La historia reciente de Nadal y sus lesiones: no hay duda que volverá más fuerte

Mucho se esperaba del regreso de Rafa Nadal tras un 2016 en el que a pesar de conquistar la medalla de oro olímpica con Marc López en los dobles de Río de Janeiro, la muñeca le impedía estar al mejor nivel, provocando su retirada en un torneo que en un futuro debería de llevar su nombre, Roland Garros. Curiosamente, su vuelta al circuito en 2017 coincidió con el hecho de que otro mito viviente del tenis hubiera pasado una situación similar, Roger Federer.

El Open de Australia fue testigo de un torneo que maravilló a propios y extraños, donde tanto Nadal como Federer demostraron que están hechos de otra pasta. Completamente recuperados de sus problemas físicos llegaron a la final, un partido épico donde el suizo solamente pudo doblegar al español en la quinta manga. Las lesiones parecían cosa del pasado y Rafa aprovechaba el tirón para llegar a la final en el Masters 1.000 de Miami y afrontar la temporada de tierra batida en plenitud.

En el polvo de ladrillo, elemento donde no ha habido un tenista igual en la historia, Nadal encadenaba los títulos de Montecarlo, Barcelona y Madrid, cediendo en Roma pero exhibiéndose en Roland Garros donde alzaba su décimo título. La temporada iba incluso a mejorar con su tercer título en el US Open, pero cuando todo iba sobre ruedas la rodilla dio un importante aviso. Pekín le había vuelto a ver vencer, pero fue en Shanghái donde el vendaje en su pierna empezó a evidenciar que algo no iba bien.

La sobrecarga de partidos le había pasado factura y en los dos últimos torneos de la temporada iba a quedar patente. El manacorí se tenía que retirar sin jugar en los cuartos de final de París-Bercy, permitiendo a la sorpresa del torneo Filip Krajinovic seguir avanzando en el cuadro, y solamente podía acabar un partido en las ATP Finals, diciendo adiós tras caer contra David Goffin.

Las vacaciones le permitían volver a la competición en el Open de Australia 2018, no sin antes renunciar a jugar en la clásica exhibición de Abu Dabi y el torneo de Brisbane. Los problemas en la rodilla parecían dejados atrás o por lo menos le dejaban competir y se clasificaba para los cuartos de final, donde un nuevo contratiempo se iba a cruzar en su camino. Tras una carrera hacia la red después de un golpe de Marin Cilic, Nadal no podía seguir el partido. Una rotura en el psoas ilíaco tenía la culpa.

La lesión le mantenía más de dos meses fuera de la competición, perdiéndose los Masters 1.000 de Indian Wells y Miami. Su regreso, ya en la tierra batida, fue nuevamente fulgurante en los cuartos de final de la Copa Davis frente a Alemania, donde ganaba sus dos partidos con autoridad frente a Philip Kohlschreiber y Alexander Zverev siendo parte fundamental de la victoria final de la Armada.

Nuevamente la tierra batida servía de bálsamo contra los problemas físicos del español que ganaba en Montecarlo, Barcelona, Roma y Roland Garros, solamente pinchando en los cuartos de final del Mutua Madrid Open donde caía ante Dominic Thiem. Además aprovechaba la inercia ganadora y se clasificaba para las semifinales de Wimbledon alzando también el Masters 1.000 de Canadá. Un nuevo problema físico iba a cruzarse en su camino e iba a serotra vez la rodilla.

Con sufrimiento, Nadal superaba a Dominic Thiem en los cuartos de final del US Open, donde ya evidenciaba los dolores que en semifinales le iban a precipitar a tomar la decisión de retirarse ante Juan Martín del Potro. La mala suerte volvió a cebarse con el español cuando parecía ya recuperado de cara a competir en París-Bercy después que un problema abdominal le dejara fuera de combate, aprovechando para pasar por el quirófano para solventar una lesión en el tobillo.

Nuevamente el Open de Australia era el torneo elegido por Nadal para volver tras recuperarse de los problemas físicos y lo hacía con un juego sorprendente, directo, efectivo y que le permitía volver a la gran final, donde Novak Djokovic cortaba su progresión de golpe. Tras un mes de descanso, Nick Kyrgios le eliminaba en Acapulco, pero sin aparentes señales de problemas físicos.

Estos llegaron por sorpresa en los cuartos de final de Indian Wells. La rodilla no ha dejado de dar guerra durante toda la carrera deportiva de Rafa, recurrentemente durante estos dos últimos años y medio. "Algunos momentos son mejores y otros peores, pero el dolor siempre está ahí. Es algo que me limita a entrenar menos que lo que yo querría y a jugar menos que lo que yo querría. Pero no es el momento para quejarse demasiado. A pesar de todo esto, sigo donde estoy hoy día", explicaba el balear tras tomar la decisión más difícil, esa que impedía ver un nuevo duelo frente a Roger Federer. Es consciente de que los problemas están ahí y ha sabido vivir con ellos durante toda su vida.

La tierra batida espera, "mi plan es Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros" unos torneos que han forjado la leyenda del auténtico Rey de la arcilla, una superficie que además es más benévola con sus articulaciones, por lo que no hay ninguna duda de que Nadal estará en plenitud de condiciones físicas para intentar volver a dominar con autoridad su elemento favorito.