Juegos Olímpicos, Tenis | Blog Murciego: El valor de una medalla

Si algo bueno tienen los Juegos Olímpicos es ver a tantos atletas y deportes salir de la sombra durante un instante para ocupar portadas. Velocistas, gimnastas, nadadores o piragüistas se convierten en los verdaderos protagonistas, y nos encanta. ¿Pero qué pasa con las modalidades que gozan de focos durante todo el año? Un tenista, por ejemplo, ¿puede situar una medalla al mismo nivel que un título de Grand Slam? Es la eterna pregunta, la que todos nos volvimos a hacer tras ver a Pablo Carreño en completo estado de shock, sin palabras, con una emoción que nunca antes había experimentado. Para entender un poco mejor esa reacción, hemos tenido el privilegio de acudir a los que vivieron en el pasado esa misma sensación. Por suerte, el tenis español tiene una cartera de medallistas tan amplia que hasta nos ha costado elegir.

“Las sensaciones que tuve sobre la pista, después de ganar ese último punto ante Djokovic, no la había tenido nunca en mi carrera. Y eso que he ganado una Copa Davis, he ganado varios títulos ATP, he logrado muchas cosas en todos estos años, pero jamás había sentido algo parecido. Después del match point me tiré al suelo pero no sabía lo que me estaba pasando, fueron muchísimas emociones juntas. Luego me fui al banco y me puse a pensar en toda la gente que sufre conmigo, que está detrás, todos aquellos que se sacrifican conmigo en este camino. Ha sido lo más emocionante que he vivido en mi carrera”.

“El hecho de haber conseguido aquella medalla de plata supone el mayor éxito de toda mi carrera profesional. Había seguido las Olimpiadas toda mi vida, desde que era pequeño, me parecían lo máximo, además de ser un torneo en el que solamente participas cada cuatro temporadas. En mi caso, tuve la suerte de poder disputarlas en casa, en Barcelona, en mi país, eso me llevó a dar el 200% e incluso implementar algunas nuevas herramientas que nunca había probado. Contraté al mejor preparador físico que había en aquel momento (Paco Seirul-lo) además de un nutricionista y un psicólogo, algo a lo que que en 14 años de carrera jamás había recurrido. Me volqué con aquel objetivo, desarrollé una pretemporada de cuatro meses y medio, cuando lo normal era hacerla de dos meses. El sueño de lograr una medalla en Barcelona me dio pie a hacer cosas que nunca antes había probado. La ventaja que te da una medalla olímpica es que, más allá de la gente que te siga habitualmente en el tenis, en unos Juegos Olímpicos te sigue toda la gente que ama el deporte, así que tuve un reconocimiento mucho mayor del que hubiera tenido ganando un Grand Slam, algo que para un tenista es lo máximo”.

“Para mí, estar presente en unos Juegos Olímpicos siempre fue un sueño hecho realidad. Lo he dicho siempre: hubiera cambiado cualquier Grand Slam por tener una medalla, y ya si hubiera sido subir al podio, escuchar el himno y colgarme el oro… eso hubiera sido el colofón. Ahora miro hacia atrás y valoro cada día más las dos medallas que gané, para mí no es comparable a ganar ningún Grand Slam. Los Juegos Olímpicos son cada cuatro años, nunca sabes si vas a poder llegar a los siguientes, si una lesión te va a truncar el camino, todo esto lo hace más especial que cualquier otro torneo, que sabes que al año siguiente lo podrás volver a disputar. Cada vez que hablo de las Olimpiadas me vienen un montón de recuerdos, pude estar en tres Juegos Olímpicos y esas dos medallas de plata las tengo colgadas en mi casa, enmarcadas, deportivamente hablando suponen los mejores momentos de mi carrera. Además compites para todo un país, no es comparable a cuando juegas de manera individual, es algo mucho más grande, está todo el mundo pendiente de ti, la Villa Olímpica, son muchas cosas que lo convierten en un evento incomparable. Pase el tiempo que pase, siempre será lo más especial que me ha pasado”.

“La medalla está en un lugar muy alto. Cada vez que hablo de los mejores momentos de mi carrera, siempre digo que el mayor éxito fue ganar la Copa Masters, después ganar la Davis y en seguida menciono el bronce olímpico. Es algo único, por lo vivido, por lo compartido con Albert (Costa), por el hecho de saber que eso no te representa solo a ti, sino que representa a todo un país. Cada vez que miras el medallero de Sidney 2000 ves ahí tu nombre, sabes que eso queda ya para la historia. Por más títulos individuales que ganes en tu carrera, ya sea Indian Wells o Roma, la medalla sigue teniendo un significado mucho más amplio. Seguramente la pondría a la misma altura de jugar una final de Grand Slam, como me pasó en Roland Garros, pero a la hora de destacar las cosas más importantes siempre irá por delante la medalla. Fue un momento inolvidable, con el paso de los años te das cuenta de que has conseguido algo que muy pocos deportistas en el mundo tienen, independientemente del país”.

“Para mí la medalla, en un primer momento, significó una sorpresa muy grande porque para nosotros era la primera Olimpiada, aunque ya hubiéramos estado en Los Ángeles. Uno no se puede imaginar el alcance que tiene ganar una medalla olímpica, lo global que se vuelve debido a haber quedado por encima de tantos países. Se puede decir que hay un antes y un después desde la medalla. Siempre he sido un defensor de que unos Juegos Olímpicos te catapultan a nivel global, te posicionan en un lugar al que solamente con un torneo de tenis es muy difícil llegar, por muy grande que sea el torneo, y mucho más si hablamos de dobles. Tú puedes ganar Roland Garros en dobles y ese partido ni siquiera lo dan por televisión, pero una final olímpica la emiten en todos los lados. En aquel momento España solía ganar unas cuatro medallas en unas Olimpiadas, ¡imagínate la repercusión que tuvimos al volver! Fue un logro muy importante en mi carrera, de los más importantes”.

“La medalla significa haber estado en uno de los sitios más altos a los que pude llegar en mi carrera, junto a los dos Roland Garros. Para mí los Juegos Olímpicos representan el evento deportivo por excelencia, los he visto desde que era pequeño, toda la vida. El problema era que en mi época el tenis venía de no ser olímpico, así que en cuanto se dio la oportunidad de viajar no me lo pensé, se convirtió en uno de los grandes objetivos de mi carrera. Ganar una medalla es de las cosas más especiales a las que uno puede aspirar, por eso fue tan importante. Tuvo también mucho valor debido que en aquel momento venía de sufrir varias lesiones, estaba en un momento complicado de mi carrera, incluso había bajado mucho de ranking. No estaba bien, pero aquella medalla me inspiró, volví a llenarme de energía e ilusión de cara al año siguiente, donde volví a terminar la temporada entre los ocho mejores del mundo. Llegó en el momento perfecto, ha sido y seguirá siendo una de las mejores experiencias que he tenido en la vida”.