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Copa Davis 2022 | Blog Murciego: Dwight, tenemos un problema

Fernando Murciego

Publicado 28/11/2022 a las 19:51 GMT+1

La Copa Davis bajó el telón a la temporada 2022 con escasa presencia en medios de comunicación, nula repercusión en redes sociales y un debate interminable en torno al viejo y el nuevo formato. Entre experimento y experimento, la competición sigue buscando una identidad que no termina de llegar.

Le Canada, vainqueur de la Coupe Davis 2022

Fuente de la imagen: Getty Images

Igual no te has enterado, pero este fin de semana se disputaron las Davis Cup Finals 2022. ‘¡Qué dices!’. Que sí, que sí, como lo oyes. Se enfrentaron en Málaga las ocho mejores selecciones del mundo, con una final entre Australia y Canadá donde chocaron unos cuantos alicientes. Por un lado, un país que no ganaba el título desde hacía cada dos décadas; por el otro, una nación inédita en el palmarés. Incluso hubo grandes jugadores: un top10 actual (Félix Auger-Aliassime), uno que lo fue en su momento (Denis Shapovalov) y uno que pronto lo será (Alex De Minaur), pero nada de esto fue suficiente para generar el impacto mediático que se esperaba. Estamos, posiblemente, ante la Copa Davis más invisible de la era moderna, una competición que lleva varias temporadas buscando su lugar, su identidad, mientras va perdiendo fieles por el camino.
Ahora me saltarán con la misión imposible que supone compartir programación con un Mundial de Fútbol, y aquí no me queda otra que rendirme a la evidencia. Podría sacar la carta del romántico, esa que dice que la Copa Davis no es otra cosa que un Mundial de Tenis, aunque a estas alturas todos sabemos cuáles son los deportes que funcionan solos y cuáles son los que hay que poner a funcionar. Esa lucha está perdida. Hoy me quiero dirigir a ustedes, que son seguidores de Eurosport y, por lo tanto, aficionados al deporte de la raqueta. Sean honestos con esto que les voy a preguntar: ¿Cuántos de los aquí presentes vieron ese Australia-Canada? ¿Cuántos vieron las semifinales del sábado? Incluso voy más allá, ¿cuántos vieron la eliminatoria entre España y Croacia? Sí, aquella que coincidió a la misma hora que el España - Costa Rica, la que supuso el principio y el final del recorrido de nuestra selección en Doha. No salieron bien las cosas para nuestros intereses, aunque hay varios factores que sí podemos controlar.
El más polémico es el formato, aunque primero me gustaría dejar una pincelada en cuanto a la televisión. Si ya es difícil competir contra el deporte rey, imaginen que el Mundial de Fútbol se dé en abierto (al menos los partidos de La Roja) y la Copa Davis por un canal de pago. Quizá no sea esta la mejor combinación para atraer al espectador, ¿no?. Y luego está el laberinto formato, un boceto que va ha ido variando con el paso del tiempo sin encontrar todavía el rumbo. Han pasado ya cuatro años desde que Kosmos se hiciera con las llaves del negocio y todavía seguimos escuchado quejas y diversas críticas hacia el nuevo modelo. No de los aficionados, que también. No por parte de la prensa, que también. Son algunos de los protagonistas, los que están ahí abajo en pista, quienes levantan la mano para confirmar que algo no va bien. Escuchamos a Lleyton Hewitt, capitán del equipo australiano y una de las personas que más corazón ha puesto en esta competición a lo largo de su trayectoria como jugador y como técnico.
“Viendo lo que ha pasado esta semana, me da pena ciertas cosas. Por ejemplo, lo sucedido con la pareja de dobles de Países Bajos, una de las mejores del mundo y que, sin embargo, no ha podido participar en un solo punto. Venían de hacer un gran trabajo previamente y en las tan recalcadas 'finales' no han podido jugar. El concepto de la competición está equivocado, pero nadie escucha, solo hemos puesto remiendos, no verdaderas soluciones a los problemas de la Davis. Pienso en mi época y en lo injusto que hubiera sido que, una de las mejores parejas de dobles como eran los 'Woodies', no pudieran jugar un solo punto. Esto no es justo”, subrayó el de Adelaida.
¿Y qué dice la organización al respecto? Ayer domingo, en las horas previas a la gran final, David Haggerty sacó pecho en sala de conferencias, asumiendo que cada día están más contentos y presumiendo de que el aforo durante toda la semana ha sido mejor que en ninguna de las ediciones anteriores. “Este año ha sido muy emocionante, junto con Kosmos hemos sido capaces de estabilizar el formato. Ahora por fin funciona para los aficionados, para los jugadores y para el tenis. Pensamos que el anterior era confuso para los tenistas, así que les hemos escuchado y por eso hemos realizado estos cambios. La Copa Davis sigue teniendo un papel único en el tenis y estamos encantados de trabajar junto a la ATP a partir de enero. Ha habido una evolución real en estos 122 años”, concluyó el presidente de la ITF.
Ninguno miente y ninguno tiene la verdad absoluta, pero basta con asomarse a las redes sociales o a los medios de comunicación para ver que la repercusión del torneo más importante del mundo del tenis ha brillado por su ausencia, incluso entre los profesionales que vivimos de esto. El cambio de formato implica el aumento de países en esta Fase Final, o lo que es lo mismo, el aumento de ingredientes para hacer atractivo el producto. Y cuando digo ingredientes me refiero a las estrellas, a los jugadores, que al final son los que mueven todo. Pues bien: Alcaraz, Sinner y Zverev lesionados; Tsitsipas de vacaciones; Djokovic eliminado desde hace semanas; Medvedev, Rublev o Khachanov borrados del mapa por ser rusos; Nadal y Ruud jugando exhibiciones en Sudamérica… ¿sigo? Y ojo, que esto no es culpa de nadie, de hecho son múltiples factores, pero es el argumento más pesado para explicar la falta de atención a la competición, más allá de que se esté jugando o no un Mundial en Catar de manera simultánea.
¿Qué hubiera pasado con el formato antiguo? Que habríamos tenido únicamente un Australia-Canadá durante tres días, centrando la atención mucho más en las narrativas de ambas selecciones y sus jugadores, vinculando de una manera más efectiva el factor emocional, definiendo mucho más el foco. Puede que incluso Nick Kyrgios se hubiera animado a estar presente en la convocatoria, lo que está claro es que se hubiera jugado en el continente correcto, con las aficiones correctas y con una inversión más mesurada. Como aficionado al tenis, aquí dejo claro mi apego al formato antiguo, el que aseguraba que una de las dos potencias siempre jugara de local, aunque ningún variación me hará desligarme por completo de una competición que nos ha dado tanto. Esta semana sentí lástima al ver ese vacío en los medios de comunicación con el tenis, el sorprendente desinterés por parte de algunos compañeros de profesión, en definitiva, la caída de un gigante que pierde luz cada temporada que se apaga. No sé qué pensaría Dwigth Filley Davis, el hombre que creó esta competición allá por 1900 y desaparecido en 1945. No sé si aprobaría estos cambios o volvería a apostar por lo tradicional, pero hoy es su legado el que está en juego, el de un torneo con más de cien años de historia que se está descomponiendo entre tanto ensayo fallido.
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