Roland-Garros 2019, Thiem-Nadal: Un título de diez que es el doce (3-6, 7-5, 1-6 y 1-6)

Dominic Thiem. Un más que digno aspirante que por segundo año consecutivo, tercero si tenemos en cuenta la semifinal de 2017, tuvo la mala suerte de encontrase en la final con Rafa Nadal. Peleó y batalló durante todo el partido y por momentos tuvo sus opciones de poder alargar más si cabe el choque, pero ni por esas fue suficiente ante el domino abrumador del manacorí.

Rafa Nadal. Un extraterrestre que no se cansa de ganar en París. Todo lo que se pueda decir sobre la gesta, que ya parece una rutina en los últimos quince años de historia del tenis, se queda corto con lo conseguido por el manacorí en la Philippe Chatrier. Su título número doce en Roland-Garros le encumbra todavía más en el trono de rey absoluto de la tierra batida.

Una final histórica, una batalla entre los dos mejores jugadores de la actualidad en tierra batida y la confirmación una vez más de que Rafa Nadal es el mejor de la historia en esta superficie con su título doce de Roland-Garros debajo del brazo. Ante Dominic Thiem la oposición con respecto a la temporada pasada aumentó de manera considerable, dando buena cuenta de lo mucho que ha crecido el austriaco en un año, pero no fue suficiente.

La gente en la grada se tenía que frotar los ojos con los primeros juegos del partido. Los nervios de estar presente en una final de Grand Slam desaparecieron en el peloteo de calentamiento, con dos jugadores luchando a brazo partido por imponer su estilo de juego. Nadal machacaba una y otra vez el revés de su rival, que no se encontraba nada cómodo golpeando por encima del hombro, una estrategia conocida por todos ya que es la misma con la que ha amargado a Roger Federer en seis ocasiones en la Philippe Chatrier, mientras que Thiem demostraba que no estaba de comparsa e iba a pelear a base de un estilo sin fisuras, con poquísimos errores en la primera manga.

Era el aspirante el que conseguía la primera ventaja en forma de rotura, pero Nadal respondía con contundencia cerrando el primer set de la final. Thiem lo había intentado todo y más, y estaba cuajando un gran partido, pero veía como se le escapaba el parcial ante un jugador que ha nacido para jugar finales de Roland-Garros (3-6).

No se descompuso el austriaco y la final entró en una fase de punto muerto donde los servicios ganaban en solidez y no se permitía una bola de rotura al resto. Nadal ni siquiera concedía puntos, sumando 16 de manera consecutiva con su servicio, pero cuando el tie-break estaba en la mente de todos, Thiem dio con la tecla de cara a alargar la final.

Solo perdió Nadal cinco puntos con su saque en la segunda manga, pero fueron suficientes para que el español tuviera que seguir luchando. Aunque por juego parecía estar por encima un momento de despiste le sirvió para darse cuenta de que tenía que subir el nivel, que ya de por sí estaba siendo altísimo (7-5).

Tras casi dos horas de partido, y con todo empatado, Nadal sacó su mejor tenis. Los peloteos largos desaparecieron y los puntos empezaron a caer del lado del español, que subía un escalón en su maestría en la tierra batida de la Philippe Chatrier. A las primeras de cambio llegó la rotura, después de que en la segunda manga no tuviera ni una sola oportunidad, y la sensación era de dominio absoluto de la situación. Thiem sufría para aguantar el ritmo del español y en apenas veinte minutos el set acababa en poder de Rafa (1-6).

Quedaba rematar la faena y vaya si lo hizo el balear. Nuevamente se puso el mono de trabajo y no quiso especular con la posibilidad de que la final no fuera a acabar yendo a para a su lado de la red. A pesar del resultado, el número dos mundial tenía dificultades para poder cerrar sus turno de servicio contra un Thiem que no arrojaba ni mucho menos la toalla, pero las fuerzas estaban mucho más justas tras casi tres horas de partido (1-6).

Nadal se convierte en el tenista más laureado de la historia en un solo Grand Slam, superando los 11 títulos de Margaret Court en el Open de Australia. Una leyenda que sigue siendo el mejor sobre la tierra batida 14 años después. Ya son 18 grandes, a dos de la veintena de Federer y con Wimbledon, su siguiente compromiso, en el punto de mira.