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Blog Murciego: ¿Por qué es tan buena Iga Swiatek?

Fernando Murciego

Actualizado 16/05/2022 a las 11:26 GMT+2

Hay que ser una elegida para firmar los números que actualmente tiene Iga Swiatek encima de la mesa. No solo es lo que gana, es cómo lo gana. La Nº1 del mundo pasa por un momento de máxima inspiración, aunque nada es casualidad. En Eurosport desvelamos los secretos de su éxito.

Iga Swiatek

Fuente de la imagen: Getty Images

Cinco títulos consecutivos, 28 victorias al hilo y una distancia de más de 2.000 puntos con su siguiente perseguidora. Es tan espectacular lo que está haciendo Iga Swiatek en el circuito femenino que solo esperamos que Netflix lo está filmando al detalle. Mientras esperamos el famoso documental, nos permitimos el lujo de ir analizando a una de las grandes protagonistas del calendario 2022, la mejor tenista del mundo en estos momentos, una polaca de tan solo 20 años que llegará a Roland Garros con una de las candidaturas más firmes que se recuerdan en los últimos tiempos. Imbatible sobre la pista, imperturbable fuera de ella y excelente en ambos contextos. ¿Por qué es tan buena esta chica? ¿Por qué es la mejor? Lo descubrimos a través de estos cinco puntos.
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TÉCNICA. Empecemos por lo básico y, al mismo tiempo, el único elemento imprescindible. Porque si quieres ser número 1 del mundo hay una materia prima que debes poseer de manera obligatoria: tu abanico de golpes. En este aspecto Swiatek se acerca al sobresaliente, quizá no llegue a la excelencia de Ash Barty, pero pero capaz de adoptar casi cualquier táctica dentro de la pista gracias a sus múltiples opciones con la raqueta. No tiene agujeros, ni en la derecha, ni en el revés. Al saque se ha convertido en una jugadora muy fiable, incluso con el segundo servicio. Con la devolución ni hablamos, aquí es la mejor del circuito, siendo la única que gana más del 50% de juegos al resto. Respecto a la volea, poco a poco va ganando precisión con el paso de los meses, aunque ese examen lo veremos mejor en la gira de hierba. La polaca cuenta con un arsenal de recursos que le han llevado a situarse varios pasos por delante de todas sus rivales.
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APRENDIZAJE. Esta cuestión está muy relacionada con la primera. Una jugadora puede llegar a construir una rica variedad de golpes, puede ir mejorando sus tiros a base de prueba-error, incluso puede tapar sus puntos débiles con diferentes estrategias para sobrevivir en las alturas. Lo raro y, casi extraordinario, es aquel jugador o jugadora que cuente con esta infinidad de variables a una edad irracional. Por ejemplo, con tan solo 20 años. En el vestuario contrario tendríamos el caso de Carlos Alcaraz, que a sus 18 años ya es un tenista mucho más completo que la mayoría de sus rivales instalados en la treintena. Iga es otra adelantada a su tiempo, ha conseguido una técnica depurada –que no total– a una edad donde la mayoría todavía están aprendiendo a meter la pelota dentro. Su calidad y su aprendizaje express ha provocado que sea muy buena, lo que no esperábamos es que fuera a serlo ya. Como si tuviera prisa.
CABEZA. “Es un tema complicado porque, por mucho que hable sobre ello, me sigue costando aceptar ciertas cosas. Desde luego que trabajar con una psicóloga y tener un apoyo así en cada torneo me ha ayudado muchísimo: la gente tiende a perder la perspectiva correcta. A veces miro a las cosas a través de mis emociones, así que está bien tener a alguien que te mantiene con los pies en la tierra, alguien en quien confiar para contarle la verdad”. Son palabras de Swiatek referidas a Daria Abramowicz, su psicóloga particular, una de las personas más importantes en su día a día. Imaginen lo que debe sentir una persona que gana Roland Garros con 18 años, alguien que con 20 ya es la reina absoluta de la WTA, imaginen todo el ruido que debe soportar allá donde vaya. Ahí es donde aparece Daria para poner orden, rebajar la euforia, quitar drama a las derrotas y traer naturalidad a cada vivencia. Una especia de Pepito Grillo que filtra cada pensamiento de Iga para que el hecho de ser Nº1 mundial no la desvíe del camino.
DETERMINACIÓN. Hasta ahora hemos repasado la parte teórica del libro, los ingredientes fabulosos que tiene a su alcance la polaca y que, por suerte, tan bien desarrolla en la práctica. Porque hay que tener la valentía para meterse en la pista cada día y demostrar que eres la mejor. Hacerlo además en condiciones diferentes como Doha, Indian Wells, Miami, Stuttgart o Roma de manera consecutiva, además de una serie de Billie Jean King Cup donde, aparte de la presión añadida de defender a tu país, tuvo que estrenar por primera vez su Nº1 mundial. La marca de 28-0 en los últimos meses confirma que lo de Iga no es casualidad, sino consecuencia de ser una tenista más dotada que las demás debido al trabajo y crecimiento personal que ella misma ha perseguido. La vida le puso unas cartas sobre el tablero y ella decidió cogerlas todas, sabiendo que ese movimiento le obligaría luego a no fallar. Pero esto no es problema para Swiatek, ella sale cada semana con su vestido de gala y un cuchillo entre los dientes, dispuesta a machacar a quien se le ponga por delante sin pestañear. Es el día de la marmota, aunque la polaca es capaz de mantener su idilio en diferentes estaciones.
HUMILDAD. A todo esto, no olvidemos que mucho éxito puede llegar a cambiar a las personas, hasta puede secar tus pozos de ambición. Cuántos jugadores no supieron manejar el ego ante la victoria, o cuántos bajaron los brazos al darse por satisfechos. Con Iga la sensación es que nunca tiene suficiente, pese a haber cumplido ya los dos sueños más recurrentes del tenista profesional: ganar un Grand Slam y ser número 1. Sin embargo, la polaca sigue poniendo todo su esfuerzo en la receta, multiplicando su anhelo de victoria siendo consciente que esto no será para siempre. “Sé que puedo perder cualquier partido”, dijo tras ganar los últimos 27. “Necesitaba ganar en Miami para sentirme una sucesora digna de Barty, para sentir que realmente merecía ser Nº1”, dijo tras conquistar en Miami su tercer WTA 1000 consecutivo. Más allá de los golpes, el entorno y una cabeza privilegiada para la competición, valores como la humildad o el compromiso siguen siendo imprescindibles en la construcción de un gran campeón. La virtud que, después de haber tocado el cielo, te permite luchar por seguir montada en la nube.
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