Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo
Opinion
Tenis

Daniil Medvedev, el nuevo top10 de la ATP del que nadie habla

Fernando Murciego

Actualizado 19/07/2019 a las 16:11 GMT+2

Nadie llega a estar entre los diez mejores del ranking ATP sin haber hecho antes las cosas bien. Muy bien. Sin embargo, uno sí que puede colarse en ese top10 sin levantar mucha humareda, sin hacer ruido, sin acaparar tantos focos como debiera. Lo ha hecho Daniil Medvedev, un ruso de 23 años que pasa inadvertido pese a tener solamente nueve nombres por delante en la clasificación mundial.

Daniil Medvedev

Fuente de la imagen: Getty Images

Como cada lunes, muchos aficionados al tenis chequearon la clasificación mundial del ranking ATP para ver si había cambios. Obviamente, sabían que Novak Djokovic seguiría en lo más alto de la tabla, lo haría aunque hubiera caído en primera ronda de Wimbledon, imagínense el margen que tiene. Más allá del serbio, no todos tenían claro si sería Federer o sería Nadal quien le cubriera la espaldas como Nº2, como tampoco estaba claro cuántos puestos descenderían nombres como Kevin Anderson o Marin Cilic después de sufrir un torneo catastrófico en el Grand Slam de la temporada. Eso sí, el invitado que nadie esperaba era un ruso de 23 años cerrando las puertas del top10. Daniil Medvedev, un jugador que no ha parado de crecer en los últimos dos años y que ya convive con la élite. Un tenista del que ya va siendo hora de hablar muy seriamente.
Hablar de los inicios de Medvedev es hablar de lo ocurría a finales de 2016. En menos de tres años, el moscovita ha pasado de disputar fases previas a situarse entre los diez mejores del mundo, un salto de altura que bien podría ponerle al nivel de los más grandes. Su primera victoria oficial llegaría en el torneo de ‘s-Hertogenbosch de aquella misma temporada, cuando tras superar la Qualy se impuso a Horacio Zeballos por 6-3 y 6-1. Hoy, posiblemente gracias a ese partido, Daniil todavía afirma en su perfil ATP que su superficie favorita es la hierba, algo que continuó constatando en los años venideros. Allí en Holanda logró meterse en octavos de final, resultado que igualaría en su siguiente parada, Hamburgo. Y en la siguiente, San Petebsburgo. Ya en la siguiente, en su ciudad natal, daría un paso más pisando sus primeros cuartos de final como profesional, en Moscú. La temporada se cerraba con su nombre dentro de los cien mejores del mundo. Con tan solo 20 años, el trabajo más difícil ya estaba hecho.
Con esa dinámica tan positiva arrancó el curso 2017, con ganas de seguir acortando el cerco con los de arriba.. En el primer torneo que disputó, el ATP 250 de Chennai, se coló en la final, un hecho que ya no sorprendía a los que veníamos siguiéndole desde meses atrás. Aquella tarde perdería ante un Roberto Bautista mucho más curtido y experto (6-3, 6-4), el mismo Roberto Bautista que, en estos momentos, seguro que cambiaría aquel trofeo en la India a cambio de traspasar de una vez por todas la barrera del top10. El apellido Medvedev explotó tras aquel torneo, obligando a los periodistas a repetir en numerosas ocasiones una frase que nos acompañaría todo el año: “No, no es el hijo de Andrei Medvedev”. Resuelto el misterio, podíamos seguir viendo crecer al chico en paz, haciendo su propio camino.
Un chico tan joven, tan reservado, empujado a competir con las fieras más voraces, lo normal es que sufriera algún cortocircuito. Fueron varios dentro de una temporada en la que su victoria sobre Wawrinka en primera ronda de Wimbledon terminaría siendo la más sonada. Hasta ocho veces llegaría a pisar unos cuartos de final, nueve si contamos los de Chennai, pero eso no sería tan noticioso como lo que sucedería dos días después de vencer a Stan en Londres. Le tocaba Ruben Bemelmans en segunda ronda, un zurdo belga con revés cortado que pondría fin a su aventura en el torneo. Medvedev no se lo tomó bien y, tras varios desencuentros con el juez de silla, acabó sacando la cartera de su mochila y tirándole unas monedas a los pies. El vídeo está en internet, para los que les resulte increíble. Aquel gesto tuvo su consecuente multa económica y provocó que los más curiosos bucearan en la historia del ruso. Así fue como encontraron un capítulo todavía más oscuro del año anterior, donde se vio envuelto en un episodio racista ante Donald Young en el Challenger de Savannah. Quizá por eso no llamara tanto la atención que en 2018, durante el torneo de Miami, casi llegara a las manos con Tsitsipas tras un cruce de palabras en la red. ¿Acaso estábamos ante un nuevo Bad Boy?
Daniil Medvedev
Ni mucho menos. Por aquel entonces, Medvedev ya había arañado su primer título profesional en enero de 2018, tras derrotar a De Miñaur en Sydney. El reto era doble, ya que le tocaba superar al favorito local, pero tan bien le fue que le cogió gusto a destrozar los sueños del público presente. Sobre ese mismo calendario, los triunfos sobre Johnson (USA) en Winston-Salem y ante Nishikori (Japón) en Tokyo le colocaban ya con tres trofeos en su haber y al borde del top20. Ya nadie se acordaba de las riñas, conflictos o polémicas. Daniil había aprendido la lección en tiempo récord, dejando a un lado el show y hablando más y mejor dentro de la pista. Instruido a la perfección por su entrenador, Gilles Cervara, el ruso se había convertido en uno de esos jóvenes a seguir de cerca, uno de esos talentos que, cuando menos te lo esperas, se plantan en el top10 y no te has percatado de por qué agujero se han colado.
No suele ser fácil el salto inmediato del top20 al top10, ya saben, la asimilación de las alturas, mucho más si hablamos de un chico tan joven. Por suerte, hay excepciones. La temporada actual arrancó con un Medvedev más fresco que nunca, saliendo subcampeón de Brisbane, octavo-finalista de Australia y campeón de Sofía. El ruso pisaba el acelerador cada semana, sin dar nunca un pasó atrás, aunque todos intuíamos que el frenazo llegaría en tierra batida, su kryptonita. Entonces fue donde realmente nos dimos cuenta de la joya que teníamos ante nuestros ojos: semifinales en Montecarlo y final en Barcelona. Fueron ocho victorias en los dos primeros eventos de la gira de polvo de ladrillo, seis más de las que acumulaba en toda su carrera profesional. Tanta mejoría no fue casualidad: en su banquillo, al lado de Gilles, un tal Igor Andreev ejercía de asesor para desbloquear los secretos de la arcilla. Fue el click definitivo para que por fin el mundo del tenis le prestara atención y entendiera que ese apellido, que esos golpes, pronto estarían comiendo en la misma mesa que los mejores jugadores del mundo.
Y fue ahí, tras perder la final del Conde de Godó ante Thiem, donde la bestia se relajó. Implosionó. No volvería a sumar una victoria hasta la llegada de su querida hierba, el lugar donde atrajo por primera vez la atención de los medios Semifinales en Halle (cedería con Simon) y tercera ronda en Wimbledon (perdería con Goffin). Dos nombres que seguro les suenan, cargados de gran talento pero exentos de focos. Tanto el francés como el belga fueron parte del top10 en su momento, aunque muchos ni lo recuerden. Este es el camino que presumiblemente le espera a Medvedev, codearse con los grandes pero sin llamar la atención, caminar desde una segunda línea de batalla, a esperas de recoger lo que dejen escapar los principales tanques. En definitiva, competir con el perfil bajo activado, dejando que los flashes apunten a otros compañeros más seductores. Veremos quien termina conquistando antes el inabordable corazón de los Grand Slams.
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Temas relacionados
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio