Federer conquista Melbourne ante Cilic y suma su 20º Grand Slam (2-6, 7-6(5), 3-6, 6-3 y 1-6)

Roger Federer. Cuando el palmarés de un jugador está adornado por veinte títulos de Grand Slam, poco más se puede decir. Comenzó arrollando, aguantó las embestidas de Cilic y volvió a sacar su varita mágica para dar carpetazo a la final. Una nueva demostración a sus 36 años sin saber dónde está el techo de un auténtico genio dentro de la pista. Larga vida al rey Roger.

Marin Cilic. Aguantó el chaparrón como pudo en el primer set y llegó a igualar la final. Sin embargo, no pudo seguir el ritmo de Federer, que le mantuvo al remolque en el desenlace del partido. Subirá al número tres del mundo el croata tras ser finalista en Melbourne, aunque por novena vez en su carrera fuera superado por el suizo.

Ágil, deslizándose sobre la pista, con un tenis que parece que no cuesta, pero que doblega a sus rivales ante la presión constante sobre el fondo de la pista que ejerce. Roger Federer entró en la gran final del Open de Australia con la convicción de que no quería que se escapara su vigésimo Grand Slam ante un Marin Cilic que no se esperaba ni mucho menos que iba a perder sus dos primeros servicios en el partido.

Fue suficiente para cerrar una primera manga brillante, en la que el tenis de altos quilates por parte del maestro de Basilea no encontró oposición alguna. El croata únicamente podía pensar en el siguiente set y vaya que si lo hizo. No le pesó el repaso inicial y se sobrepuso como el número tres del mundo que será cuando se actualice el ránking el lunes (2-6).

Cilic subió enteros, presionó con un gran saque y contó con sus primeras oportunidades de hacer daño al resto. Federer no encontraba la magia presente en el primer set, y salvaba una bola de set en contra para llevar al desempate la segunda manga. Fue aquí donde el croata desplegó todo su mejor tenis. Dominaba al helvético, que no daba crédito después de ganar con claridad en el inicio, viendo el marcador empatado (7-6(5)).

En un duelo de idas y venidas de Cilic, Federer recuperó rápidamente el mando. No quería volver a jugarse un set en el tiebreak y buscó la rotura que le diera la tranquilidad necesaria para afrontar el resto de final con una nueva ventaja en el marcador. Tardó en llegar, pero con 2-4 para el tenista de Basilea, la magia volvió a la Rod Laver Arena en forma de golpes a bote pronto del suizo, que cortocircuiteó nuevamente la mente del croata. Un juego en blanco al saque certificaba un nuevo vuelco en el devenir del partido (3-6).

No había dicho su última palabra Cilic en el partido. Con break abajo, salvaba una nueva bola de rotura para dar la vuelta a la cuarta manga. Federer fallaba más de la cuenta con su servicio y permitía la segunda reacción del croata que forzaba contra todo pronóstico el quinto set. La final subía en intensidad y en juego, con puntos que rozaban la perfección desde ambos lados de la pista (6-3).

Es en el quinto set donde se forja el áurea ganadora de un campeón y está fuera de ninguna duda que Roger Federer es uno de ellos. Cuando parecía que Cilic vivía su mejor momento en el partido, con todo por decidir y el marcador igualado, se sacaba de la manga un nuevo break que le daba la calma necesaria para afrontar el resto de la final con firmeza. El vigésimo título de Grand Slam llegó en Australia, el sexto del suizo en Melbourne, que marca un nuevo hito en la historia del tenis masculino (1-6).