Blog Murciego: Arenas movedizas

No es ningún secreto, pero cada temporada es obligatorio repetirlo. La tierra batida no es para todos. Ni siquiera esta tierra moderna, donde se puede competir a un ritmo alto, donde el servicio puede ser un arma fundamental y donde el fondo de la pista no es la celda que representaba hace dos décadas. La evolución ha jugado su papel pero, aun así, esta parte del año sigue suponiendo un reto para unas cuantas raquetas del top25. Hombres que podrían optar a la mayoría de títulos a lo largo del calendario, excepto los que se disputan en la franja que va de abril a junio. Ahí es donde se reflejan los orígenes de cada uno, las posibles alergias, la predisposición al sufrimiento que siempre te exige el polvo de ladrillo. Hoy daremos cinco nombres que buscan evitar ser invisibles durante estas próximas semanas.

#2 Daniil Medvedev: “Odio jugar sobre tierra batida”. Si ya empezamos con este titular, todo se vuelve más complicado. Al ruso no le gusta la arcilla, eso ha quedado claro, pero tampoco hace falta decirlo a los cuatro vientos. La idea ya se reproduce por sí sola mirando sus resultados, como por ejemplo el alarmante 0-4 que ostenta en Roland Garros, donde nunca pudo sumar una victoria. En Montecarlo se quedó fuera de juego antes de tiempo debido al COVID, un ausencia que posiblemente no le doliera en exceso. Eso sí, como Nº2 del mundial que es actualmente, de momento no le hace falta ser competitivo en todas las superficies para opositar a ser el nuevo rey del tenis.

#14 Denis Shapovalov: Muchos recordarán la desastrosa gira de tierra batida que tuvo el canadiense en 2019, donde lo intentó en numerosos eventos y no fue capaz de arañar un solo triunfo. Sin embargo, fue de los que mejor aprovecharon los baches del calendario pasado, donde se coló en semifinales del Masters 1000 de Roma y donde a punto estuvo de tumbar a Diego Schwartzman y plantarse en el partido por el título. ¿Fue aquello flor de un día o el inicio de una prometedora mejoría? Las sensaciones y el talento innato nos obligan a pensar en la segunda opción, pero su balance de 18-14 en la superficie roja no nos permite todavía darlo todo por hecho.

#16 Hubert Hurkacz: El polaco levantaba hace unas semanas su primer Masters 1000 en Miami sin saber que, a partir de entonces, su apellido estará ligado para siempre a la presión del campeón. La famosa continuidad que se le pide a un deportista después de gobernar un gran escenario. Ahora, el calendario ha querido empujar a Hubert a una gira donde no se siente especialmente cómodo, inmediatamente después del mayor éxito de su carrera, con lo que todo eso conlleva. De momento su paso por Montecarlo fue bastante breve, así que habrá que esperar algunos días para ver de qué manera afronta este doble desafío a sus 24 años de edad.

#20 Felix Auger-Aliassime: El canadiense salió de Montecarlo a las primeras de cambio en su debut profesional con Toni Nadal en el banquillo, resultado decepcionante si lo contrastamos con las expectativas que se habían creado con esta dúo. Su balance sobre tierra batida nos muestra a un jugador sin definir: 16 victorias y 16 derrotas. Es decir, que la victoria y la derrota se proyectan con la misma afluencia, aunque un balance del 50% indica que no es la superficie donde más cómodo se encuentra Félix. Esperemos que con la ayuda del tío de Rafa Nadal pueda pulir su estilo en busca de una mejor adaptación en esta gira de primavera. De momento, este miércoles dieron el primer paso en Barcelona, remontando un encuentro de muchos vaivenes ante Musetti.

#25 Alex De Minaur: De los casos más extraños dentro del circuito. Un muchacho cargado de talento, portentoso físicamente, restador inagotable y de una rapidez inverosímil. Pero el dato más alarmante es que Alex ha crecido todos estos años en pistas de tierra batida, las de Alicante, aunque luego no ha sido capaz de encontrar la fórmula como profesional. De momento, a sus 22 años, el australiano cuenta con solo tres victorias oficiales en arcilla –la tercera, hace apenas unas horas en Barcelona-, estadística que le perseguirá hasta que no surja la sintonía entre su tenis y la superficie roja. Que vendrá, no nos cabe duda.