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Roger Federer y la última de 1260 semanas, por Fernando Gómez

Fernando Gómez

Actualizado 20/09/2022 a las 16:06 GMT+2

El capricho del destino ha provocado que septiembre de 2022 sea el mes en el que el tenis profesional asista a la retirada de dos de sus grandes iconos, con argumentos incluso para defender que puede tratarse de los dos más trascendentes por lo que han aportado y el legado que dejan.

Roger Federer of Switzerland waves to fans in the crowd as he does a lap of honour with the Norman Brookes Challenge Cup after winning the Men's Final match against Rafael Nadal of Spain on day 14 of the 2017 Australian Open at Melbourne Park on January 2

Fuente de la imagen: Getty Images

En los últimos artículos repasamos la carrera de la estadounidense Serena Williams. Por muy manida, y el creador de estas líneas levanta la mano como un culpable más, no resulta nada original utilizar la expresión "el último baile" también para referirnos a nuestro protagonista. En realidad, podemos imaginar cuántas veces habrá bailado la menor de las Williams con él. Hay una tradición en Wimbledon de la que habrán oído hablar, pero que cada vez se cumple menos y no hay una constancia pública de las veces que sí se ha realizado y las que no. Me refiero al baile en la cena de conclusión del torneo más prestigioso del calendario anual de los campeones individuales de los dos cuadros principales. Pudieron hacerlo en 2003, 2009 y 2012, ediciones en las que ambos se proclamaron vencedores. La norteamericana lo hizo en otras cuatro ocasiones y Roger Federer (¿de quién estaríamos escribiendo si no fuera de él?) lo logró en cinco ocasiones más.
Si su cuerpo termina de permitírselo, el suizo va a poner a disposición su magia por última vez en una cita que ya tiene el carácter de oficial, como es la Copa Laver, el próximo fin de semana en Londres de nuevo, pero no en Wimbledon. Como decían del escocés Andy Murray cuando derrotó precisamente a Federer en la hierba de Wimbledon en julio de 2012 en la final individual de los Juegos Olímpicos: "Ha ganado en Wimbledon cuando no era Wimbledon". No obstante, el escenario del O2 Arena londinense también ha sido testigo de buenas actuaciones del helvético, con las que se proclamó por quinta y por sexta vez el "Maestro" del año en curso. Los espectadores de Eurosport España podrán asistir en directo desde el viernes y hasta el domingo al último concierto de Roger, que jugó sus primeros partidos profesionales a comienzos de julio de 1998. Lo que equivale a decir que esta última semana de su carrera es ya la número 1260.
Resulta un reto casi imposible de superar el escribir sobre el jugador más querido del tenis mundial (esto no es discutible, hasta en 19 años ha sido el más votado por los aficionados repartidos por todo el planeta) y no repetir la relación de grandes conquistas deportivas y reproducir buena parte de los registros que ha dejado para la eternidad. Me he propuesto intentarlo y además hacerlo de un modo selectivo, como ha sido su mejor tenis, con poca especulación y buscando resolver el punto a su favor por la vía más corta, son olvidar la elegancia. Voy a seleccionar un momento de los vividos por Federer en cada uno de los cuatro torneos de Grand Slam. Ya advierto que dos son positivos, pero no los otros dos. Quizás no cumplan con los parámetros de justicia deportiva, pero creo necesario reflejar la idea que mantengo sobre que Federer pudo haber sido todavía más grande, siempre que identifiquemos esa grandeza con la conquista de los títulos más prestigiosos, es decir, los Majors.
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Roger Federer, con el trofeo de Roland Garros 2009

Fuente de la imagen: Getty Images

Lunes 1 de junio de 2009. Rafa Nadal había sufrido su primera derrota en Roland Garros la tarde anterior frente al sueco Robin Söderling. Federer, al que solo le faltaba levantar la Copa de los Mosqueteros para completar el Grand Slam de carrera y que había sido derrotado en las cuatro ediciones anteriores por el tenista balear, es consciente de que puede hacer realidad el deseo expresado anteriormente: "quizás algún día llegue a la final y no esté Nadal". La cita la tiene con Tommy Haas. Sorprendentemente, el alemán se lleva los dos primeros sets del duelo, domina 4-3 el tercer parcial, pero además se genera dos oportunidades de break juntas en el octavo juego. Todo el mundo es consciente de que aprovechar cualquiera de ellas le permitiría servir sin pasar antes por la silla para eliminar al suizo. Federer pone la bola en juego, Haas logra un resto aceptable y el intercambio es tenso hasta que Federer decide acabarlo con un revés cruzado, se detiene el tiempo en París hasta que la bola ajustadísima le permite llevarse el tanto. Es el punto de inflexión. Ganó el siguiente punto de break, el juego y 14 de los 16 que siguieron hasta completar el encuentro. La historia es conocida hasta la victoria el domingo en la final en solo tres sets ante el propio Söderling. El de Basilea no ganó más veces el torneo, pero perdió en él seis veces con Nadal, cuatro en finales y dos en semifinales. Sin el español, podría haberse convertido en pentacampeón en Roland Garros, como en el US Open, adonde nos vamos en el siguiente párrafo.
Lunes 14 de septiembre de 2009. Por segundo año consecutivo la climatología ha provocado que el desenlace del torneo se lleve a cabo el tercer lunes. Federer es el dominador absoluto y se dispone a conseguir lo que no pudo lograr en Wimbledon en 2008 "por culpa" de Nadal. Ganar seis ediciones seguidas. Tiene como rival a un debutante en un partido por la definición del título de Grand Slam, Juan Martín del Potro. Federer comienza con una impresionante velocidad de crucero, que le permite ganar el primer parcial y estar muy cerca de repetir en el segundo, pero no puede evitar que desemboque en un desempate que además se lleva el argentino por la diferencia mínima de dos puntos. Primer aviso. Se reanuda el partido y el helvético vuelve a poner un ritmo que le permite volver a estar por delante sin sentir desgaste. Compartí aquella final en la cabina de Eurosport con mis añorados compañeros de transmisiones Manuel Poyán y Jordi Arrese. Recuerdos dos frases de este último que siempre he tenido presentes. La primera es que si Federer seguía así la única opción que le daba al de Tandil era la de jugar con muchísimo riesgo y tener un porcentaje de acierto muy alto. Y así fue porque el suizo, viviendo una idéntica experiencia a la del segundo set, no pudo evitar el juego número trece ni perderlo. Y entonces llegó el comentario contundente de Arrese sobre Federer. Algo así como: "este jugador es tan bueno que se olvida de la táctica, no tiene pensado un plan b por si lo necesita, tácticamente es uno de los peores de la élite". Pareció que imaginaba lo que iba a suceder en la última manga, ganada por el sudamericano en solo ocho juegos. Desde ese día nadie ha defendido el título en Nueva York, que se ha convertido en el evento más abierto de los cuatro Grandes masculinos.
Domingo 29 de enero de 2017. El mundo del tenis disfruta de una final de Grand Slam inesperada que se vive como un regalo. Ocho años después de su duelo por el título en Melbourne que acabó con lágrimas de Federer en la ceremonia y el consuelo de Nadal vuelven a librar una batalla sin tregua que desemboca en el quinto parcial. Recuerdo que al final del cuarto set y durante el descanso publicitario hablé con la redacción de Eurosport y hubo quien me dijo que ya veía a Nadal ganando de nuevo por las buenas sensaciones que había dejado en el cuarto set. Recuerdo que respondí sin tiempo para argumentar que había una realidad, que no tenía cuantificada por lo difícil que resulta, pero sí la percepción de que en un partido que llega al quinto set, si ha habido un vencedor del primero y del tercero tiene más posibilidades de llevarse el triunfo. La reanudación del choque tumbó mis previsiones. Nadal se adelantó 3 a 1. Sin embargo, no fue capaz de mantener su ventaja, ni siquiera de sumar un juego más. Perdió y ya no volvió a romper el servicio de Federer ni una sola vez hasta dos años y medio después en la semifinal de Roland Garros 2019. Esta victoria fue la primera y última del suizo sobre el español en un duelo de Grand Slam sobre suelo artificial. Es cierto que nunca han jugado en el US Open. Lo sucedido en este encuentro da pie para afirmar que, en la recta final de su carrera, y salvo sobre tierra batida, Federer ha encontrado lo que tanto buscó antes y no halló, la forma de proteger su revés alto, unido a un juego con más variaciones en ataque para desarmar y derrotar a Nadal. Ese día estarían felices los que muchos años atrás afirmaron, creo que con mucha exageración, que en una orquesta Federer tocaba el piano y Nadal el tambor.
Domingo 14 de julio de 2019. Federer en su jardín preferido, el del All England Tennis Club de Wimbledon. Aspira a ser también el primero de la historia del tenis masculino en superar la cifra de 20 títulos de Grand Slam, y a pesar de perder de nuevo los dos desempates que ha tenido la final frente al defensor del título, el serbio Novak Djokovic, tiene dos puntos de partido a favor juntos y con su saque para ganarse el derecho a bailar en la cena de gala (habría sido con la rumana Simona Halep), pero ya no habrá más danzas. Los puntos de victoria le llegan en el quinto set, con 8 a 7 a su favor, pero el primero lo falla el de Basilea con su derecha, como le ocurrió once años antes cuando claudicó en la penumbra londinense ante Nadal, y en el segundo es víctima de un golpe pasante del serbio, que culminó un punto que había iniciado muy bien al resto. Ese encuentro entra en la historia por tres motivos. Por ser elegido por los aficionados el mejor partido de la temporada, porque en él se juega el primer desempate individual del torneo tras un empate a 12 juegos de ambos contendientes, pero también porque para muchos ahí termina la carrera de Federer, como la de Bjorn Borg en 1981, cuando John McEnroe por fin le arrebata la hegemonía en la Catedral del tenis. Es posible que si un director cinematográfico llevara a la gran pantalla la carrera profesional de Federer diera paso directo a los títulos de crédito después de este encuentro.
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Djokovic y Federer en Wimbledon 2019

Fuente de la imagen: Getty Images

Terminamos ya. La falta de táctica y lectura o interpretación de los partidos, junto con las oportunidades perdidas pueden ser los dos lamentos más destacados de la carrera de Roger. Es posible que él mismo calcule que su despedida podría haberse producido con 25 títulos de Grand Slam en el palmarés. Mi compañero Alejandro Ciriza ha recordado en 'El País' que a Federer se le puede aplicar la frase atribuida a los movimientos del célebre boxeador Muhamad Alí de que volaba como una mariposa y picaba como una abeja. El suizo, ya para siempre en el olimpo de los deportistas más grandes de la historia, ha afirmado tener como ídolo a Michael Jordan, pero además muchos lo compararemos con Usain Bolt por su rapidez de movimientos, con Valentino Rossi por su larga trayectoria, con Michael Phelps por no cansarse de ganar, con Leo Messi por su mimo y trato a la circunferencia con la que se juega o al también futbolista Marco van Basten por su elegancia suprema, pues a ambos los puedo imaginar ejerciendo su actividad con un traje de etiqueta. El lunes 26 de septiembre, cumpleaños de Serena Williams, el tenis masculino iniciará su 'Era posFederer'. Ya nada será igual.
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Diez de los mejores puntos de la carrera de Roger Federer

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