Los jueves de Luis Villarejo: Aeropuerto Rafa Nadal

Seve Ballesteros, en Santander. Federico García Lorca, en Granada. John Lennon, en Liverpool. Wolfgang Amadeus Mozart, en Salzburgo. Leonardo Da Vinci, en Roma. Son algunos de los nombres ilustres que bautizan los aeropuertos de distintas ciudades en el mundo. Personajes eminentes que dan fuste a una ciudad. El nombre de los aeropuertos es la primera estampa que observa un viajero ya desde la ventanilla cuando pasea la nave por la pista de aterrizaje. Da empaque al aeropuerto y a la ciudad.

Despierta la primera sonrisa, cuando se da cuenta de la asociación del personaje con el destino. Son nombres incuestionables, de prestigio bien ganado.

El mundo del deporte brindó con justicia nominar a Seve Ballesteros el aeropuerto de Santander. Seve sigue siendo una persona admirada y venerada en todo el mundo, especialmente en EEUU y el Reino Unido. Y por eso, este martes cuando se preguntó a Rafa Nadal en su conferencia de prensa en su academia de Manacor por la posibilidad de ver su nombre en el de Palma de Mallorca, la idea sonó bien a la ciudadanía.

La mayoría de este perfil de reconocimientos no se suelen otorgar en vida. No hay nada más hermoso, que sentir el afecto y el cariño de la gente, con esta clase de iniciativas.

Cuando uno pasa a diario por el polideportivo Vicente del Bosque, en Madrid, al lado del hospital de La Paz, o ve que jugadores como Fernando Torres en Fuenlabrada tienen su nombre en el estadio de la ciudad donde creció, uno siente alegría por saber que son nombres cercanos a la gente, al gran público.

Hoy en día Rafa Nadal, no sólo es la imagen de Mallorca. Rafa es un icono de España. Su triunfo en Australia, el número 21 de Grand Slam, no es una victoria más. No sólo fue un triunfo deportivo. Su galardón, ponderado en todas las portadas del mundo, desde L'Équipe al Financial Times, es un avión que tira de la sociedad española, no sólo del tenis.

Nadal emocionó con su resiliencia a un montón de gremios, entre ellos al de los médicos españoles, algunos de ellos como los integrantes de la Fundación Miguel Litton, entre ellos el doctor Manuel Esteban, que forman brigadas de urólogos que operan a gente sin recursos en medio mundo.

Un gesto sublime. Ellos están orgullosos de Nadal y su actitud les ayuda a seguir viajando e interviniendo con con su cirugía solidaria. Sienten que también hay mucha gente buena en España, cuyo símbolo y jerarquía preside Rafa Nadal. Él, ahora mismo, tira de la sociedad española. Y anima a marcar el camino de los profesionales liberales y prescriptores de este país.

Cuenta Fructuoso López, presidente de Joma, en el libro ‘Alto rendimiento, del deporte a la empresa’, que una de las prioridades en la vida es conocer tus fortalezas. En los años 90 cuando todas las botas de fútbol eran negras, su fábrica desde Portillo en Toledo, se atrevió a ser rompedor y creó las botas de colores, incluidas las blancas de Alfonso Pérez Muñoz.

Nadal tiene sus fortalezas claras. Entre ellas, el origen de su ambición. “Cada torneo que viene es un torneo que no he ganado”. Así crece sin parar un campeón.