Blog Sports&Music: La raqueta Metallica

Nuestro próximo invitado lo tenía casi todo para ser un buen tenista: buen físico, una familia de deportistas, buenos preparadores… Solo le faltó un pequeño detalle: talento suficiente para dedicarse profesionalmente a la raqueta ¿Alguna habilidad escondida? La música, más concretamente, la batería. Con todos ustedes, Lars Ulrich, uno de los fundadores de Metallica.

Torben Ulrich, tenista danés y padre del batería de Metallica Lars Ulrich

Fuente de la imagen: Imago

Si me apuran, no está nada descaminado el cambio de la raqueta para golpear una pelota por las baquetas para golpear cajas, bombos o platillos. Al menos, eso debió de pensar Torben Ulrich, ex número 96 del mundo, cuartofinalista en Roland Garros y 97 partidos ganados en el circuito ATP, cuando se mudó a Florida desde Dinamarca y comprobó que su hijo Lars podía ser un tenista interesante en un país de 5 millones de habitantes, pero uno más en un país con millones de practicantes. “Ni siquiera era uno de los diez mejores tenistas en mi calle”, reconocía con sinceridad el joven Lars, a quien no pudo remediar su falta de nivel ni siquiera la Academia de Nick Bolletieri (de sus manos han salido Agassi, Sharapova, las hermanas Williams), donde le apuntó papá Torben con escaso éxito. Donde no mata, no hay patata, que dice el dicho.
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Lars Ulrich, batería, compositor y fundador de Metallica

Fuente de la imagen: Getty Images

Lejos de ser un golpe duro, la propia filosofía de Torben Ulrich, una especie de espíritu libre, nada que ver con las atormentadas historias personales de las estrellas del rock, fue el gran apoyo que su hijo Lars necesitaba para este giro vital. La pasión por el rock duro y un anuncio en el periódico hizo el resto. Tras una nueva mudanza de los Ulrich, en esta ocasión al sur de California, el destino parecía ir marcando los pasos de Lars: un concierto del grupo Yesterday & Today, la salida del vinilo de debut de Iron Maiden, un anuncio en la versión californiana del Segunda Mano, The Recycler, en la que el batería Lars Ulrich buscaba músicos para formar una banda de rock… Y James Hetfield respondió, como también lo hicieron en su día a través de esta revista ‘Slash’ para unirse a Guns ’N Roses o Mick Mars para entrar en Mötley Crüe. Aquí nació Metallica.
Un largo camino con el recorrido habitual de las bandas que quieren hacerse un hueco en la dura selva musical. Una maqueta que llega a las manos adecuadas, el productor y propietario de una tienda de discos en Nueva Jersey, Jon Zazula, ‘Jonny Z’ para los amigos; el primer y desastroso concierto en el club Radio City de Anaheim en marzo de 1982, un viaje a Nueva York para comenzar a grabar el primer álbum, “Kill¨ Em All” (Mátalos a todos), lanzado a la calle en julio del 83 y dedicado a los distribuidores que se negaron a aceptar el título propuesto originalmente por el grupo, “Metal Up your ass” (algo así como “Metal por el culo”, con perdón, que uno se limita a traducir); hasta convertir a Metallica en uno de los grupos imprescindibles del trash metal.
Casi cuarenta años de carretera, conciertos, 10 álbumes de estudio, 5 directos, 100 millones de discos vendidos en todo el mundo, varios premios Grammy, 6 número Uno en la lista Billboard, millones de visitas en los canales de video y plataformas musicales, Lars Ulrich (batería), James Hatfield (voz y guitarra), Kirk Hamett (guitarra solista) y Robert Trujillo (bajo) forman parte de la historia de la música contemporánea. De como un tenista mediocre se convirtió en una referencia musical contemporánea. La curiosa historia de Lars Ulrich.
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Stanley Matthews (izquierda) y Torben Ulrich (derecha), en Wimbledon 1964

Fuente de la imagen: Getty Images

Por Luis Jiménez
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