Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo
Opinion
Tenis

Blog Murciego: Juventud, perdido tesoro

Fernando Murciego

Actualizado 26/06/2019 a las 19:31 GMT+2

Roger Federer, Feliciano López y Tommy Robredo. Tres jugadores que con 37 años mostraron su valía levantando un título profesional el pasado fin de semana. El tenis masculino, que siempre fue liderado por tenistas que no alcanzaban la treintena, ha dado un giro completo en la última década. Diez años robados a una generación que perdió su lugar en la historia.

Roger Federer (ATP Halle)

Fuente de la imagen: Eurosport

Tuvo que ser algo así. El reloj tocó la medianoche y aquel grupo de fósiles tan bien cuidados volvieron a su estado original. Colgaron la raqueta y agarraron de nuevo el bastón. Se acabó el tiempo, el hechizo llegó a su fin y el deseo de ver a varias glorias triunfando en un mismo fin de semana quedaría para siempre en la mente del aficionado. Un último baile, que solemos llamar. Pero no, todo esta ilusión que serviría para guionizar una película es en realidad el pan nuestro de cada día, prácticamente de cada domingo. El tenis masculino profesional, liderado históricamente por individuos jóvenes -los mismos que al llegar a la treintena empezaban a bajar los brazos- se ha convertido en la actualidad en un cementerio de elefantes que bloquea el paso a los nuevos campeones, al relevo, rompiendo así la naturaleza de la propia sucesión. Eso sí, no son unos elefantes cualquiera, es posiblemente la mejor manada de talento que nuestra mente alcanza a recordar.
Primero fue Roger Federer, conquistando Halle por décima ocasión en su carrera. Horas más tarde fue Feliciano López, recuperando el trono en Queen’s gracias a una invitación de la organización. Y cuando ya todo el mundo tuiteaba acercaba de este fin de semana vintage, entonces apareció un renacido Tommy Robredo para enlazar en Parma su segundo título Challenger de manera consecutivo, demostrando que la vieja guardia tiene el cerco echado a todas los pisos del edificio. Los tres tenores, con 37 palos encima cada uno, sometiendo al resto en tres torneos diferentes, dos de ellos del más alto nivel. La escena refleja una semana más las nuevas leyes del circuito ATP, donde por primera vez es más importante tener años encima que tenerlos por delante.
picture

Feliciano López levanta el título en Queen's 2019

Fuente de la imagen: Eurosport

Alimentación, prevención de lesiones, equipo de trabajo más amplio, más profesionalidad en los jugadores, aceleración del juego... Son muchos los factores a los que siempre aludimos para explicar por qué un tenista de los años 90 se retiraba con 30 años y ahora con 35 todavía sigue peleando en las grandes plazas. Merece la pena acercarse lo máximo posible a este dato porque es sin duda el cambio más grueso que ha tenido este deporte en su época contemporáneo. Lo vemos con un ejemplo muy rápido. Alberto Berasategui, profesional desde 1991 hasta 2001. Diez añitos de viaje. En la temporada que colgaba la raqueta, un tal Fernando Verdasco la sacaba del plástico, alguien que tras casi 20 años todavía sigue en el tablero. El tenista de élite ha doblado su vigencia en el circuito, no es que la haya alargado un par de años, es que la ha multiplicado por dos.
Pero todavía nos quedan factores por tocar, factores que deberían haber frenado esta cambio tan abrumador. En los 90 era algo común ver a tenistas saltarse largos tramos del calendario, ya fuera el mes australiano, la temporada de hierba o la intensa gira de tierra batida. Según la especialidad del tenista, decidía dónde le convenía competir y dónde era mejor quedarse en casa. En aquella época no existían los milagros. Ahora ya no pasa esto. Si miras el top50, todos tienen talento y armas para pelear por victorias durante los once meses de actividad. ¿No debería esto provocar un agotamiento extra y, por lo tanto, una reducción de las carreras? Y lo más importante, el prize money se ha triplicado, solo así se puede entender que un jugador como Andy Murray haya ganado más dinero que Pete Sampras. Esta proliferación económica tenía un riesgo: invitar a los jugadores más bohemios a tirar la toalla cuando vieran cubiertas sus necesidades a una edad temprana. Pues no, ni por este camino encontraron la señal de Stop. Para resolver la ecuación basta una palabra: ambición. Quizá, la que no tuvo en su día Bjorn Borg, fuera del circuito a los 26. Hoy esa ambición está muy relacionada con la profesionalidad, empujando a los jugadores a seguir compitiendo independientemente de los ceros que tengan en su cuenta bancaria. El tenis dejó de ser un trabajo para muchos (no para todos), y pasó a convertirse en una pasión sin la que no sabrían vivir. Retirada, una palabra tabú para el jugador en activo.
Todos estos datos han propiciado un retraso en la explosión de toda una generación que todavía no sabemos dónde ubicar. Federer, Nadal y Djokovic ya tenían Grand Slams antes de cumplir los 22 años, y esto por poner una altura que cubra a las tres leyendas, ya que el español empezó la recolecta a los 19. Está claro que los Monfils (32), Tsonga (34) o Berdych (33) perdieron su tren al ser contemporáneos del Big, esa guerra la tenían perdido antes de saltar a pista. ¿Pero qué pasó con jugadores como Dimitrov (28), Raonic (28) o Nishikori (29)? Y lo más importante, ¿qué va a pasar con gente como Thiem (25), Khachanov (23), Pouille (25) o Zverev (22)? ¿Cuánto deberán esperar? No crean que ellos no quieren ganar, es que no pueden. En pleno 2019, todavía esperamos a un campeón de Grand Slam nacido en los 90, generación maldita por simple azar, les tocó bailar con monstruos. Lo que vivimos este fin de semana, por mucho que nos parezca algo normal, representa algo excepcional, quizá común en la década de los 70, pero no ahora. Por supuesto que es bonito ver a las leyendas aumentar su mito cuando ya nadie les espera, ver a un Feliciano haciendo doblete sobre hierba al mismo tiempo que se plantea la retirada, pero algún día comprenderemos el tapón que han provocado durante toda una década. Una década que quizá no les pertenecía, pero tampoco nadie tuvo el valor de ir a pedirles cuentas.
Esta tendencia a exprimir al máximo una trayectoria no se había visto nunca en la época moderna, hasta que llegó él, el inigualable Andre Agassi. El estadounidense, como si de un tenista en blanco y negro se tratara, comenzó su andadura en 1986 y la cerró en 2006. Veinte temporadas compitiendo al máximo nivel, incluida una final en el US Open a los 35 años. Sí, Jimmy Connors estuvo en activo 24 años, pero estuvo los últimos doce sin pelear por un major. El ritmo de Agassi, sin embargo, no cautivó a su mayor adversario, Pete Sampras, quien prefirió dejarlo en lo más alto y con un récord que parecía inalcanzable. Hoy ese récord ya ha sido asaltado por tres valientes, tres mitos incapaces de frenar por miedo a que algún rival pueda superarle en su ausencia. Ellos son los dueños de un vestuario que azota cada temporada a los nuevos talentos. Hoy la juventud es un divino tesoro enterrado bajo el peso de la veteranía, la experiencia y una ilusión interminable. Hoy los jóvenes son ellos.
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Temas relacionados
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio