El dilema de Nadal y su rodilla, ¿vuelta en París o regreso en Londres?

Desde las semifinales del US Open, donde Rafa tuvo que retirarse ante Juan Martín del Potro, en gran medida por el desgaste sufrido en cuartos de final, en posiblemente uno de los mejores enfrentamientos del año frente a Dominic Thiem, el balear no sabe lo que es disputar un partido. Entre medias, su ausencia en una gira asiática que tuvo su culmen en Shanghái, donde Novak Djokovic se acercó de tal manera al número uno, que en la capital francesa puede superar al español en la clasificación mundial.

Pero en la cabeza de Nadal no ha entrado nunca la posibilidad de forzar su físico para defender una posición, que a sus 32 años, ha perdido relevancia, dejando paso a una mentalidad por disputar lo más sano posible los torneos, con el objetivo de ser competitivo en todos ellos y poder seguir ganando títulos en una carrera más que exitosa, al alcance solamente de uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte. Por ello, el plan inicial sigue siendo reaparecer en París, como explicaba Carlos Moyà hace aproximadamente un mes, pero no cierra ninguna posibilidad de aquí a final de año. Si el físico no responde podría esperar a Londres o incluso dar por finalizada la temporada.

El año pasado posiblemente alargó más la situación de las molestias en su rodilla derecha para llegar a las ATP Finals, con abandono en París-Bercy de por medio en cuartos de final. La experiencia de lo vivido desde que fuera finalista en Shanghái ante Roger Federer, hasta que tuvo que renunciar a seguir jugando en el O2 Arena de Londres, seguramente influirá en las decisiones a tomar en los próximos días. La primera opción de volver durante la próxima semana sigue abierta, y le permitiría afrontar un torneo en pista cubierta anterior a la Copa de Maestros, ya que serán unas condiciones nuevas para él durante la presente campaña.

El final de 2017 provocó que Nadal no pudiera jugar en aproximadamente dos meses, por una dolencia similar a la que arrastra el campeón de 17 Grand Slams en su rodilla derecha, tiempo que se estimaba que pudiera estar en esta ocasión de baja, como dejaba entrever el propio Rafa tras su retirada en el US Open. Lo cierto es que el Masters 1.000 de París llega antes de que se cumplan esas ochos semanas de plazo para que el manacorí vuelva a estar al cien por cien, por lo que todavía cabe la posibilidad de que retrase su vuelta hasta las ATP Finals de Londres, donde está clasificado desde prácticamente la mitad del año y donde no sabe lo que es ganar a lo largo de su carrera.

El que sí que estará en la capital francesa será un calmado y dominante Novak Djokovic, que no ha sentido la necesidad de jugar en Basilea o Viena de cara a superar a Nadal en el número uno del mundo y descansa después de su título en Shanghái de cara a conquistar nuevamente en París un torneo que ya ha ganado en cuatro ocasiones (2009, 2013, 2014 y 2015), volviendo a las ATP Finals como posiblemente el máximo favorito a todo lo que queda por delante de aquí a final de campaña. De momento también estará Roger Federer, ganador en 2011, baja el curso pasado en un descafeinado cuadro que se acabó llevando Jack Sock.

Quedan por conocer los planes de un Nadal que tiene marcado en el calendario la posibilidad de imponerse por primera vez en dos torneos que extrañamente no están presentes en su extenso palmarés, sin embargo, no va a poner en juego su estado físico y el devenir de su vida deportiva por conseguirlo. La rodilla mandará por encima de todas las cosas y de su estado dependerá las decisiones de Rafa en París y en Londres, ya que si hay una cosa que nadie puede debatir, es que el número uno del mundo no tiene nada que demostrar, por lo que haga lo que haga, seguro que será la mejor opción posible.