Open de Australia 2022 | Las cinco claves que han llevado a Nadal a la final en Melbourne

La sonrisa nada más finalizar el partido, el abrazo posterior con su equipo una vez se encaminó a los vestuarios, el rostro de saber que a sus 35 años todavía tiene mucho tenis que ofrecer para delirio de los aficionados que siguen alucinando con el poder de superación y reinvención de Nadal, daba buena muestra de la satisfacción por el trabajo bien hecho tras vencer a Berrettini. Rafa luchará este domingo a las 9:30 horas por un lugar en la historia, buscando deshacer el empate a veinte Grand Slams que mantiene con Roger Federer y Novak Djokovic.

Nadal ha tenido que lidiar con numerosas lesiones a lo largo de su carrera deportiva, empezando por el síndrome Müller-Weiss en su pie izquierdo, por el cual el propio Rafa reconoció que tiene el escafoides literalmente partido en dos, y que le sigue dando guerra hasta tal punto que incluso llegó a pensar con que no recuperaría su nivel tras un 2021 muy complicado.

En 2017, Nadal ya consiguió llegar a la gran final después de pasar un final de año en blanco debido a sus problemas en la muñeca y acabó cuajando una gran temporada con los títulos en Roland-Garros y el US Open repitiendo una hazaña parecida a la del 2013, después de un 2012 marcado por los dolores en sus rodillas. Lo excepcional del asunto es que sigue haciendo una y otra vez lo mismo, esta vez a sus 35 primaveras.

El partido contra Matteo Berrettini fue una buena muestra de lo difícil que puede poner el partido Rafa Nadal a sus rivales, sin darles opciones de poder desarrollar su mejor tenis. Tenía claro que su punto débil era el revés, sobre todo con bolas con altura que curiosamente venían en paralelo con el revés a dos manos del español. Además, su derecha cruzada de zurdo causaba estragos manteniéndole fuera de la pista y moviéndole a su antojo en los dos primeros sets.

También supo sufrir en los momentos donde Berrettini estuvo casi perfecto con el servicio entre el tercer y cuarto set, o cuando parecía que se le escapaba el partido entre los dedos tras sufrir un golpe de calor en su duelo de cuartos de final frente a Denis Shapovalov. En esos instantes, supo adaptarse a la situación para acabar sacando adelante dos partidos fundamentales en su camino a la gran final de Australia.

Bajo un bochorno y una temperatura cercana a los 35 grados o con el techo cubierto debido a la gran cantidad de agua que caía durante las semifinales, por el día, por la noche, Nadal ha sido capaz de adaptarse a todos los escenarios que se le han ido planteando en la presente edición del Open de Australia.

En semifinales, la mayor humedad y la cubierta cerrada de la Rod Laver Arena dejaban un panorama que a priori se presentaba menos favorable al juego de efectos y liftados del español, pero también supo adaptarse a un golpeo algo más plano, encontrando las debilidades de Berrettini para batirle en cuatro sets.

Si hay algo que ha caracterizado a Nadal a lo largo de su carrera, es la capacidad de minimizar errores en los partidos clave y contra Berrettini volvió a dar buena muestra de ello. Cometió veinte errores no forzados menos que el italiano (19 por 39) y acabó de desesperarle en los dos últimos juegos del partido, donde la presión pudo con el transalpino, con dos fallos claros con su derecha que permitían el break.

Rafa se mantuvo firme y no dio opciones posteriormente al resto, cerrando un partido que dejó muy buen sabor de boca al tenista balear. Es su sexta final en Melbourne, donde conquistó su único título en el año 2009, curiosamente en la primera de ellas, tras un espectacular partido frente a Roger Federer.

El saque de Rafa Nadal se ha convertido en un activo muy importante en su juego en una mejoría que le ha valido en los dos últimos partidos para acabar decantando la balanza a su favor. Contra Shapovalov, el quinto set fue toda una demostración de lo que hay que hacer para dominar un partido en el que no te acompaña el físico.

Frente a Berrettini, las piernas de Nadal volvieron a brillar, pero su servicio le dio la pausa necesaria para no ver peligrar su victoria. Solamente en una ocasión lo acabó cediendo, la que llevaría el duelo a la cuarta manga. Su primero hace mucho daño a sus rivales, tanto a la zona de la ‘T’ como el lado abierto, y el segundo también es capaz de generarle ventajas para acabar la jugada con su derecha.

En definitiva, Rafa Nadal ha vuelto a hacerlo. Parecía que no terminaba de entrar en las quinielas tras volver de un parón prolongado, pero en tres semanas en Melbourne ha demostrado que siempre hay que tenerle en cuenta en la quiniela por ganar todos los títulos. El domingo tendrá la oportunidad de convertirse en el tenista masculino con más trofeos de Grand Slam, algo que ni él mismo imaginaba hace unas semanas, cuando todavía tenía dudas de si podría volver a las pistas.