🎾👻 Serena, contra los fantasmas del pasado y del presente (22:00)

Cuando Serena Williams cruce el túnel de vestuarios que da a la Arthur Ashe en los minutos previos a la final del US Open 2019 se encontrará con el cartel que reza “la presión es un privilegio”, el leit motiv que reciben a todos los jugadores para que sean conscientes del terreno que van a pisar. En el caso de Serena Williams, la presión está multiplicada por el pasado más lejano -los 24 Grand Slams de Margaret Court siguen al alcance- y también por el más reciente, el que más quebraderos de cabeza le ha dado recientemente.

Williams busca borrar cuanto antes el poso que dejó la final de 2018 que protagonizó ella misma junto a Naomi Osaka, a la postre campeona en un partido que dejó la peor imagen de la exnúmero uno del mundo. Su polémica con Carlos Ramos después de una advertencia por el coaching de su entrenador, Patrick Mouratoglou, desató la furia de la estadounidense, que sufría en la pista por la presión de más de 20 000 personas y el rendimiento altísimo que se encontró por parte de Osaka, que logró mantener la compostura para no dejarse arrastrar por el huracán Serena y apuntarse su primer gran triunfo en un Grand Slam.

De la tirante relación con Carlos Ramos se ha seguido hablando hasta este mismo año, cuando se reveló una reunión a puerta cerrada entre la tenista y el juez de silla, en la que se dijeron todo cara a cara. Los días previos al torneo también se supo que la organización del US Open tomó cartas en el asunto, vetando de facto a Ramos para evitar que pudiera arbitrar cualquier partido no sólo de Serena, sino también de su hermana mayor Venus Williams. Los recuerdos de aquella aciaga noche volverán a hacer acto de presencia cuando salte a la pista para jugar una nueva final, y Serena tendrá que luchar para minimizarlos y que no jueguen en su contra.

No obstante, aunque fue Ramos el culpable de sacar de quicio a Serena, la verdadera protagonista fue Naomi Osaka, que consiguió firmar una final de altísimo nivel y mantuvo la concentración en todo momento, demostrando estar un escalón por encima de Williams, algo poco frecuente en los últimos años en el circuito femenino estando la estadounidense a un buen nivel físico.

Han pasado doce meses y el relevo de Osaka responde al nombre de Bianca Andreescu, otra rival con la que Serena Williams tiene malos y muy recientes recuerdos. Ambas se cruzaron por primera vez en la final de la Copa Rogers celebrada en Toronto, pero el partido apenas cogió velocidad cuando Serena tuvo que retirarse por problemas físicos. Sus lágrimas de impotencia dieron la vuelta al mundo, faltaba poco para el US Open y parecía que no llegaba en buen momento al último major de la temporada para conseguir su rendición. Andreescu, sin llegar a los 20 años, tuvo que ejercer de hermana menor para consolarla y ponerle en perspectiva la importancia de su figura para tenistas como ella, nacida con Serena ya ganando títulos en el circuito WTA.

El reencuentro de ambas en la Arthur Ashe supondrá una acumulación de recuerdos negativos para Serena, que ha tenido un trayecto relativamente plácido hacia la final. Sólo la torcedura de tobillo sufrida ante Petra Martic pudo haber puesto en duda su continuidad en el torneo, pero Williams ha demostrado seguir siendo tan dominante como siempre en esta edición. Sólo queda ver si podrá aparcar todos esos fantasmas recientes que tanto la han atormentado y centrarse únicamente en seguir haciendo historia, persiguiendo la historia escrita en su momento por Margaret Court.