Legends' Voice | Justin Henin: "Serena Williams podía hacerte sentir muy pequeña"

Hace veinte años, Justine Henin ganó en París su primer título de Grand Slam pocos días después de cumplir 21 años. En Legends' Voice, la experta de Eurosport reflexiona sobre ese increíble logro en Roland-Garros.

"Si empiezo a recordar Roland-Garros 2003, lo primero que me viene a la mente es cómo me sentí cuando llegué a París ese año, porque algo realmente había encajado unas semanas antes. Empecé a trabajar con Pat Etcheberry [famoso preparador físico de Florida] en noviembre del año anterior. Físicamente estaba en el camino correcto y estaba progresando. Pero sufrí un verdadero revés en Amberes en febrero al perder ante Kim Clijsters.Tuvimos que tener una gran discusión con Carlos Rodríguez, mi entrenador. No podía jugar mi juego".

"Cuando llegamos a Dubai, tuvimos una larga conversación con Carlos. Básicamente, la naturaleza de su mensaje era "¿cuánto tiempo vas a seguir jugando así en los momentos clave de los partidos?"

"Él estaba en lo correcto. Estaba tan limitada. Esa conversación cambió muchas cosas para el resto de mi carrera. A partir de ahí comencé a liberarme y a jugar con confianza y autoridad".

"Ese año gané en Charleston, venciendo a Serena Williams en la final. Jugué bien en Berlín y gané el título. Estaba teniendo buenos resultados, pero no venía a Roland-Garros pensando 'estoy bajo presión porque jugué bien', ¡para nada! Había pasado por un gran revés en 2001, perdiendo ante Clijsters en las semifinales después de liderar 6-1 4-2. Pero yo no estaba lista entonces. 2003 fue la primera vez que me sentí lo suficientemente madura, de alguna manera. Me decía a mí mismo 'tal vez soy favorita entre otros'. Ciertamente no soy el mejor ubicado, pero puedo tener mi parte de opciones'.

"Creo que también me disparó mentalmente. Y creo que todo está relacionado con cómo me sentía físicamente. A través del trabajo físico, había ganado una confianza que no tenía uno o dos años antes. Porque hasta entonces yo seguía siendo esa buena jugadora, esa joven que tenía dudas. Creo que tienes la personalidad que tienes y es bueno dudar, esa es la única forma de hacer las cosas, pero hasta entonces no me sentía capaz de ganar. No me sentía con derecho a ganar Grand Slams. Y a través del trabajo físico que realicé durante la temporada baja a finales de 2002, donde realmente profundicé, hubo una especie de liberación mental".

"Finalmente me sentí segura. Comencé con la visualización cuando estaba entrenando en Florida en noviembre o diciembre. Tengo recuerdos muy claros de eso, caminar por el complejo y realmente visualizarme, verme en Roland-Garros seis meses después. Fue muy claro. Allí pude proyectarme. Es como si hubiera construido el camino, tengo un fuerte recuerdo de eso, todavía hoy lo puedo sentirlo en mí. Puedo ver muy bien dónde estaba en el resort y estaba serena. Me vi ganando como si estuviera escribiendo la historia. El poder de la autoconvicción, el poder de los pensamientos, eso es algo en lo que creo. Yo había empezado a escribir la historia entonces".

"Pero la visualización era algo que había hecho instintivamente cuando era niña, ya que soñaba con ganar Roland-Garros. En 1992 había ganado un torneo juvenil en Bélgica y el premio eran dos asientos en los palcos para ver la final femenina de Roland-Garros".

"¡Para mí, fue una locura! ¡Me estaba proyectando! No me perdía ni un solo minuto del Abierto de Francia en ese entonces. Entonces, fui con mi mamá. Mi padre y mi hermano encontraron asientos en otro lugar del estadio. Y estábamos ahí, a cinco metros de la cancha".

"Vi esa famosa final Graf-Seles donde mi ídolo acabará perdiendo, 10-8 en el tercer set".

"Todavía puedo sentir dentro de mí lo que sentí en ese entonces. Agarré a mi mamá, yo todavía era muy pequeña y le dije: 'un día estaré en esta cancha y también ganaré Roland-Garros'.

"Ella me miró como si dijera irónicamente '¡por supuesto que lo harás cariño!' Sentí que la idea detrás de esto era 'es bueno soñar, pero la escuela es más importante'. Pero este momento entre los dos me acompañarían hasta mi primera victoria". La madre de Justine murió en 1995.

"Luego, por supuesto, lo segundo que me vino a la mente es la semifinal contra Serena. Ella fue el último desafío y siempre me sentí intimidada por ella. Esta vez dije 'no'. Me negué a dejar que me pisoteara. Entré en ese partido con muchas ganas y determinación. Solo había jugado una semifinal antes en el Abierto de Francia, en 2001, y no pude cerrarla. Quería mi venganza".

"Pero hay un tiempo para todo. Hay veces que estás listo. Hay veces que no lo eres. No lo estaba en 2001. Y finalmente, las cosas habían cambiado en 2003, tal vez realmente estaba listo. La diferencia entre 2001 y 2003 es una cuestión de madurez y experiencia"

"Cuando te enfrentas a Serena en un Grand Slam, está lo que ella irradia, está lo que hace irradiar a su alrededor. Ella tenía este aura. No he olvidado lo que representó, incluso si vimos a la mejor Serena en el Grand Slam en los últimos años. Tuve la suerte de interpretarla en un momento en que estaba en la cima de su carrera. Sí, ella era genial. Ella podría hacerte sentir tan pequeño, de verdad. Era una guerra psicológica contra Serena. Por eso siempre le expreso mi agradecimiento, ella fue una inspiración porque nos empujó a todos. Trabajé más duro gracias a ella, especialmente en una dimensión puramente psicológica".

"Por supuesto, ella era tan poderosa en la cancha y tenía tanta habilidad y calidad. Pero si nos detuviéramos racionalmente en eso, solo desde el punto de vista del tenis puro, no tenía motivos para tener miedo. Pero realmente existía esta dimensión mental. Ella tenía control e influencia sobre sus oponentes. Porque transmitía una seguridad tan grande, una determinación tan grande que te hacía doblegar. Eso no quiere decir que no construyó sus victorias sobre todas sus cualidades, había muchas. Pero creo que esta dominación psicológica que tenía sobre muchas chicas también fue una gran parte de su éxito".

"Una vez más, en ese partido estaba caminando sobre hielo delgado. Casi no lo logro cuando Serena ganaba 4-2 en el tercer set. Pero tuve este instinto, quería un cambio, estaba pensando 'Es un gran escenario, está aquí, es ahora. Es hora de entregar. Es mi momento'. Llegué al partido convencida de que podía ganar. De lo contrario, no lo habría hecho".

En el set final, hubo ese famoso incidente [la multitud, en su mayoría belga, expresó su descontento con una pelota cantada por Henin. Williams sirvió mientras Henin, avergonzada por el ruido, levantó la mano. La pelota estaba fuera y la estadounidense no obtendría un primer servicio a pesar de sus quejas. Serena perdería su servicio y luego, el partido].

"Muchas emociones estuvieron involucradas en ese momento. ¿Fue todo justo? ¿Fue injusto? Fue muy difícil de tratar. Estaba realmente molesta y, después, no la culpo por eso. Honestamente, tampoco entendí lo que estaba en juego de inmediato para ella. Que podría cambiar. Creo que tampoco hay muchos jugadores que se le hayan resistido, probablemente, y en ese momento creo que también le dejé una marca en la cabeza. La provoqué de una forma u otra. Después de esa semifinal, por un tiempo, sí, voy a tener ventaja sobre Serena. Vamos a entrar en una rivalidad que realmente se convertirá en una fuente de motivación para los dos".

"Esto está tan lejos de nosotros ahora. Hace unos años, cuando trabajaba para la televisión durante el Abierto de Francia, entrevisté a Serena. Realmente había mucho respeto mutuo. Creo que su padre, en cierto modo, también tenía una forma de admiración y respeto por el hecho de que nunca me rendí. Había hecho bastantes sacrificios en mi vida, a veces parecían bastante duros, particularmente en términos de mi familia y él dijo que, al final, no dejé que mucho se interpusiera en mi camino".

"Los Williams han actuado de la misma manera en sus vidas y en sus carreras. Así que puede haber tantas cosas que nos diferencian, pero también hay cosas que nos unen. Nunca podría compararme con Serena y lo que ha hecho, con sus registros. Pero ese vínculo, esta rivalidad, era algo que para mí era realmente emocionante, aunque no siempre era agradable. La competencia era feroz entre nosotros. Creo que sintió algún tipo de amenaza. Y por mi parte, me resultó divertido, en cierto modo, decirme a mí mismo que yo era 'la pequeña descarada que viene a molestarla'. Fue un poco así. Creo que a la gente también le pareció muy divertido, porque físicamente también teníamos cualidades diferentes. Estaba esa dimensión, además de los aspectos tácticos, pero nuevamente era principalmente psicológica. Se convirtió en una guerra que también era un juego, eso seguro".