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Retirada Ashleigh Barty | Blog Murciego: Ashleigh Barty, un vacío irremplazable

Fernando Murciego

Actualizado 23/03/2022 a las 12:00 GMT+1

“Sé que es posible que la gente no lo entienda, pero esto es lo que quiero”. Ashleigh Barty anunció su retirada del tenis en el momento más dulce de su carrera, siendo Nº1 del mundo e invicta esta temporada (11-0). A un mes de cumplir los 26, la australiana deja huérfano al circuito WTA.

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Con la voz entrecortada, la emoción a flor de piel y en la intimidad que solamente podía ofrecerle su gran amiga Casey Dellacqua. Este ha sido el escenario escogido por Ashleigh Barty para rompernos el corazón. La australiana, que cumplirá 26 años el mes que viene, dinamitó las redes sociales esta madrugada anunciando su retirada del tenis profesional. La película nos suena, ya la vivimos en 2008 cuado Justine Henin colgó la raqueta siendo la número 1 del mundo, aunque uno nunca espera vivir la misma pesadilla dos veces.
“Asusta un poco decirlo, pero estoy lista. Ya no tengo el impulso físico ni el deseo emocional que se necesita para desafiarte a ti mismo en el máximo nivel. Estoy agotada. Sé cuánto trabajo se necesita para sacar lo mejor de ti y eso ya no lo tengo. Físicamente no tengo nada más que darle a este hermoso deporte, pero estoy muy feliz con eso. Ese es mi éxito”, declaró la campeona de tres Grand Slams en la entrevista publicada en su Instagram.
En una primera lectura puede que nada tenga sentido en esta historia, pero con Ashleigh Barty encontramos un antecedente que le da razón de ser a este repentino movimiento. Septiembre de 2014, una chica de 18 años está empezando a generar cierta expectación en el circuito femenino, sobre todo en la modalidad de dobles, donde ya acumula tres finales de Grand Slam. Todavía es muy joven, demasiado joven, tanto es así que la situación le sobrepasa. Tras disputar el US Open de aquel calendario, la talentosa jugadora decide darse un tiempo, abandonar el profesionalismo y disfrutar de los quehaceres habituales de cualquier persona de su edad. Esa mujer, que volverá dos años después cargada de nuevas ilusiones, se llama Ashleigh Barty.
“Sé que ya lo hice antes, pero esta vez el sentimiento es muy diferente. Estoy muy agradecida por todo lo que el tenis me ha dado. Me ha hecho cumplir todos mis sueños, incluso más de los que nunca imaginé, pero sé que ahora es el momento de alejarme y perseguir otros sueños, dejar atrás las raquetas. Nunca dejaré de amar el tenis, siempre será una parte importante para mí, pero ahora quiero disfrutar de la siguiente etapa de mi vida”, compara la de Ipswich durante la charla, confirmando que esta bajada de telón es la definitiva.
No intenten entenderlo porque les resultará imposible. Simplemente, hagan un esfuerzo por aceptarlo, por comprender que no todo en la vida consiste en tener éxito, materia en la que Barty tiene matrícula de honor. La oceánica se marcha después de haber levantado un Roland Garros (2019), un Wimbledon (2021) y un Open de Australia (2022), tres Grand Slams en tres superficies diferentes. Se va con una marca de 121 semanas consecutivas en lo más alto de la clasificación, la cuarta racha más larga en la historia del tenis femenino. Incluso puede decir que se baja del curso actual estando invicta, ya que ganó los 11 encuentros disputados en la gira australiana. Su sorprendente retirada invita a una reflexión profunda acerca uno de los secretos mejor guardados dentro del deporte de alta competición: el éxito no lo es todo.
“Wimbledon me cambió mucho como persona y como atleta, trabajé duro toda mi vida por conseguir ese objetivo. Ganar Wimbledon era mi sueño, el único sueño verdadero que deseaba alcanzar en el tenis, así que aquello cambio mi perspectiva. En la segunda fase de mi carrera me di cuenta que mi felicidad ya no dependía de mis resultados. Aún así, el desafío del Open de Australia fue la manera perfecta de cerrar este increíble viaje”, subraya con la tranquilidad pasmosa de quien sabe las muchas plazas que todavía habría podido conquistar en los próximos años.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Si los refranes fueran vestidos, éste le quedaría de escándalo a Ashleigh Barty. En la época más revuelta del circuito WTA, donde parecía imposible gobernar entre tanto caos, la australiana demostró que siempre hay un alumno por delante de la media, ese que siempre saca nota en los días de examen. Con su tenis de salón hipnotizó a la potencia imperante, enterrando el fantasma de la irregularidad y el juego poco vistoso. Sus compañeras y rivales, dotadas de otro tipo de artes, solo podían inclinarse ante el talento, conquistadas también por la nobleza y la bondad del corazón de la australiana. Gran profesional y mejor persona, bien podría ser el título de su obra.
No lo vamos a negar, perder ahora mismo a la mejor tenista del mundo es una catástrofe para la WTA, la marcha de una jugadora irreemplazable por todo lo que representa, tanto dentro como fuera de la pista. Siento pena si pienso que ya no volveremos a verla fluyendo con su volea. Siento rabia al imaginar las muchísimas tardes de gloria que nos deja como deuda. Siento orgullo al ver cómo una persona que lo tiene todo antepone su felicidad personal por encima de lo profesional. Y siento un placer enorme por haber vivido esta época –tan corta pero intensa– que ha sido el reinado de Ashleigh Barty. Por cierto, Henin volvió al tenis dos años después de su retirada en 2008. Nunca pierdan la esperanza.
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