La opinión de Fernando Ruiz: Garbiñe de abril

Garbiñe con su pareja. Garbiñe en un carro. Garbiñe tomando unos finos en las casetas de moda. Garbiñe con Jorge Cadaval ¿O es César? ¿Por qué siempre los confundo?

Da igual. Al tema. Qué felicidad desprende. Qué cara de vivir la vida con intensidad, sin renunciar a nada. Qué luz desprende en contraposición con algunas instantáneas agónicas en la pista de tenis. Esa Garbiñe con el brazo encogido y el alma en vilo. Ese sufrimiento de tener el partido ganado para perderlo en apenas un suspiro. Ese quiero y no puedo. Y no puedo porque lo que siento es que hay otra vida al margen del deporte profesional, que me hace sentirme más feliz. Una vida única, personal e intransferible, de disfrute, de hacer lo que te viene en gana porque tienes la luz pagada de por vida a base de los buenos raquetazos con los que nos ha hecho vibrar durante todos estos años.

La ex número uno del mundo, ganadora de Roland Garros y Wimbledon, campeona del torneo de maestras, ha elegido una vida de una chica de 29 años. Y uno cree, no sin cierta nostalgia, que ha acertado de pleno. No hay más que verla. Que escribir a posteriori sobre la salud mental es fácil. Y pregonar que hay que cuidar a los deportistas también, pero a la hora de la verdad casi nadie es capaz de ponerse en su piel. Olé tú, Garbiñe Muguruza. Que disfrutes de la vida. Y millones de gracias por tan buenos momentos de tenis. Eres muy grande.