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Blog Murciego | Taylor Fritz, una eclosión de largo recorrido

Fernando Murciego

Actualizado 21/03/2022 a las 16:42 GMT+1

El estadounidense toca su cielo particular a los 24 años ganando en casa el Masters 1000 de Indian Wells. Las comparaciones frenaron su evolución tras irrumpir en el circuito, pero el tiempo le ha vestido como el gran líder de la nueva camada de jugadores norteamericanos.

Nadal-Fritz (Final): El físico acaba con la racha 3-6 y 6-7(5)

Hoy la gente espera que hablemos de Rafa Nadal, de sus problemas respiratorios en la final de Indian Wells, de su primera derrota sufrida en 2022, de sus tremendos números con casi 36 años o de las grandes sensaciones con las que afrontará la próxima gira de tierra batida. Sí, podríamos hablar de todo esto, pero estaríamos chocando con los principios del periodismo. Si nuestra labor es ir detrás de la noticia, este lunes la noticia se llama Taylor Fritz. Nuestro protagonista principal, el flamante campeón del primer Masters 1000 de la temporada, un chico sencillo, reservado, con un recorrido muy intenso en su vida personal y una trayectoria deportiva compuesta por más ruido que nueces. Hasta hoy, donde su talento ha terminado por despejar todas las dudas que arrastraba.
De Fritz llevamos hablando desde el año 2015, cuando cierra el calendario como Nº1 del mundo junior. Su final en Roland Garros y su título en el US Open le llevaron hasta la cima, pero lo mejor le esperaba a la vuelta de la esquina. Febrero, torneo ATP 250 de Memphis 2016, se trataba del tercer cuadro final profesional para un chico de tan solo 18 años, suficiente para colarse hasta la última ronda, donde un experimentado Kei Nishikori se encargará de cortarle las alas. En tan solo 14 meses, Taylor pasaba de ser el #937 a ser el #102 de la clasificación, superando incluso algunos récords del Big3. ¿Saben cuánto torneos tuvieron que disputar ellos hasta llegar a su primera final? Nadal 14, Federer 21 y Djokovic 24. Normal que se hablara tanto del estadounidense, al que rápidamente le colgaron la etiqueta del nuevo Sampras y le pusieron un temporizador a la espera de verle, más pronto que tarde, levantando un Grand Slam. El daño ya estaba hecho.
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Taylor Fritz celebrates match point against Rafael Nadal of Spain during the men's final of the BNP Paribas Open

Fuente de la imagen: Getty Images

Es aquí donde empieza el período de aprendizaje de Fritz a base de derrotas y una normalización de su situación. El chico que iba para estrella de repente se estanca, no gana tantos partidos como se esperaba, se lesiona más de lo normal y deja evidencias de una falta de carisma que le impide dar la talla en los partidos importantes. Taylor Freeze, le llaman algunos simpáticos. La temporada 2017 no es buen recuerdo para él, excepto por el hecho de que se convierte en un hombre casado y padre de una hija. Con tan solo 18 años, las dudas dentro de la pista son infinitas, aunque fuera de ella parece tener las cosas bastante claras. Desgraciadamente para él, aquel matrimonio solo duraría tres años.
Es entonces cuando Taylor desaparece del mapa y por fin puede empezar de cero, sin la presión de la prensa estadounidense, madurando a una velocidad más pausada pero sin dejar de crecer cada semana. Nada mejor que su ranking para comprender lo importante que es la regularidad, incluso por encimas de las grandes irrupciones que luego te dejan sin aliento cuando la gente te pide un objetivo para el que todavía no estás preparado. En 2018 termina dentro de los cincuenta mejores del mundo. En 2019 se queda al borde del top3 y pisa tres finales ATP, de las cuales gana una, en Eastbourne. Ya con la experiencia de ser campeón, en 2020 cruza la barrera de los treinta mejores y en 2021 acaricia el top20. Ahora, con 24 primaveras encima, el primer trofeo de Masters 1000 le deja a las orilla del top10, un ascenso constante donde Fritz ha podido saborear las mieles de cada etapa.
Anoche una lesión de tobillo a punto estuvo de arruinarle el día más feliz de su carrera, obligándole a tirar la toalla antes de saltar a pista. Todo estaba en contra, hasta sus entrenadores, quienes le aconsejaron que la mejor opción era olvidarse y no forzar su físico. Fuera esperaba Rafa Nadal, 15.000 personas en la grada y la oportunidad de convertirse en el primer estadounidense en conquistar Indian Wells desde que lo hiciese Andre Agassi hace 21 años. Eran demasiados ingredientes, demasiados sacrificios y pérdidas para llegar aquí, Fritz no podía dejar escapar ese tren. Aunque luego descarrilara y el daño fuera mayor, pero tenía que subirse en marcha, tenía que jugar esa partida. Es entonces cuando se produce la magia, donde cambian las tornas y el de Santo Rancho Fe hace historia.
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Rafael Nadal saluda a Taylor Fritz tras perder la final del Masters 1.000 de Indian Wells

Fuente de la imagen: Getty Images

"Muchos miembros de mi equipo me aconsejaron que no jugara, pero me alegro de haber tomado esta decisión. Soy un tipo muy terco, pero gracias a eso salí ahí fuera y pude jugar sin dolor. Firmé la cámara con unos signos de interrogación, todavía estaba aturdido, ni siquiera podía creerlo. Ganar este torneo es increíble, pero hacerlo ante Rafa es como la guinda del pastel. Es una locura, alguien a quien vi dominar y ganar a todos, todavía no he terminado de asimilarlo. Hoy los márgenes en el tenis son muy pequeños, gran parte de esa diferencia está en la confianza y la creencia para llevarlo a cabo. Esa fue una de mis grandes luchas hoy, creer que de verdad podía ganar”.
Opelka, Tiafoe, Paul, Korda, Brooksby, Giron, Mcdonald, Cressy, Nakashima, Kozlov, Escobedo, Eubanks, Mmoh o Wolf. Hacía tiempo que Estados Unidos no contaba con una cantera tan precoz y tan avanzada dentro del ranking. La pregunta era: ¿habrá alguno que ejerza de líder? ¿Alguien que realmente esté preparado para luchar por títulos grandes? Desde Jack Sock y John Isner que no veíamos a un yankee levantar un Masters 1000, la prueba definitiva de que ese hombre que buscábamos se llama Taylor Fritz, el mismo que nos impresionó con tan solo 18 años en aquella final de Memphis. Hoy el niño ya es un hombre y su objetivo de tocar el top10 parece cuestión de días. Siete años después de romper el cascarón, el animal competitivo ya está listo para rugir.
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