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Blog Murciego: La tradición no entiende de parches

Fernando Murciego

Actualizado 02/04/2020 a las 14:48 GMT+2

Después de una larga reunión este miércoles, Wimbledon tomó la decisión más dolorosa y al mismo tiempo la más lógica. No habrá torneo en 2020, no habrá gira de hierba y tampoco habrá intento de reprogramar las fechas. Un ejercicio de aceptación y solidaridad a la altura del evento.

Wimbledon

Fuente de la imagen: Getty Images

El mundo del deporte se detenía este miércoles alrededor de una decisión histórica. Wimbledon, el torneo de torneos, había ordenado una reunión de urgencia para determinar qué hacer con el evento. Viendo el panorama, lo más normal era la cancelación, lo que ya se había filtrado y lo que todos esperábamos escuchar. Finalmente, no hubo sorpresa en el desenlace y The Championships destapó la carta más desagradable para el tenis, la más honorable para el circuito y la sociedad. Un espíritu tan tradicional como el que se respira allí no podía permitir ningún tipo de maquillaje: o hacen el torneo cuando y como ellos quieren, o no se hace. Cancelado. Una postura valiente con ellos mismos y empática con el resto de los torneos, pese a que los grandes no siempre predican con el ejemplo.
Como han podido ver, el coronavirus ataca a todos los torneos cercanos por igual, pero eso no significa que todos respondan de la misma manera. Roland Garros ya demostró que no le importaba ganarse unos cuantos enemigos a costa de reservar una fecha en septiembre para celebrar su torneo, algo que en Londres no se les ha pasado por la cabeza en ningún momento. Sin prisas, con cordura y dejando atrás todas las presiones externas, Wimbledon ha sido cauto apostado por la solidaridad con el resto de torneos de la gira, el respeto a otros torneos que habrían podido pisar de haber movido las fechas o, sencillamente, por pura nobleza ante la situación del calendario. Todos sabíamos que esta cuarentena no sería cosa de dos meses, y eso que contaban con el tiempo extra que les dejaba los Juegos Olímpicos, pero ni aun así han querido sacar tajada. Pensando en frío, lo justo era que se cancelasen todos los eventos que coincidan con la pandemia, sin importar cuáles sean. ¿Y no conviene salvar a los Grand Slams? Wimbledon ha hablado y la respuesta es clara. Nadie es más que nadie en este desastre.
Lo más importante en nuestra mente es la salud y la seguridad de todos los que se unen para hacer que Wimbledon suceda cada temporada. Es nuestro deber actuar de manera responsable para proteger a todas estas personas, por lo que en ningún momento nos planteamos un aplazamiento. La cancelación es la mejor decisión para el interés de la salud pública. Por supuesto, todos aquellos que compraron su entrada para esta edición se les ofrecerá la oportunidad de cambiarlos por boletos para el mismo día y cancha de cara a 2021. Apreciamos el apoyo de la LTA, ATP, WTA e ITG para tomar esta decisión, haremos todo lo posible para ayudarles en sus esfuerzos para enfrentar a esta crisis
Así suena el comunicado del All England Club, cargado de intenso dolor y de cruda realidad. La historia nos obliga a retroceder más de seis décadas para encontrar un hueco así de grave en el calendario británico, aunque la última vez que un Grand Slam quedó sin disputarse fue en 1986, cuando falló Australia por un cambio de superficie. Pero si hubo un período descorazonador para los majors fue sin duda con la llegada de la I Guerra Mundial y la II Guerra Mundial, ambas lograron tumbar la programación habitual de torneos como el Open de Australia (1916-18, 1941-45), Roland Garros (1915-19, 1940-45) o Wimbledon (1915-18, 1940-45). ¿Y el US Open? En Estados Unidos jamás faltaron a la cita con el tenis, celebrando su torneo más importante durante 138 temporadas de manera consecutiva (1881-2019). Habrá que esperar unos meses para ver si la cuarentena logra apartar también este récord que empezó a caminar hace dos siglos. De momento, en Nueva York apuestan por llevarlo a cabo.
Con Wimbledon en fuera de juego, falta por saber precisamente eso, qué pasará con Roland Garros y el US Open. En París piensan que lo más complicado ya está hecho, pero hace unos días se suspendía el Salón del Automóvil (1-11 octubre) y el sector de la raqueta se echaba las manos a la cabeza. ¿Tendrán que cancelarlo incluso después del esperpento de haber cambiado las fechas sin consultar a nadie? ¿Se imaginan ponerte todo el circuito en contra y que luego no valga para nada? Ahora mismo, los más pesimistas subrayan la idea de que el tenis no volverá ya en este 2020, hasta existen los más puristas que exigen que se eliminen los eventos disputados entre enero y febrero. ¿Qué pensará Novak Djokovic sobre esto? ¿Qué sentido tendría ‘robarle’ su último Open de Australia, el cual se disputó bajo condiciones aprobadas?
Mientras el coronavirus sigue dejando muertos y contagios allá por donde pasa, el debate sobre qué torneos se jugarán y cuáles no empieza a resultar absurdo, poco relevante. Aunque si algo nos ha enseñado esta pandemia en lo referente al circuito profesional es a confirmar la identidad de sus protagonistas. Wimbledon, atacado durante años por su nula adaptación a los nuevos tiempos y mantenimiento de costumbres de otro siglo, ha vuelto a sacar el esmoquin del armario para compensar todas esas tradiciones con su mejor repunte de humanidad. Sin trampas, sin fechas, sin anestesia. El torneo de cancela y no pasa nada. El año que viene más.
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