Open Australia 2018, Garbiñe Muguruza vs Su-Wei Hsieh: Desconcertada y desencajada (6-7(1) y 4-6)

Garbiñe Muguruza: Pocas veces vimos a la tenista española tan desconcertada. No le salió nada. Cierto que venía con alguna duda física y pocos partidos de preparación. Pero no es excusa. Tuvo un día aciago. Le faltó energía. Le faltaron ideas. Su derecha estuvo agarrotada y desde la línea de saque nunca encontró refugio. Perdió los nervios en más de una ocasión y pese a su insistencia con duros golpes de fondo de pista nunca tuvo la manija del envite. Su derrota fue en gran parte mérito de su rival. Su-Wei Hsieh firmó un partido memorable.

Su-Wei Hsieh: Quizá la tenista más anárquica del circuito WTA. Una jugadora tan incómoda como imprevisible. Con dos golpes a dos manos. La derecha y el revés. Al estilo de Marion Bartoli o como la mítica Monica Seles. Pero lejos de apoyarse en la fuerza de sus golpes todo su juego gira alrededor del talento y la improvisación. Ni es fuerte. Ni tiene un gran saque. Ni grandes golpes. Lo que tiene es mucha clase y una capacidad de abrir ángulos que desconcierta a sus rivales. A Garbiñe Muguruza la sacó de quicio.

Pese a las altas temperaturas imperantes en Melbourne, Garbiñe Muguruza entró fría en el partido. Algo aturdida y sin ritmo. Su poderosa derecha apenas era capaz de mandar en los intercambios y los errores no forzados se apoderaron de su tenis de modo casi mecánico. Entró en barrena, recibió un warning y pidió asistencia médica. Un parón que le sirvió para reordenar su juego y entrar con fuerza en el envite. Remendó el descosido y llevó el primer set a la muerte súbita. Allí cedió desconcertada ante una rival que sacó, literalmente, conejos de la chistera para imponerse por 7-1 en un tie break donde no hubo color.

El golpe psicológico para Garbiñe Muguruza fue demoledor. Y pese a meritorios intentos de mantener el tipo y buscar soluciones. No las encontró. La segunda manga vio una tenista española sin ideas y desesperada. La jugadora china se apoderó de la pista. Siguió imponiendo su juego. Tan desconcertante y tan demoledor a la vez. Su-Wei Hsieh sufrió para cerrar el partido, pero lo cerró. Se le fue el envite a una Garbiñe Muguruza con el rostro desencajado y con 42 errores no forzados en el casillero. Demasiados.