Sharapova se consagra

La tercera favorita del cuadro femenino, que volvió a vestir su ya famoso traje negro, cuyo estilo está inspirado en la actriz Audrey Hepburn, superó con todo merecimiento a la primera mujer que en nueve años ha logrado llegar a las cuatro finales Grand Slam en una misma temporada.

Henin-Hardenne estableció el ritmo de juego en los primeros compases de partido. Excelentes golpes de revés cruzados desde el fondo de la pista que hicieron daño a Sharapova, le sirvieron para adelantarse de entrada rompiendo el saque de la tenista rusa a las primeras de cambio.

La cabeza de serie número tres supo reaccionar rápido y aprovechó la falta de consistencia en el juego de Henin-Hardenne para volver a poner el iguales en el marcador. A partir de ese momento ambas jugadoras se centraron con el servicio para no dejarlo escapar hasta que en el noveno juego, Sharapova supo aprovechar nuevamente la poca solidez del primer saque de la belga para ponerse con ventaja de 5-4 y servicio. A los 45 minutos, la siberiana ponía el 6-4 en el marcador de una primera manga muy completa y sin apenas fallos.

La historia se repitió en el segundo set. Hasta el 3-3, cada una de las jugadoras mantuvo su saque. Pero en el séptimo, Henin-Hardenne, dejó escapar un 40-15 para entregar su saque y casi toda opción de victoria. De ahí, hasta el final Maria Sharapova estuvo impecable. Se centró en sus saques y no le tembló el pulso a la hora de rematar el set, el partido y el título.

Como ella misma reconoció, su servicio y su paciencia fueron claves para superar a una jugadora que le había ganado los últimos cuatro enfrentamientos directos que habían disputado en el circuito profesional y que le había quitado el sueño durante los últimos días.

La noche era de la rusa, que fue la estrella y que se convirtió en la nueva reina del Abierto, sucediendo en el palmarés a una compatriota de Henin, a Kim Clijsters, que este año no pudo acudir a la cita neoyorquina por lesión.