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Blog Murciego: Que Thiem sirva de ejemplo

Fernando Murciego

Actualizado 16/05/2024 a las 11:50 GMT+2

Casi tres temporadas dando vueltas en círculos, buscando una solución para evitar el quirófano, probándose tanto en ATP como en el circuito Challenger. Dicen que la vida recompensa a quien insiste, pero a Dominic Thiem se le acabaron las vidas. Colgará la raqueta con tan solo 31 años.

Dominic Thiem

Fuente de la imagen: Getty Images

Mira que nos dieron el chivatazo a principio de semana, que nos pusieron alcohol antes del pinchazo, de algún modo nos prepararon para lo peor. ¿Dominic Thiem haciendo un anuncio oficial? ¿En mitad de tanto ruido acerca de su posible retirada? No me digan más, piensa mal y acertarás. Cierto era que el periodo de adaptación se había extendido demasiado, que el hecho de colgar la raqueta suponía más alivio que desencanto, porque incluso los grandes campeones tienen un límite. De hecho, ellos son los que soportan más presión que ningún otro, por eso a veces tienen finales anticipados. La lesión de muñeca se interpuso en su camino para ya no soltarle más, aunque hubo otros factores secundarios que tampoco ayudaron a su recuperación, tanto física como mental. Entre unas cosas y otras, el austriaco terminó completamente hastiado, rendido, aceptando que su papel en el tenis profesional ya formaba parte del pasado. Que su futuro ya no pasaba por tener una raqueta en la mano.
Pero antes de encender un par de velas por una pérdida tan valiosa en lo deportivo, me gustaría recordar quién fue Dominic Thiem sobre una pista de tenis, o mejor dicho, quién pensamos que podría llegar a ser. Empezó ocupando el papel de un buen jugador sobre polvo de ladrillo, un hombre de físico portentoso llamado a ser el sucesor natural de Rafa Nadal en esta superficie. ‘Algún día ganará Roland Garros’, aseguraron los expertos. Se quedó cerca, disputando las finales de 2018 y 2019, perdiendo en ambas ante el que todavía seguía siendo el rey, pero el destino le tenía reservada gloria en otro lugar. No sería en Australia –donde entregó la final de 2020 ante Novak Djokovic–, pero sí en el US Open, donde levantó su primer Grand Slam en un verano marcado por la pandemia y las ausencias, remontando dos sets a cero ante Alexander Zverev. El príncipe de la arcilla se quitó las etiquetas para ser el relevo más adelantado del Big3, preparado para morder en cualquier circunstancia y empujado a multiplicar su peligro tras el título en Nueva York. Suena bien, ¿verdad?
Lo que pasó después desmontó cualquier predicción, incluso las negativas. Henchido de éxito, Dominic cerró aquel año con tal grado de satisfacción que arrancó vacío el 2021, sin la ambición de antaño, cegado por el vértigo que uno encuentra en las alturas. Esa falta de mordiente le llevó a relajarse hasta tal punto que su cuerpo se vengó por medio de una lesión, en este caso de muñeca. Es decir, que una cosa llevó a la otra, por lo que ahora el problema era doble. Lo intentó mil veces desde entonces, pero siempre la faltó la misma pieza: confianza. Nunca pudo golpear la pelota igual, bien porque los dolores no le dejaron, o bien por el miedo a que volvieran a aparecer los dolores. El pez que se muerde la cola trasladado al caso de un atleta profesional, embargado por su propio éxito, inundado entre tantas dudas, olvidado ante un circuito que no espera a nadie. Thiem apuntaba a ocupar el trono mundial pero de la noche a la mañana, lo perdió todo.
La temporada 2024 será mi última temporada y hay algunos motivos detrás de esta decisión”, comunicó el ex Nº3 del mundo en su anuncio oficial de hace una semana. “El principal motivo es que mi muñeca no se comporta de la forma en la que debería comportarse, no está de la manera que me gustaría. El segundo motivo alude a motivos personales, a mi sensación interna: llevo meditando este asunto durante bastante tiempo, pensando con detenimiento acerca de esta decisión. Meditaba sobre mi viaje como jugador, que ha sido increíble. He ganado grandes títulos, he tenido un éxito que jamás hubiese soñado, así que el viaje ha sido increíble, con sus altibajos, pero ha sido una experiencia impresionante a la que siempre estaré agradecido. Sin embargo, al fin y al cabo, la decisión de acabar mi carrera este 2024 es la única decisión correcta”, concluyó el hombre que cumplirá 31 años el próximo mes de septiembre.
Por fin llegamos al punto que quería tocar. Lamentablemente para nosotros y para el mundo del espectáculo deportivo, Dominic Thiem no es el primero ni será el último que recorra este túnel sin salida. El austriaco solo es la herida más reciente que podemos encontrar para entender que en este circuito jamás podemos dar nada por sentado. Kei Nishikori, incapaz de curar su irregularidad. Juan Marín Del Potro, maldito por los infortunios. Incluso Andy Murray, exhausto tras llegar al Nº1 del mundo, pagó el peaje a tanto sacrificio. Todos ellos pagaron el precio del esfuerzo en la alta competición, lo mismo que sucederá con los que vienen ahora. ¿Carlos Alcaraz? Dicen que gobernará durante los próximos diez años, pero pocos recuerdan que Rafa Nadal a punto estuvo de retirarse con solo 18 años. ¿Jannik Sinner? Aseguran que tras su primer Grand Slam será imparable, pero la mejor racha de su carrera ha destapado una problema crónico en su cadera. No hagamos números, cuentas o predicciones gloriosas. No demos nada por hecho. No nos olvidemos que el futuro comienza hoy, no mañana. En definitiva, no nos olvidemos que en cualquier punto del camino, incluso en lo más alto, puede estar el final del cuento. Thiem es el mejor ejemplo.
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