Roland-Garros 2021: Rafa Nadal, conectando emociones desde 2005

Ayer te fuiste a la cama jodido. Que Rafa pierda en su casa es duro. No estamos acostumbrados. 2009, 2015 y 2021. Cada 6 años, una derrota. Y te das cuenta de que nos quedan muchos torneos en las piernas de Rafa, que esas Nadaladas imposibles tienen fecha de caducidad. Uno, dos, tres años. Asco de vida. No pierde Rafa, pierdes tú, que sentirás un vacío difícil de llenar.

Esa capacidad para conectar con las personas a través de las emociones solo está al alcance de los héroes de leyenda. Una especie de 6G interno que se transmite de persona a persona y que nos ha hecho reír o llorar, según el torneo, según el partido, según el estado de la rodilla de Rafa… Gritar levantándonos del sofá como si nos fuera la vida en ese resto cruzado imposible. Revolcarnos por la arcilla parisina en cada triunfo, morder el trofeo y notar la textura metálica como si estuviéramos allí mismo, encima de un pódium donde solo tienen acceso los más grandes, con 100 fotógrafos disparando flashes a discreción para captar otro momento histórico. Otra gesta de Nadal.

No hay pista en el mundo que no contenga ese ADN del de Manacor. Un gramito de piel de Rafa en cada línea de fondo, miles de gotas de sudor regando la zona del resto. Hay mucho esfuerzo detrás de todo. Y mucho talento. Porque joder, ya está bien de destacar la garra de Nadal como si fuera su único argumento. El español es puro talento.

Pasan las horas y sumes que Nadal ha perdido ante Djokovic. Y quizás, en el fondo, te des cuenta de que más allá de los títulos, hay cosas más profundas que no quedarán en el palmarés, pero que son tan importantes. La conexión real con un mito del deporte, que se transmite en tiempo real a través de la radio o la televisión, es un regalo único, de un valor incalculable. Afortunados somos, que hemos podido conectar con Rafael Nadal Parera.