Roland-Garros 2019, Nishikori-Nadal: La tormenta perfecta (1-6, 1-6 y 3-6)

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Kei Nishikori. No fue su mejor partido y le pesó en exceso los dos duelos anteriores donde tuvo que irse a la quinta manga en ambos para alcanzar los cuartos de final. La lluvia tampoco le sirvió de cara a dar la vuelta a un partido que tenía prácticamente perdido antes de que la tormenta apareciera en París y obligara a suspender el partido.

Rafa Nadal. No acusó el parón por la lluvia y cerró un partido que había dominado de cabo a rabo durante los dos primeros sets y parte del tercero, antes de que el agua hiciera su aparición. Preciso desde el fondo de la pista, agresivo en la red y quizás con el único pero de las excesivas dobles faltas, que ni mucho menos fueron determinantes para que el español se metiera con paso firme en las semifinales del torneo.

Siempre que Rafa Nadal salta a la Philippe Chatrier es el absoluto claro para llevarse un partido en Roland-Garros pero quizás se esperaba algo más de oposición de un Kei Nishikori que claramente pagó es esfuerzo de sus dos anteriores duelos en cinco mangas ante Laslo Djere y Benoit Paire. Si quieres tener alguna oportunidad con el once veces campeón necesitas de todo tu arsenal de golpes y de un físico privilegiado, algo de lo que adoleció el japonés.

Ni mucho menos hay que quitar mérito al nivel de Nadal, que nuevamente salió a la pista con la intención de desarrollar su mejor tenis, sin dar ningún tipo de concesión a su rival. Con ese objetivo arrancó el duelo y en su primera oportunidad llegó la rotura de un desatado Rafa. Incluso en el siguiente turno de servicio de Nishikori, volvía a desaprovechar otra nueva bola de break, mientras el nipón corría de lado a lado de la pista y miraba a su banquillo, donde se encontraba el mítico Michael Chang, buscando respuestas que le permitieran engancharse al partido. No llegaron en el primer set (1-6), que terminaba en apenas media hora, con la amenaza de lluvia presente en la ciudad de París.

Una amenaza que parecía espolear el juego de Nadal, con algo de prisa de cara a cerrar cuanto antes su compromiso. Mejoró Nishikori en el arranque, pero fue un auténtico espejismo, recuperando una rotura inicial para luego perderla en el juego siguiente, siempre a merced de lo que proponía el manacorí sobre la pista. La efectividad con su servicio solamente quedaba empañada por el número de dobles faltas, pero quedaban en anécdota cuando la pelota pasaba varias veces por encima de la red. Los peloteos eran coto privado del español que con el segundo set en el bolsillo veía como se encapotaba el cielo parisino con una lluvia que cada vez más pedía permiso para aparecer con la consiguiente preocupación de los jugadores (1-6).

Nadal miraba al cielo y quería cerrar cuanto antes el duelo antes de que apareciera la esperada lluvia, pero a pesar de que se empeñó en que no le pillara la tormenta, no pudo ser más rápido que las nubes negras que se cernían sobre el cielo de París. El partido se encontraba totalmente controlado, con break de ventaja en la tercera manga y Rafa no quería que se suspendiera antes de tiempo, pero fue totalmente inevitable.

En la reanudación hizo lo que tenía que hacer. No dejó a Nishikori creer en la épica remontada y cerró la faena por la vía rápida. Nadal sigue brillando el París aunque en la jornada del martes el sol abandonara a los jugadores y ya está en las semifinales por méritos propios (3-6). El campeón sigue vivo en su camino al duodécimo trofeo en Roland-Garros y jugará por duodécima ocasión el penúltimo duelo del torneo.