios. El de Oberstdorf destacaba por tener la rampa con mayor inclinación y por entonces con salidas laterales y siempre heladas. Garmisch, indiscutiblemente, el que mas ilusión nos hacía por ser televisado en España, y por los frankfurts... Innsbruck, por ese estadio cerrado con los espectadores tan cerca, su rampa de frenada inclinada, y al fondo el tétrico cementerio... Y finalmente Bischofshofen, con su rampa plana sin apenas inclinación, e interminable, sin ningún tipo de presión en el cambio de pendiente respecto a la nariz del trampolín, que te indica cuándo llega el momento de impulsarte para emprender el vuelo, y por la emoción final de saber quién sería el vencedor de esa edición.”
Jesús Lobo: “Es la Champions de los saltos. El ambiente, el prestigio… es una pasada. Para mí, sólo Oslo y Planica son comparables.”
Luis Fajardo: “El Cuatro Trampolines es tan especial por su tradición. Hay que recordar que es anterior a la creación de la Copa del Mundo. Además, los estadios siempre están a rebosar, con 50 ó 60 mil espectadores, y hay una tremenda rivalidad entre austriacos y alemanes”.
Juan Meno en Bischofshofen

Esas deliciosas anécdotas...

Tomás Cano: “A mí me sorprendió bastante la primera vez que salté en Innsbruck. Curiosamente coincidió con mi cumpleaños. Yo no entendía por qué el público me aplaudía tanto al llegar a la frenada, y es que el comentarista del estadio había dicho durante el vuelo que era mi cumpleaños. Luego lo entendí cuando fui pasando entre el público y me felicitaban todos, de uno en uno.”
Jesús Lobo: “En Garmich, llovía bastante, hice mi salto, regulero tirando a malo. Mi competición había terminado, pero después de mí un yugoslavo, Matias Debelak (acabó quinto ese día) se marcó un salto brutal y bajaron la salida. Y, como antes no había compensaciones, pues tuve la oportunidad de hacer 2 saltos en Garmich. ¡Una experiencia inolvidable!”.
Bernat Solá: “Recuerdo un cabreo enorme que pillé con los directivos de la federación que me prohibieron saltar en Garmisch despuės de no haber tenido una gran actuación en Obersdorf. Lo cierto fue que realicé un salto de prueba más que digno y estaba en uno de los mejores momentos de forma de mi carrera deportiva y convencido de poder demostrar por televisión la mejor actuación jamás realizada por un español en ese torneo. Aún me duele ahora al recordarlo.”
Bernat Solá
Luis Fajardo: “La primera vez que estuve allí fui como ayudante de Willi Pürstl, que grababa en vídeo los saltos de los nuestros y de los mejores saltadores de aquel momento. Esa era una práctica habitual en todos los equipos. Me sorprendió mucho que, cuando se disponía a saltar Bernat Solá, el entrenador de Finlandia le dijo a su ayudante que le grabara.
Otra anécdota me ocurrió en Bishoshofen. El austriaco Toni Innauer quería entrar en la torre de entrenadores y no le dejaban. Me acerqué al vigilante de la puerta y le dije quién era el que quería pasar, para que le permitiera la entrada.”
José Rivera: “Hay una historia que siempre me ha impactado. Había un saltador que competía con el equipo de Alemania occidental, la “Bundes Republik Deutschland”. No recuerdo su nombre. Antes había competido por Alemania del Este, la DDR, hasta un año en que después de la competición de la Tournee en Insbruck, hizo realidad su sueño: escapar del bloque comunista para vivir en el mundo occidental. El plan fue este: acompañado como siempre por el agente que lo vigilaba, fue a una zapatería que tenía dos puertas, una principal y otra trasera. Escapó por esta puerta, allí le estaba esperando un coche y recibió asilo político de la otra Alemania.”
Angel Joaniquet: “En el primer salto que hice mi primer año, en Oberstdorf, tuve un patinazo en la salida del trampolín y estuve a punto de caerme. Salté muy pocos metros y atravesé con los esquís el logotipo circular que está plantado con ramitas de pino, y que tendrá unos 10 metros de diámetro. Pues bien, lo atravesé por encima de lo poco que había saltado. Y entonces pasaron dos cosas: que reboté y me acabaron asignando 84 metros, porque los medidores de abajo no habían visto que ya había tocado tierra; y, por otro lado, cuando subí a hacer el siguiente salto de entreno, a punto estuvieron de decirme que no, casi me matan, porque me había cargado todo el ornamento.”
Angel Joaniquet y Will Pürstl
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